En la brillante “Vivir deprisa, amar despacio” y la encantadora “Les chansons d’amour”, el director francés Christophe Honoré nos habló sobre el luto, la homosexualidad y cómo abrir el corazón al amor, con tiernas historias lideradas por memorables y complejos protagonistas. En su nueva película, “Winter Boy” o “Invierno en París”, vuelve a explorar estos temas, en una historia un poco más difusa que sus trabajos anteriores, pero en la cual mantiene su particular capacidad para mover las emociones.

Lucas (Paul Kircher) es un adolescente cuya vida da un giro de 180 grados tras una inesperada tragedia. En medio del dolor, su madre (Juliette Binoche) acepta que vaya a pasar unos días con su hermano Quentin (Vincent Lacoste) a París. Allí, Lucas se siente atraído por el mejor amigo de su hermano, Lilio (Erwan Kepoa Falé), pero sus abrumadoras emociones lo llevan a tomar algunas malas decisiones.

Además de su breve aparición como el padre del protagonista, el director continúa con su sello de seguir el viaje de un imperfecto y francamente confundido personaje principal, pero siempre desde la empatía y el amor. Compensa el exceso de temas de su trama con momentos íntimos en los cuales luce su habilidad para conmover: una escena en la cual Lucas, su hermano y su madre ríen, lloran y bailan, todo en cuestión de minutos, saca varias lágrimas por su honestidad y sencillez.

Es apoyado por un gran elenco: Paul Kircher es excelente como Lucas, quien se suma a la lista de atractivos pero atormentados protagonistas de la filmografía de Honoré. Transmite de manera perfecta el paso de la adolescencia a la adultez, su carácter impulsivo y búsqueda de alivio en el sexo en las escenas más caóticas es contrarrestado por su ternura y temor en los momentos sileciosos, sobre todo cuando busca un abrazo de su madre o se comunica sin decir ni una sola palabra con Lilio.

Lo acompañan la siempre bienvenida Juliette Binoche como la madre en luto que lucha por romper el aislamiento emocional construido por su hijo; Vincent Lacoste (quien no tiene un papel tan jugoso como su protagónico en “Vivir deprisa, amar despacio”) también transmite efectivamente la desesperación de Quentin al tratar de ocultar su dolor en la ira y el aislamiento; y Erwan Kepoa Falé es encantador como Lilio, el misterioso interés romántico del adolescente.

El guion navega por diversos caminos con resultados mixtos y es probablemente el eslabón más débil del trabajo. Si bien cuenta con varias secuencias conmovedoras, sobre todo cuando se enfoca en Lucas y su necedad por no enamorarse jamás, varios de los personajes secundarios parecen salir sobrando: aunque Vincent Lacoste hace un buen trabajo, Quentin es en realidad una excusa para llevar a Lucas a París y su conflicto no queda realmente claro; de igual manera, la relación del adolescente con su amante de la prepa, Oscar (Adrien Casse), se queda en el aire incluso cuando el propio protagonista promete al inicio hablar más de ella. Sumado a esto, el recurso de entrevista usado para que los personajes nos cuenten en voz en off sus emociones y pensamientos a veces le resta impacto e introspección a la historia.

Algunas situaciones incluso amenazan con volverse manipuladoras, pero la música de Yoshihiro Hanno compensa el exceso de sentimentalismo mediante una banda sonora que evita lo melodramático y más bien viste la escena con un aire melancólico y optimista a la vez.

Este último sentimiento es una buena manera de describir “Winter Boy” en general: un coming of age que, como la vida misma, está lleno de momentos graciosos, tristes, sensuales, desesperantes y honestos. No todas las temáticas aterrizan de forma tan precisa y pudo haber sido más corta, pero de manera general esta es una digna, tierna y recomendable entrada a la filmografía de Honoré.

“Winter Boy” o “Invierno en París” se estrenó en el Festival Internacional de Cine de Toronto 2022, en la sección Contemporary World Cinema. Ya está disponible en cines mexicanos a través de Cine Caníbal.

Imagen de portada cortesía de THE PR FACTORY.