Mook o Mookerheide, Batalla de (1574). » Enciclonet.com
  • » Inicio
  • » Mook o Mookerheide, Batalla de (1574).
Historia

Mook o Mookerheide, Batalla de (1574).

En el contexto de la rebelión de los Países Bajos contra la dominación política y religiosa de la corona española de Felipe II, la batalla de Mook significó un hito en la represión de la autonomía holandesa y, al mismo tiempo, sirvió para endurecer la posición belicosa de Guillermo de Orange jefe de los rebeldes, quien conseguiría poco después la formación de una coalición antiespañola que integró a católicos y protestantes.

El gobierno del duque de Alba (1567-1573) sólo había servido para hacer tristemente célebre la ferocidad de los tercios españoles y abrir un abismo insalvable entre la Monarquía hispánica y los rebeldes holandeses. La política de mano dura de Alba, a pesar de sus sonoros éxitos militares, recrudeció la oposición de la aristocracia protestante, que se puso abiertamente del lado de la rebelión. Guillermo de Orange se convertiría en cabecilla de los insurrectos, apoyado por su hermano Luis de Nassau y por algunos príncipes alemanes. Desde su exilio, los Orange iniciaron una invasión de los Países Bajos por su parte norte, que fracasó en principio gracias a la pericia militar de Alba, pero que, poco a poco ( y sobre todo después de que el duque abandonara la gobernación de los Países Bajos), iría convirtiéndoles en auténticos dominadores del territorio norteño.

En 1573 Alba dimitió de su cargo, hecho que coincidió con un cambio en la orientación de la estrategia política de Felipe II respecto de Flandes. El soberano, que seguía irreductible en cuanto a la cuestión religiosa, había sin embargo comprendido la inutilidad de recuperar el control sobre las regiones holandesas a fuerza de arrasar el país a sangre y fuego. En un gesto conciliador, nombró como sucesor de Alba a Luis de Requesens, hasta entonces gobernador de Milán y hombre conocido por su talante pacífico y eminentemente diplomático, por lo que su nombramiento fue acogido con esperanza en los Países Bajos. Las primeras medidas de Requesens fueron encaminadas a la pacificación: decretó la amnistía para los protestantes acusados de herejía y ordenó el perdón general para los insurgentes. Pero ello no bastó para poner fin al conflicto. Felipe II seguía empecinado en mantener el dominio del catolicismo sobre todas las provincias de su vasto imperio, mientras que la aristocracia holandesa, en su mayoría ligada al calvinismo, luchaba por obtener una autonomía política que le devolviera el poder político.

Tras la marcha de Alba, Guillermo de Orange siguió su avance por el norte, tomando ciudades, paradójicamente, en nombre del rey de España. La mayor parte de los territorios norteños, de mayoría protestante, quedaron bajo su dominio. Los corsarios holandeses llamados mendigos del mar se encargaron de hostigar sin cuartel las posiciones costeras españolas. Conquistaron Walcheren, único puerto que los españoles conservaban en Holanda.

A principios de 1574 y dado el fracaso de sus intentos de pacificación y el avance de los rebeldes, Requesens mandó poner sitio a la ciudad de Leiden. Luis de Nassau acudió a auxiliar a los sitiados y cayó en una emboscada tendida por el general español Mendoza, quien infligió al holandés una severa derrota (18 de marzo de 1574). Tras esto, Luis de Nassau se replegó y procedió a reunir tropas, para ello se valió de gran cantidad de mercenarios alemanes. El 14 de abril de 1574, el general español Sancho Dávila le obligó a presentar batalla en el enclave de Mook o Mookerheide, a orillas del Mosa.

El holandés sufrió una cruenta derrota, fue aniquilada la mayor parte de su ejército: más de 5.000 soldados de infantería y unos 1.500 de caballería perecieron en el campo de batalla o ahogados en las aguas del Mosa. Los españoles lograron tomar un total de treinta y siete banderas. Entre los muertos que no pudieron ser reconocidos se contaban Luis de Nassau y su hermano Enrique (a su vez hermanos de Guillermo de Orange), así como el conde Cristóbal del Palatinado, que había acudido en ayuda de los rebeldes. Por parte española las bajas fueron mínimas: al parecer sólo murieron unas pocas decenas de hombres y poco más de un centenar resultó herido. El botín fue en su mayoría moneda francesa.

A pesar de esta victoria, el feroz ejército filipino no pudo poner fin a la rebelión de los Países Bajos. Por el contrario, la posición de Guillermo de Orange se endureció tras la derrota de su causa en Mook y consiguió fortalecer su dominio sobre las provincias norteñas. Tras algunos esfuerzos infructuosos de negociación auspiciados por el emperador Maximiliano de Austria, volvió a estallar la guerra. Requesens moriría dos años más tarde (1576), sin haber logrado la pacificación. A su muerte, Felipe II no se apresuró a nombrar gobernador, lo que permitió que el Consejo de Estado, dominado por las intrigas, se hiciera cargo de las provincias. La rebelión se hizo más virulenta. Finalmente Guillermo de Orange consiguió unir a católicos y protestantes en una liga antiespañola (Pacificación de Gante, 1576).

Temas relacionados

Bibliografía

  • CAZAUX,X. Naissance des Pays Bas. París, 1983.

  • FERNÁNDEZ ÁLVAREZ, M. La política exterior, en El Siglo de Oro (s.XVI), vol. 5 de la “Historia de España” dirigida por A. Domínguez Ortiz. Barcelona, 1988.

  • LAPEYRE, H. Las etapas de la política exterior de Felipe II. Valladolid, 1984.

  • PARKER, G. Felipe II. Madrid, 1984.