Redacción EC

RODRIGO BEDOYA FORNO ()

Que más de 136 mil personas vayan a ver una película peruana en su primer día no puede ser sino festejado. Y más aun cuando le ha ganado a una superproducción de Hollywood, que cuenta con todo lo que significa tener detrás a un estudio poderoso y una maquinaria de márketing global e implacable.

Pero quizá eso sea sintomático. Sintomático de que en el Perú, de nuevo, se está gestando el embrión de una industria, con un estudio (en este caso, Tondero) que está apostando por productos comerciales, dirigidos directamente al consumo del público. Pero, ojo, no estamos hablando de películas que apuestan por la chapucería o por tomar al espectador de idiota, sino por productos serios, que apuestan por los géneros y por crear empatía en el espectador. Es bueno saber que el cine popular peruano ya no pasa por las inefables "Motor y motivo" y "La gran sangre". Si en 1937, intentó crear una industria de cine sin conseguirlo, pues ahora, siendo Tondero la primera empresa que lo intenta, la posibilidad se renueva.

Ahora bien, resulta necesario discutir las producciones que vengan de esta nueva vertiente que parece abrirse en el cine peruano. Bah, en realidad es bueno discutir cualquier película peruana que se haga, y no quedarse solamente en festejar su buena marcha comercial. Cada nueva película peruana es un mundo, marca un nuevo camino, y de ahí la importancia de debatirla en profundidad.

"A los 40" es la historia de un reencuentro escolar en el que varias situaciones se van sucediendo. Y, en muchas de ellas, se siente el peso de la palabra, como si no hubiera otra forma de explicar las cosas más allá que el diálogo. El primer encuentro entre los personajes de Johanna San Miguel y Stefano Salvini es un buen ejemplo: la complejidad de su relación se explica a partir de un diálogo en el que se tiene que decir todo, dejando de lado otros recursos (silencios, miradas) que pudieron haberse aprovechado para aligerar la escena.

Resulta interesante ver cómo la película siempre busca darle un giro cómico a las situaciones más densas. Y para eso está Carlos Alcántara: su personaje permite justamente jugar con la comedia y que esta aparezca a cada momento. El tema está en que estas intromisiones humorísticas se sienten un tanto forzadas, y cortan la intensidad de algunas secuencias, como la conversación entre Gianella Neyra y Sofía Rocha. La comedia no necesariamente implica encontrar cualquier excusa para hacer reír, porque eso, como ocurre en "A los 40", puede cortar la viada de momentos genuinamente intensos, que enriquecen a los personajes.

En el trabajo actoral, San Miguel siempre aparece un tanto exagerada en su rol de diva televisiva: su tono marca demasiado las características del personaje, lo estereotipa demasiado. ¿Las mejores? Wendy Ramos y Gianella Neyra, notables transmitiendo timidez y ensimismamiento, la primera, y el aire de libertad de aquella que ha vivido bien su vida, la segunda.

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