Michel Polnareff en diez canciones imprescindibles

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Figura fundamental en la expansión del folk por el viejo continente y adalid del pop barroco francés, Michel Polnareff encarna el patrón de músico rebelde e insurrecto al tiempo que ha ido dejando tras de sí una obra rica en éxitos internacionales. Hoy, Felipe Cabrerizo repasa su trayectoria, a través de algunas de sus canciones más aplaudidas.

 

Selección y texto: FELIPE CABRERIZO.

 

Pocas apariciones más radiantes ha conocido la música francesa que la de Michel Polnareff. Ya su primer disco, grabado en Londres con Jimmy Page y John Paul Jones, lo situó en una primera línea de fuego donde, por más altibajos y reinvenciones que hayan marcado su carrera, sigue figurando casi seis décadas después. Aprovechamos su protagonismo en el número 32 de Cuadernos Efe Eme, para realizar un recorrido por su discografía a través de diez temas fundamentales de su repertorio. Diez canciones que figuran, sin duda alguna, entre lo más brillante de la música popular francesa.

 

1.- “La poupée qui fait non”, Love me, please love me (elepé, 1966)

Pleno al quince: la primera canción que compuso Polnareff, tras comprarse una guitarra, se saldaría con una melodía perfecta erigida en el tema más icónico de su repertorio. Tres acordes abiertos, acompañamiento mínimo, letra de orientación feminista, éxito monumental. Decenas de bandas la versionarían por todo el planeta: Scott McKenzie la llevaría a lo más alto del Billboard en su versión en inglés e incluso JimiHendrix, que debutaba con la Experience teloneando a Johnny Hallyday en Francia, quedó fascinado ante aquella canción que sonaba por todas partes e improvisó su propia versión en el backstage de uno de sus conciertos.

2.- “L’amour avec toi”, Love me, please love me (elepé, 1966)

El estribillo «no me importa la sociedad ni su pretendida moralidad, solo quiero hacer el amor contigo» fue mucho más allá de lo que, en 1966, permitía hasta una sociedad tan tolerante como la francesa. Single que daba continuidad a “La poupée qui fait non”, Polnareff vio cómo la canción fue vetada en todas las radios del país y se topaba con el primero de los muchos escándalos que marcarían su carrera. Aun así, resultó otro inmenso éxito de ventas y se convertiría en uno de los temas más perdurables de su discografía. No ahondaremos más en las canciones de este primer disco de Polnareff, medio siglo después, no hay una sola que no sea considerada un clásico.

3.- “Le roi des fourmis” (epé, 1967)

 Escondida en la cara B del epé que encabezaba “Âmecâline”, “Le roi des fourmis” terminaría alcanzando el mismo eco que la canción titular y supondría la primera filtración de la psicodelia en la discografía de Polna, patente en este video donde el cantante juega con los parámetros del cine de vanguardia de los sesenta: cámara al hombro, imágenes viradas a negativo, aparición estelar de Zouzou, musa del underground francés… No fue, de todos modos, la psicodelia objetivo para Polnareff, sino solo estación de paso en su camino hacia ese pop barroco que el músico llevaría a sus cotas más elevadas.

4.- “Tous les bateaux, tous les oiseaux” (single, 1969)

Una de las raras incursiones de Polnareff en composiciones ajenas. “Tous les bateaux, tous les oiseaux” fue el fruto de su primera colaboración con el productor Jean-Claude Vannier, que acababa de conseguir uno de los mayores éxitos de la historia de la música francesa con la power ballad de Johnny Hallyday, “Que te j’aime”. Poco más tarde, Vannier se embarcaría con Serge Gainsbourg en un monumental recorrido conjunto, que culminaría en el álbum conceptual Histoire de Melody Nelson. Exitazo del verano de 1969 en Francia.

5.- “Je suis un homme” (cara B single, 1970)

Si una parte de Francia adoró inmediatamente a Polnareff, hubo otra que lo detestó con virulencia. Su imagen andrógina y sus letras sobre mujeres liberadas representaban todo aquello que odiaba el sector más conservador del país. El verano de 1970, un espectador saltó al escenario para agredirlo y el único argumento que esgrimió al ser detenido por la policía fue decir que «alguien tenía que pegar a ese pedazo de maricón». Polnareff respondió irónicamente a todo aquel ruido con esta canción, donde explicaba: «Soy un hombre / Sí, soy un hombre / Y no hace falta un referéndum / Ni un experto para confirmarlo”.

 

6.- “La mouche” (cara B single, 1972)

Inesperado regreso de Polnareff a la psicodelia, mezclada aquí con sonoridades brasileñas, para dar lugar a una curiosidad escondida en la cara B del single que presentaba “Holidays” y terminaría alcanzando tanta popularidad como el reverso del disco. El tema cuenta en primera persona la historia de una mosca que disfruta posándose sobre el cuerpo desnudo de una mujer. Sí, Polna había comenzado a vivir el cliché más extremo de la rock’n’roll star, y sus aventuras y desventuras en la noche parisina con modelos, coches de gran cilindrada, toneladas de alcohol y expulsiones de hoteles eran ya carnaza habitual de la prensa amarilla.

7.- “On ira tous au paradis” (single, 1972)

Posiblemente, el punto álgido de la carrera de Polnareff fueron los espectáculos que, bajo el título Polnarévolution, celebró en 1972 en el Olympia. Novedosísimo sonido 5.1, instrumentos de plexiglás, vestuario de Paco Rabanne, bailarinas del Crazy Horse y un legendario cartel, donde el cantante enseñaba el culo a la cámara, que le supuso un sonadísimo juicio por atentado a la moral. No faltó en ellos la presentación en público de un nuevo tema que pasó inmediatamente a su largo listado de clásicos, este “On ira tous au Paradis”, que grabaría acompañado por las decenas de fans que vivían instalados permanentemente ante la puerta de su local de ensayo.

8.- “La fille qui rêve de moi”, de Michel Polnareff (elepé, 1974)

Polnareff siempre se mostró insatisfecho con el resultado de su cuarto álbum que, desbordado por los problemas legales que lo acosaban, había terminado dejando en manos de su productor, Jean-Claude Vannier. Algo solo comprensible en una persona obsesionada hasta límites paranoicos por la calidad de sonido —no olvidemos que, para registrar su disco anterior, había decidido instalarse una cama en el estudio y no salir de allí hasta concluir el trabajo seis meses después—. Más allá de estos lamentos, el álbum presentaba una calidad extraordinaria y contaba con temas tan radiantes como este “La fille qui rêve de moi” que lo abría.

9.- “Lettre a France” (single, 1977)

1973 resultaría el año de todos los demonios para Polnareff. Sumido en una profunda depresión tras la muerte de su madre, se ve obligado a ceder todos sus derechos de autor para afrontar los costes del juicio por el cartel de Polnarévolution; además, su administrador huye dejándole una deuda multimillonaria con Hacienda, que sabe que nunca podrá afrontar. La única solución posible será trasladarse a Estados Unidos, con la esperanza de empezar de cero al otro lado del Atlántico. Cuatro años más tarde, sentado en un restaurante mientras ve llover en las calles de Nueva York, esboza una melodía basada en un minueto de Händel, que dará lugar a este “Lettre a France” con el que se despedía definitivamente de su país.

10.- “Ophélie flagrant des lits” (cedé single, 2007)

Tres décadas de exilio y varias depresiones le costarían a Polnareff sus problemas con Hacienda. Pero en 2007, de manera completamente inesperada, presentó este single donde recogía todo lo aprendido en Estados Unidos componiendo música para clubes de baile —remix de Bob Sinclair en su cara B, ahí queda eso—, que le sirvió para anunciar su regreso, tantos años después, a los escenarios franceses. El Ze (re) tour de Polna se convirtió en el acontecimiento de aquel verano y concluyó con un mastodóntico concierto gratuito, bajo la torre Eiffel, ante una seiscientos mil espectadores. Cuando, tres años más tarde, actuara en el mismo lugar el papa Benedicto XVI solo congregaría la mitad de público.

 

 

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