Durante la Revolución Rusa a principios del siglo XX, la familia del zar Nicolás II, de la dinastía de los Romanov, fue arrestada por los bolcheviques y trasladada a Ekaterimburgo, donde fueron retenidos en la Casa Ipátiev, residencia que había pertenecido a un rico comerciante. Nicolás y su esposa, la zarina Alejandra, tenían cinco hijos: Olga, Tatiana, María, Anastasia y el pequeño Alexis, que solo llegó a cumplir trece años de edad.
El 17 de julio de 1918, los Romanov fueron conducidos al sótano del lugar y asesinados. Un grupo de hombres les disparó sin piedad y remató a las chicas con bayonetazos. Desde este sangriento crimen, se dijo que la Casa Ipátiev estaba maldita por los espíritus de los zares.
Durante los años 70 la construcción fue demolida y el acceso restringido por las autoridades. Hoy se ha convertido en un museo, en el que de vez en cuando, se escuchan voces y ruidos extraños
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