Los privilegios del pobre

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Los privilegios del pobre

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Juan D. Cotes MoralesSanto Domingo

Ahora cuando el Presidente Alvaro Colom asume la primera magistratura de la República de Guatemala proclamando que “gobernará con rostro maya en favor de pobres y excluidos y que con él empieza el privilegio de los pobres, el privilegio de los sin oportunidad”, llega a mi memoria la presencia del poeta Juan del Valle Caviedes, nacido en Andalucía, pero llevado por su padre desde muy niñito a vivir en los territorios de Perú. Juan del Valle Caviedes (1652-1694) escribió numerosas sátiras en romances, décimas y cuartetas que reunió en un libro titulado “El Diente del Parnaso”, en el cual abundan las burlas contra las costumbres de la época, contra los médicos y los nobles engolados. Es Caviedes quien inicia la corriente satírica y criollista en la literatura peruana, razón por la cual fue definido como un poeta popular. Según Caviedes en estos veinte versos están los privilegios del pobre: “El pobre es tonto, si calla;/ y si habla, es un majadero;/si sabe, es un hablador;/ y si es afable, es embustero;/ si es cortés, entrometido;/ cuando no sufre, soberbio;/ cobarde, cuando es humilde;/ y loco, cuando es resuelto;/ si valiente, es temerario;/ presumido, si es discreto;/adulador, si obedece;/ y si se excusa, grosero;/ si pretende, es atrevido;/ si merece, es sin aprecio;/ su nobleza es nada vista,/ y su gala, sin aseo;/ si trabaja, es codicioso;/ y por el contrario extremo/ un perdido, si descansaÖ/ Miren si son privilegios! El candidato presidencial Amable Aristy Castro sostiene su candidatura casi con las mismas preocupaciones e inquietudes del honorable presidente Alvaro Colom. Creo que ninguno de los dos tiene conocimiento de los versos precedentemente transcritos, pero sí creo que ambos tienen conciencia crística de que siempre habrá muchos pobres a nuestro lado y de que no se puede amar a los pobres sin sentirse de algún modo unido a ellos. En el vasto mundo de los infelices, desesperados, analfabetos, incurables, solitarios, traicionados, sin paz ni libertad y sin fe, todos arrastran el peso de las peores tormentas y cadenas que azotan a la humanidad: la miseria.

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