Háblame (2022), de Danny Philippou

Después de la muerte de su madre, Mia pasa por malos momentos. Menos mal que cuenta con su mejor amiga, Jade, y con la familia de ésta para salir adelante. Una noche ambas amigas acuden junto a otros colegas a una sesión de espiritismo en el que una persona ha de coger un amuleto en forma de mano para ser poseído por un espíritu. Los efectos son sorprendentes y terroríficos y sin embargo acabarán repitiendo la invocación con terribles consecuencias.

Una película muy truculenta. Los hermanos Danny y Michael Philippou debutan en el largometraje con una película sobre espiritismo de producción australiana, que ofrece algunos momentos muy impactantes no aptos para el público sensible –la sesión de autolesión del chaval es sumamente desagradable–, aunque seguramente hará las delicias de algunos jóvenes ávidos de sustos terroríficos, violencia sorpresiva e imágenes bizarras, curiosos por el mundo de los fantasmas y espíritus malvados que interactúan en este mundo.

El gran problema de Háblame es que resulta demasiado poco creíble que existan jovenzuelos tan estúpidos como los que “se divierten” con las desagradables sesiones espiritistas que se muestran en la película. Una vez puede valer, pero la insistencia en ser poseídos raya en la demencia y el guión elaborado por Bill Hinzman, Daley Pearson y Danny Philippou resulta por ello bastante tramposo. Se apoya por supuesto en un personaje débil traumatizado por la muerte de su madre, con quien le gustaría contactar y tal, pero debería haber límites incluso para ello. La trama trata de justificar así la inclusion en nuestro mundo de fantasmas repugnantes que se dedicarán a aterrorizar a la protagonista y que los directores expresan con imágenes horripilantes, aunque algunos pasajes entre los dos mundos son originales. De cualquier forma, aunque la película logre el objetivo de dar bastante mal rollo, el guión es un tanto errático, se estanca y acaba defraudando.

Visualmente Háblame tiene potencia y los efectos especiales son muy realistas y contundentes. El reparto es correcto, en donde destaca, claro, Sophie Wilde (La puerta mágica) como la sufriente y confundida protagonista. Muy creíble resulta por su parte Alexandra Jensen como su amiga, una chica mucho más razonable, mientras que la ya veterana Miranda Otto está convincente como la madre del chico autolesionado.