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OPINI�N | Ricardo Cervera: Fuerza, gran amigo y se�or Carlos Vela

Carlos Vela es uno de los hombres que con m�s ah�nco se niega a doblegarse.

23/02/2019 / Exitosa Noticias / Columnistas / Actualizado al 09/01/2023

Dice Arist�teles que hay tres tipos de amistad: la interesada, la de placer y la sublime. No niego que algunos se hubieran acercado a Carlos Vela Marquillo durante sus ya 80 a�os para disfrutar de su amena y famosa tertulia o para conseguir algo en sus m�ltiples facetas de jurista, como miembro del Jurado Nacional de Elecciones, del Consejo de la Magistratura, de la Academia de la Magistratura, del Decanato del Ilustre Colegio de Abogados de Lambayeque, del Decanato de la Facultad de Derecho en la Universidad Nacional Pedro Ruiz Gallo o aplicador implacable de la Ley de Reforma Agraria que impuso el gobierno del general Juan Velasco.

Sin embargo, sus amigos m�s cercanos, a los que sus hijos como Rafael o Carlos, los mayores, o los cuatro que le siguen, suelen llamar t�os porque su padre era capaz de inspirar amistades familiares, o aristot�licamente amistades sublimes, generosas e incre�blemente desinteresadas, siempre lo busc�bamos y lo buscamos por sus interminables y hasta madrugadoras conversaciones.

Un grupo de m�dicos suele contar en Chiclayo, ante el asombro de muchos, que luego de buscar consejo de parte de los juristas m�s destacados de Lambayeque, tierra que adopt� Carlos Vela luego de salir de su natal Juanjuy, para impedir que les remataran el local que estaban adquiriendo en cuotas mensuales para hacer funcionar una cl�nica, terminaron en la oficina de nuestro querido personaje.

Encabezados por la pediatra Celinda Ortiz Prieto, los m�dicos le dijeron que acud�an a �l, luego de visitar a otros juristas conocidos, porque les hab�an dicho que nadie m�s podr�a salvarlos del problema en el que estaban al haber dejado de pagar tres cuotas seguidas, es decir, originado la causal del remate.

Vela y los visitantes se conoc�an de vista o por sus apellidos. No eran amigos. Luego de examinar los documentos que le mostraron los interesados, Carlos Vela les dijo que en efecto estaban ante una causa perdida. Que el contrato era oneroso y que si no ten�an el dinero para pagar las cuotas atrasadas, que llegaban a los 15 mil d�lares, el local ser�a rematado.

No emplearon el t�rmino Chihu�n, porque se habr�an adelantado unos veinte a�os, pero recurrieron a adjetivos parecidos: que no ten�an un cobre.

Carlos Vela los mir� uno por uno a sus cinco visitantes, tres de ellos mujeres. Estaba compadecido. Se puso de pie. Sac� un llavero del bolsillo de su saco, y abri� un caj�n de su escritorio, ante la expectativa de los casi desconocidos visitantes, todos con sus batas blancas.

“Se�ores, aqu� tienen los 15 mil d�lares que les falta, que no se los regalo sino que se los presto, para no darle gusto a este angurriento vendedor y su c�mplice el abogado que les hizo el contrato”, les dijo Carlos Vela con su conocido tono charapa de hablar.

Los visitantes no lo pod�an creer.

“Doctor, pero no podemos devolverle todo este dinero en corto tiempo”, dijo adelant�ndose, Celinda Ortiz, con quien inici� una amistad inquebrantable.

“�Un a�o est� bien?”, pregunt� Vela.

Los cinco se levantaron, lo abrazaron y hasta le besaron las manos.

La devoluci�n demor� un poco m�s, pero se cumpli�.

Esta historia pinta de cuerpo entero a Carlos Vela, quien, sin embargo, ven�a figurando en las redes por una serie de diatribas y horribles calumnias que se levantaron en las �ltimas semanas para tratar de mellar a su hijo, a quien no le encuentran una, heredero de sus dotes de se�or, amigo y hombre de bien: Rafael Vela Barba, el fiscal coordinador que viene librando la batalla que no puede perder con delincuentes muy poderosos, identificados como Odebrecht y los corruptos gobernantes y empresarios que se confabularon para asaltar las arcas fiscales de nuestro pa�s.

Carlos Vela, obviamente no se qued� de brazos cruzados. Sin embargo, por la retaguardia le sali� un adversario muy poderoso: la muerte. Nuestro personaje est� librando una batalla un poco menos desigual que su hijo. Su adversario no puede, pese a sus intentos, con su bonhom�a, su caballerosidad, su cultura y su alma grande. Es inexorable que gane, pero le est� costando mucho.

Andr� Malraux sol�a decir que la muerte no existe, sino los hombres que vamos a morir. Esa puede ser la explicaci�n. Carlos Vela es uno de los hombres que con m�s ah�nco se niega a doblegarse. Y con �l estamos sus amigos, ayud�ndolo con nuestros rezos y deseos, a que a�n no nos abandone.

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