Un fantasma anda suelto por casa (2023), de Christopher Landon

El adolescente Kevin se muda con sus padres a un caserón, en cuyo desván encuentra el fantasma de Ernest, que al principio intenta asustarle, pero que resultará ser un bonachón. Entre ambos surge una gran amistad, aunque los medios de comunicación se enteran de la aparición del ente, y tratarán de explotarla. Mientras tanto, Kevin ayudará a Ernest a descubrir cómo murió, con la colaboración de Joy, la vecina, una médium de medio pelo. Desgraciadamente, sus pesquisas les convertirán en blanco de la CIA.

Christopher Landon le ha sacado mucho partido a ideas sencillas que juegan con el cine fantástico y la comedia, como Feliz día de tu muerte y Este cuerpo me sienta de muerte. Ahora escribe y dirige un batiburrillo de géneros, ligero, pero con un tono más familiar, que intenta recordar a las producciones de Amblin de los 80, con algún toque emotivo, y a Bitelchús, de Tim Burton. Por desgracia, la historia resulta demasiado simplona, y se alarga en demasía.

Se salvan algunos momentos, como una persecución bien filmada. Además, David Harbour, recordado sheriff de Stranger Things, consigue hacer entrañable al fantasma Ernest, sin diálogos, sólo con sus expresiones. También cumple el menos conocido Jahi Di'Allo Winston en el papel de Kevin. El resto del reparto no parece haberse tomado el film demasiado en serio.