Para los que forjamos nuestra cinefilia en los años 80, Christian Bale (Haverfordwest, Gales, 1974) es como de la familia, o quizá un amigo fiel, de aquellos que te acompañan en las duras y en las maduras. De niño, nos demostró que Steven Spielberg era algo más que un director de films de extraterrestres ('El Imperio del Sol', 1987). Como adolescentes tardíos, aprendimos a afilar nuestro cinismo crítico de la mano de su Patrick Bateman, el maníaco metrosexual y protoconsumista de 'American Psycho' (Mary Harron, 2000). Más adelante, reavivó nuestra fe en los actores abocados al transformismo kamikaze: el Robert De Niro de 'Toro Salvaje' (Martin Scorsese, 1980) tenía un sucesor esquelético: 'El maquinista' (Brad Anderson, 2004). Como cinéfilos de paladar fino, valoramos su trabajo para maestros como Todd Haynes ('I’m Not There', 2007), Michael Mann ('Enemigos públicos', 2009) y, sobre todo, Terrence Malick: 'El Nuevo Mundo' (2005) y 'Knight of Cups' (2015). Y, por el camino, nos reconcilió con el cine de superhéroes en la piel del Batman de Christopher Nolan: de 'Batman Begins' (2005) a 'El caballero oscuro: La leyenda renace' (2012).

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Christian Bale en El imperio del sol
Christian Bale en ’El imperio del sol’.

¿Qué siente Christian Bale cuando se le recuerda que este año se celebra el 30º aniversario del estreno de 'El Imperio del Sol'? "Siento que todo ha pasado demasiado rápido", apunta el actor: "Soy consciente de que, para alguna gente, toda su vida laboral se enmarca en tres décadas, pero yo todavía soy joven y espero dar mucha más caña." ¿Y cómo se lo monta una estrella que lo ha logrado todo, incluido un Oscar por 'The Fighter' (David O. Russell, 2010), para seguir motivado? "Mantengo una relación de concordia con la profesión de actor. Ha habido momentos felices, pero otras veces he detestado mi trabajo", confiesa Bale: "Parece que esté hablando de una adicción, de esas que amas y odias al mismo tiempo, pero, para mí, ese equilibrio me ha servido de estímulo para continuar."

SIN BANDERA NI CARNET

Su trayectoria personal y profesional dibuja la historia de un trotamundos: "Nunca me he sentido demasiado enraizado a ningún lugar. Desde niño, junto a mi familia, tuve una vida muy nómada y eso me ha ayudado a sobrellevar las continuas idas y venidas de la vida del actor." Bale, hijo de una artista de circo británica y de un empresario, piloto y mánager sudafricano, pasó su infancia entre Gales, Inglaterra y Portugal, mientras que su trabajo le ha llevado en numerosas ocasiones a pisar territorio español. Con 12 años, gracias al rodaje de 'El Imperio del Sol', conoció Trebujena, en Cádiz, mientras que 'Exodus: Dioses y reyes' (Ridley Scott, 2014) se filmó en Fuerteventura y Almería. 'La promesa', su nuevo film, que ha dirigido Terry George, le ha llevado de ruta por Andalucía, Aragón, Murcia y Castilla y León.

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Christian Bale en ’El Maquinista’.

Aunque el rodaje del que Christian Bale parece guardar un recuerdo más imborrable es el de 'El maquinista'. "Recuerdo lo mucho que me impresionó la belleza de Barcelona al llegar en coche desde el aeropuerto. Lo pasé muy bien allí, aunque por desgracia no pude disfrutar de la gastronomía local" (ríe irónicamente). Cabe recordar que, para encarnar el personaje de Trevor Reznik, adelgazó 28 kilos y llegó a pesar unos 50, un hito alcanzado gracias a una severa dieta consistente en una lata de atún y una manzana al día: "Los mercados de la ciudad eran increíbles, pero no pude saborear nada. Lo que sí llegué a conocer bastante bien fue el mundo subterráneo de Barcelona. Rodamos unas escenas en las cloacas de la ciudad, y puedo decir que tenéis un buen sistema de alcantarillado" (risas).

Además de no tener patria, sorprende que Bale, pese a sus éxitos, no se considere un experto en el arte de la interpretación: "Como no pasé por ninguna escuela, y no tengo ningún tipo de entrenamiento formal como actor, siempre me he sentido una especie de intruso. Sin atisbo de falsa modestia, defiende que nunca ha dominado las claves de su trabajo: Nunca se me ocurriría dar clases de actuación. Soy como un pez desmemoriado. Borro todo lo aprendido cada vez que termino un trabajo, y empiezo de cero en cada rodaje. Es duro pero también excitante. Es una fuente permanente de motivación. Después de 30 años, me sigo sintiendo un novato."

UN FUTURO SIN MURCIÉLAGO Y CON DICK CHENEY

Más allá de las proezas transformistas y de su Oscar, no cabe duda de que el cénit popular de la carrera de Bale está en las películas de Batman, una saga (y todo un universo, el de las adaptaciones del cómic) con la que el actor guarda una relación ambivalente. En una reciente entrevista con Collider, el actor confesó que no es lo que se dice precisamente un fan de las películas de superhéroes, y que, por lo tanto, no le interesa volver a ese mundo. "No, no estoy interesado en hacerlo de nuevo. Estoy intentando recordar una sola película de superhéroes que haya visto por voluntad propia, y sólo se me ocurren las mías y las de Superman de Christopher Reeve."

Podría sorprender que no haya visto otras cintas del hombre murciélago, más allá de las suyas, pero admite que no es un cinéfilo: "No miro muchas películas. La música siempre ha sido mucho más importante en mi vida. Tengo una visión pragmática de mi oficio. Como sé que no tengo demasiado control sobre el resultado final de las películas, que suelen estar en manos del director y los productores, me limito a centrarme en mi parte del trabajo."

Sin ningún interés especial en dar el salto a la televisión, lo que sí le parece motivar es trabajar con directores a los que admira, entre los que se encuentra Adam McKay, cómplice de Will Ferrell en títulos como 'El reportero: La leyenda de Ron Burgundy'(2004) o 'Pasados de vueltas' (2006), además de director de 'La Gran Apuesta' (2015), retrato de la debacle del sistema financiero norteamericano que le valió a Bale una nominación al Oscar. El actor volverá a trabajar con McKay en un biopic sobre Dick Cheney,el vicepresidente de Estados Unidos que evitó el servicio militar durante la Guerra de Vietnam, pero que abogó por la invasión de Irak en 2003 apoyándose en información falsa, según se le describe en la sinopsis del proyecto. ¿Puede la elección de Trump hacer florecer el cine político norteamericano? Bale no lo ve claro: "Tengo la impresión de que la gente está un poco cansada de todo el ruido que genera la política en nuestros días. Creo que el cine del futuro próximo será todavía más fantasioso y evasivo. Necesitamos a directores como Adam McKay, capaces de abordar un tema que parece grave o tedioso, y convertirlo en algo entretenido."

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Christian Bale junto a Charlotte Le Bon en ’La promesa’.

COMPROMISO CONTRA LA POSVERDAD

La realidad política yanqui resuena en el trasfondo de su nuevo trabajo, 'La promesa', donde se retrata la desfachatez con la que el estado turco ocultó y negó (lo sigue haciendo) el genocidio del pueblo armenio durante la segunda y tercera décadas del siglo XX. Para Bale, la capacidad de los gobiernos para utilizar las mentiras en su favor es algo que ha pasado siempre, pero últimamente está muy en boga. "Se dice que estamos viviendo en la era de la posverdad, de las noticias falsas... Me parece algo terrible que está contaminando todos los rincones de la sociedad." El actor habla con conocimiento de causa, dado que, como su padre (que fuera un activista medioambiental y un defensor de los derechos de los animales), él apoya activamente a organizaciones no gubernamentales como Greenpeace, World Wildlife Fund o la Dian Fossey Gorilla Fund, de la que forma parte de su junta directiva. El actor finaliza con esta pesimista reflexión: "En el caso del cambio climático, se intenta crear la idea de que hay un debate equitativo entre dos partes que tienen argumentos de peso, cuando la realidad es que uno de los dos bandos sólo utiliza mentiras."

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