CULTURA
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Suzanne Valadon, la reina de la Belle �poque

Modelo de Renoir, Degas o Toulouse-Lautrec se erigi� como la artista m�s radical de la vanguardia y el MNAC le dedica su primera antol�gica en Espa�a

'El futuro revelado o La echadora de cartas' (1912) de Suzanne Valadon.
'El futuro revelado o La echadora de cartas' (1912) de Suzanne Valadon.MNAC
Actualizado

Edgar Degas la llamaba la Terrible Mar�a por su fuerte car�cter y Henri de Toulouse-Lautrec la apod� Suzanne a sus 19 a�os, en referencia al mito b�blico de Susana y los viejos: �T�, que posas siempre desnuda para viejos, deber�as llamarte Suzanne�. Y as�, la nacida como Marie-Cl�mentine, reina de Montmartre y la artista m�s c�lebre, radical y libre de la Belle �poque pasar�a a firmar sus cuadros como Suzanne Valadon (1865-1938). A su funeral asistieron Picasso, Braque y los principales pintores del momento, pero tras su muerte, la figura de Valadon cay� en el m�s injusto de los olvidos, a pesar de dejar un extraordinario legado de unas 500 telas y 300 obras sobre papel.

El Museo Nacional de Arte de Catalu�a (MNAC) la reivindica ahora en la exquisita exposici�n Suzanne Valadon. Una epopeya moderna, la primera antol�gica que se le dedica en Espa�a, en colaboraci�n con el Pompidou. Porque la de Valdon es una epopeya en toda regla: la de una ni�a nacida en una familia humilde, de padre desconocido, que trabaj� como florista, lavaplatos, ni�era, lavandera, camarera y acr�bata en un circo hasta que se dedic� a posar para los artistas de la vanguardia y a pintar ella misma unas obras que, en muchos casos, superaban a las de los maestros. Una hero�na moderna cuya obra resulta absolutamente contempor�nea, como si fuese una mezcla (a priori imposible) entre la elegancia estilizada de Henri Matisse y la paleta descarnada de Lucian Freud, a la que se adelant� varias d�cadas. �Suzanne Valadon es m�s conocida como modelo que como artista. Nadie sab�a que dibujaba mientras posaba... En Francia se la ha empezado a reivindicar recientemente�, se�ala el experto picassiano Eduard Vall�s, jefe de colecciones del MNAC y comisario de la exposici�n del a�o en Barcelona, que se recorre como un paseo por el Par�s bohemio.

Suzanne Valadon en su estudio con un retrato de Marie Coca, en 1927.
Suzanne Valadon en su estudio con un retrato de Marie Coca, en 1927.FINEART IMAGES

La cuidada escenograf�a de la muestra -�quer�amos que fuera inmersiva, pero sin la parte digital�, apunta Vall�s- resucita la atm�sfera de los caf�s, las callejuelas de Montmartre, el aire de cabaret (la peque�a Marie-Clementine viv�a a 100 metros del Moulin Rouge), el taller de la artista... En este Par�s de la Belle �poque se hizo un hueco el grupo de catalanes bohemios, encabezado por Ramon Casas, Santiago Rusi�ol y Miquel Utrillo, que adem�s de pintor era ingeniero, cr�tico de arte y coleccionista. Todos tomaron a Valadon como modelo (tambi�n fue una de las musas de Renoir, que la inmortaliz� en varios lienzos). Pero con Utrillo vivi� una intensa relaci�n sentimental que qued� plasmada en varios retratos. En la exposici�n se contraponen esos retratos cruzados: un Utrillo de perfil (hecho por Valadon) parece observar a la artista de mirada perdida y el pelo recogido, dibujado con una especial delicadeza por parte de �l. Uno de esos muchos retratos se conoce como La guerra de los siete a�os, el tiempo que Utrillo tard� en reconocer a su hijo Maurice y en darle su apellido. Maurice Utrillo -al que Valadon dio a luz con 18 a�os- se convertir�a tambi�n en un destacado pintor, colega de Modigliani, aunque torturado por sus excesos et�licos.

Si con Utrillo Valadon vivi� una relaci�n convulsa, con el pianista Erik Satie a�n fue a m�s. Tras su ruptura, Satie compuso Vexations (Vejaciones), una compleja partitura con un �nico motivo que exige ser tocado 840 veces seguidas sin parar. El primero que se atrevi� a interpretarla fue John Cage en 1949.

Valadon escrib�a su vida de novela en sus lienzos, que fluct�an entre la sobriedad posimpresionista, las pinceladas fauvistas al estilo Gauguin y un expresionismo voluptuoso. El inflamado retrato de Satie, que se expone junto a un piano y Vexations, da idea de la turbulencia de sus sentimientos.

Adem�s de su galer�a de incisivos retratos, si hay un g�nero que Valadon domin� fue el desnudo. �Ah� se consagra y se impone sobre las dem�s artistas de la �poca. Ninguna lo representaba como ella. Escap� de la mirada estereotipada y masculina, de la erotizaci�n, para pintar desde la naturalidad y el hecho biol�gico de ser mujer�, explica Vall�s frente a una sugerente galer�a de odaliscas. Extra�amente, en sus cuadros la sensualidad late en la riqueza de telas y mantones, en los colores fulgentes de las flores, en la piel de leopardo sobre la que reposa la modelo. Pero no en la desnudez.

'La habitaci�n azul' (1923) de Suzanne Valadon.
'La habitaci�n azul' (1923) de Suzanne Valadon.MNAC

�Fue la primera mujer en pintar a un hombre desnudo�, dice Vall�s ante su Ad�n y Eva (1909). Pero para poder presentar la obra en el Sal�n de Oto�o tuvo que pintar una renacentista hoja de parra sobre los genitales de Ad�n (la desnudez de Eva no supon�a un problema). Ese Ad�n era, en realidad, su nuevo amor: Andr� Utter, un joven pintor amigo de su hijo Maurice con el que acabar�a cas�ndose. Utter ten�a 23 a�os; Valadon, 45.

Valadon siempre iba m�s all� de las convenciones, tanto morales como pict�ricas. Su Venus negra (1919) fue una revoluci�n. Y su magna La habitaci�n azul (1923) un manifiesto feminista avant la lettre. En ella representa a una Olimpia moderna, entrada en carnes y recostada en la cama mientras fuma, con mirada displicente y varios libros a sus pies. Una oda a la mujer culta y real, a la mujer libre que ella misma fue.