De la República Romana al Imperio Romano: Sila, Pompeyo, Julio César y Octaviano - Historipedia

De la República Romana al Imperio Romano: Sila, Pompeyo, Julio César y Octaviano

ANTIGUA ROMA 4: De la República Romana al Imperio Romano

La siguiente historia tiene lugar entre el año 100 a.C. y el 27 a.C.

LA GUERRA SOCIAL Y LA 1ª GUERRA CIVIL ROMANA

Tras las reformas de Cayo Mario los itálicos habían conseguido nuevos derechos gracias a la obtención de la ciudadanía romana. Sin embargo, los nuevos cónsules del año 95 a.C., Lucio Licinio Craso y Quinto Mucio Escévola, expulsaron a todos los itálicos que se habían metido en Roma y les quitaron sus derechos. Cuatro años después, el tribuno de la plebe Marco Livio Druso trató de devolverles este derecho pero no lo consiguió, fue asesinado, y estalló la Guerra Social (91-88 a.C.), que enfrentó a muchos itálicos contra los romanos en busca de sus derechos perdidos.

Al igual que habían hecho los plebeyos siglos antes, estos itálicos crearon una federación con capital en Corfinium, llamada ahora Itálica, y tras eso asesinaron a todos los romanos de Asculum. Muchos militares fueron llamados a luchar contra los itálicos, como el ahora legado Lucio Cornelio Sila o el ya anciano Cayo Mario.

Pero viendo que nuevos conflictos aparecían tanto en Occidente como en Oriente, el Senado decidió conceder la dichosa ciudadanía y acabar con el problema. Algunos itálicos aún seguían luchando en Nola pero fueron derrotados por los legados Sila, Pompeyo Estrabón, padre del famoso Pompeyo, y Quinto Cecilio Metelo Pío en el 88 a.C. Ese mismo año Sila fue nombrado cónsul junto a Quinto Pompeyo Rufo, y se le presentaron varios problemas bien gordos.

El primero era que las clases populares se movilizaron para conseguir los derechos sociales promovidos por el tribuno de la plebe Publio Sulpicio Rufo, a quien se unió Cayo Mario. Por otro lado, el rey de Ponto Mitrídates VI, descendiente de la antigua nobleza persa, invadió Bitinia, Paflagonia, Capadocia, el sur de Grecia y encima había ordenado la muerte de todos los ciudadanos romanos de la región. En total, 80.000 muertos. Fue una sangría que merecía una guerra. Los encargados de luchar contra este nuevo enemigo fueron Sila y su lugarteniente, Lucio Licinio Lúculo.

Pero la cosa no iba a ser tan sencilla. Mientras Sila estaba con sus tropas en la Campania luchando contra los últimos samnitas rebeldes, Sulpicio Rufo logró que el Senado pusiera al mando del ejército a Mario. Cuando Sila se enteró cogió a sus tropas y marchó a Roma. Esto es importante porque fue la primera vez que un general usaba la fidelidad de sus tropas para lograr una ambición personal en contra del dictamen del Senado.

En resumen, el año 88 a.C. marcó el inicio de la 1ª Guerra Mitridática (88-85 a.C.) y de la 1ª Guerra Civil Romana (88-81 a.C.), entre los optimates de Sila y los populares de Rufo y Mario. El primero fue asesinado y el segundo logró huir a África. Entonces Sila, con Roma más o menos pacificada, puso rumbo a Oriente. Luchó contra Mitrídates VI en Atenas, luego en Orcómenos y finalmente el legado Flavio Fimbra derrotó a Mitrídates en la Batalla del río Ríndaco (85 a.C.).

Mitrídates imploró paz y perdón y Sila le dejó seguir siendo rey, pero a cambio Roma se hizo con el control de la parte occidental de Anatolia y una buena suma de dinero y barcos.

Pero mientras Sila estaba fuera, un general llamado Lucio Cornelio Cina, casi igual que su rival, logró hacerse cónsul en el 87 a.C., y aliado con itálicos, soldados romanos descontentos y esclavos que había liberado, tomó Roma con ayuda de Cayo Mario. Los dos comenzaron un reinado de terror, con ejecuciones por doquier. No sólo de optimates, sino de partidarios suyos que se estaban volviendo demasiado locos con sus vendetas personales. Mario murió de viejo, pero la tiranía de Cina duró hasta el 84 a.C., cuando muchos soldados que no querían ir a Ponto a luchar contra Sila se amotinaron y le mataron.

Tras esto, Sila volvió a Roma sin casi oposición, ya que las tropas del cónsul Lucio Cornelio Escipión Asiático desertaron. Marco Licinio Craso, Metelo Pío y un joven Cneo Pompeyo fueron los encargados de recuperar Italia y África para Sila mientras Lúculo estaba de procuestor en Ponto recaudándole dinero para sus campañas. Esta 1ª Guerra Civil Romana acabó en el año 82 a.C. tras la Batalla de Puerta Colina (82 a.C.), que tuvo lugar junto a las murallas de Roma.

LA DICTADURA DE SILA Y EL ASCENSO DE POMPEYO

Muchos populares y un ejército de samnitas acabaron masacrados en la batalla, y los supervivientes fueron ejecutados por traición y sus tierras confiscadas. Ahora Sila tenía el poder absoluto y bajo el cargo de dictador comenzaría un reinado de terror lleno de proscripciones que duraría 3 años. Se dio poderes extraordinarios y creó una nueva Constitución mediante la cual duplicó el número de senadores a 600, tomó el control de los tribunales de justicia o quitó muchísimo poder a los tribunos de la plebe entre otras cosas.

Sila no se fiaba ni un pelo de Mitrídates VI, y había dejado a Lucio Licinio Murena como gobernador de Asia, al mando de dos legiones. Este vio que Mitrídates estaba formando de nuevo un ejército y estalló la  2ª Guerra Mitridática (83-81 a.C.). Tras varios combates Murena tuvo que largarse de allí y Sila pasó del tema, dejando a Mitrídates en paz.

Sila acabó sus reformas y en el año 80 a.C. decidió retirarse, muriendo poco después. Tras esto, los populares trataron de recuperar el terreno perdido, pero se dieron de bruces con los antiguos oficiales de Sila: Quinto Cecilio Metelo Pío, Marco Licinio Craso, Lucio Licinio Lúculo y Cneo Pompeyo.

Pero parece que entre los optimates comenzaron a aparecer divisiones más tirando a populares, como lo refleja el consulado de Marco Emilio Lépido (78 a.c.), que intentó abolir la Constitución silana, pero como el Senado no le dejó usó al ejército, y acabó siendo derrotado por Pompeyo.

Además en Hispania había estallado una guerra, la Guerra Sertoriana (82-72 a.C.). Quinto Sertorio era un fiel partidario de Cayo Mario que tras el desastre de Puerta Colina se fue a Hispania y comenzó una rebelión con la ayuda de los hispanos.

Metelo Pío fue el general encargado de derrotarle, pero fracasó y en el año 76 a.C. llegó Pompeyo a ayudarle. Tras unos años de lucha un lugarteniente de Sertorio llamado Perpenna asesinó al tipo y se quedó con sus tropas, pero fueron derrotados por Pompeyo poco después, y la guerra en Hispania acabó. Y fundó la ciudad de Pompaelo, actual Pamplona.

Sin embargo, en Ponto había estallado la 3ª Guerra Mitridática (74-65 a.C.), y es que Mitrídates VI se había rearmado y aliado con el Reino de Armenia de Tigranes II el Grande, su yerno, y quería volver a intentar destrozar a Roma. Esta vez el casus belli parece que fue el testamento de Nicomedes III, rey de Bitinia, que legaba su reino a Roma, como ya había hecho Pérgamo.

El Senado mandó al ahora cónsul Lúculo a por el rey de Ponto mientras Pompeyo seguía en Hispania. Tras la Batalla de Cícico (74 a.C.) Lúculo logró hacer que Mitrídates se tuviera que refugiar en Tigranocerta (69), la capital de Armenia, donde Tigranes fue derrotado. Sin embargo fueron años duros. Soldados viejetes, en tierras lejanas, siendo asaltados por tribus constantemente… al final Lúculo tuvo un motín muy gordo y Mitrídates logró huir y recuperar Ponto.

Y para empeorar las cosas, a partir de año 73 a.C. tuvo lugar la Guerra de Espartaco (73-71 a.C.). Espartaco era un exsoldado tracio que se había escapado de la Escuela de Gladiadores de Capua, y junto con otros guerreros fugados y esclavos formó un ejército que trató de huir de Italia buscando la libertad. El encargado de destrozarles fue Marco Licinio Craso, con la inestimable ayuda de Pompeyo y de Terencio Varrón Lúculo, hermano del otro Lúculo, tras acabar sus campañas en Hispania y Macedonia respectivamente. Craso logró cercar a los rebeldes en Apulia y les venció. Muchos de ellos fueron crucificados por toda la vía Apia.

En el año 70 a.C., Pompeyo y Craso lograron ser cónsules, a pesar de lo mal que se llevaban. Craso le acusaba de llegar siempre al final de una guerra y llevarse toda la gloria. Los dos habían apoyado a Sila, pero se fueron volviendo populares, y con ellos en el poder, muchos antiguos derechos fueron devueltos a los tribunos de la plebe y a las clases más pobres.

En los años siguientes Pompeyo fue trabando amistad con un senador llamado Cayo Julio César, sobrino de Cayo Mario, y también tuvo que hacer frente a los piratas cilicios, que habían paralizado la importación de trigo a Roma. Después de haberlos barrido, por el año 66, reemplazó a Licinio Lúculo en la guerra contra Mitrídates.

Al final, alrededor del año 64 a.C., Pompeyo logró acorralar al rey Mitrídates VI en el Bósforo y este intentó suicidarse con veneno, pero había tomado tantos para volverse inmune que tuvo que pedir a su guardia que le matara.

Con esto, los territorios de Roma en Oriente aumentaron una barbaridad, así como la popularidad de Pompeyo. Y no sólo eso. Pompeyo además destronó al último rey seléucida Antíoco XIII y llegó a Judea, a la que también logró someter después de que el macabeo Hircano aceptase su soberanía.

Mientras tanto, en las elecciones del año 65 a.C. se presentó a cónsul Lucio Sergio Catilina, un antiguo partidario de Sila y expropretor de África al que le gustaba abusar de su poder. A pesar del apoyo de Craso, el hombre no fue ni siquiera seleccionado como candidato, pero los cónsules elegidos acabaron siendo depuestos por corrupción. Los tres parece que se aliaron para asesinar a los nuevos cónsules, pero los senadores se enteraron y la protección aumentó, lo que hizo imposible el golpe.

Catilina se presentó a las elecciones del 63 a.C., pero todos desconfiaban de él tras la conjura, y ganaron el optimate Marco Tulio Cicerón y el popular moderado Cayo Antonio. Catilina se enfadó tanto que comenzó a reunir un ejercito para dar un golpe de estado y acabar con Cicerón.

Cicerón se convirtió en dictador y Cayo Antonio y su ejército aplastaron a Catilina y los suyos en la Batalla de Pistoya (62 a.C.) y el Senado les condenó a muerte sin juicio. Justo ese año llegaba Pompeyo de la guerra en Oriente y el Senado comenzó a conspirar contra él. A esta gente no le molaba que un político tuviera mucha fama entre la gente o el ejército, porque llevaba a la monarquía o dictadura que tanto odiaban, al poder absoluto.

Lo que hizo Pompeyo no se lo esperaron: nada más llegar a Brindisi licenció a su ejército y entró en Roma como un ciudadano normal, comenzando en política desde abajo, para que nadie le pudiera llamar “el segundo Sila”.

EL ASCENSO DE JULIO CÉSAR Y EL PRIMER TRIUNVIRATO

Pompeyo buscó el apoyo de las clases populares, y se unió a Craso, el hombre más rico de Roma en aquel momento, y a un expropretor de la Hispania Ulterior llamado Julio César que había sido nombrado Pontifex Maximus pocos años antes. Los tres formaron el 1º Triunvirato (60-53 a.C.), una alianza para influir políticamente en contra de los optimates liderados por Cicerón. De hecho, en el 59 a.C.

César llegó a cónsul junto al optimate Calpurnio Bíbulo, que le puso muchas pegas para aprobar diferentes medidas para favorecer a sus dos socios como la creación de nuevas colonias para asentar a los veteranos de Pompeyo o un canon más bajo para los publicanos de Craso en Asia. Al final César consiguió sus objetivos después de que una lluvia de mierda cayera sobre Bíbulo y se retirara.

César era un político famosete por sus ideas, aunque le faltaba algo que Pompeyo tenía: un ejército leal y prestigio en la guerra. Así que cuando acabó su consulado pidió el gobierno de la Galia Narbonense, Cisalpina e Iliria, y comenzó a conquistar la actual Francia a los celtas galos. Eso sí, antes de eso se aseguró de poner en el consulado a amigos del triunvirato y echar a sus opositores de Roma, como Cicerón y el bisnieto de Catón.

Durante la Guerra de las Galias (58-51 a.C.) Julio César se enfrentó a los aquitanos junto a Craso, y a tribus galas muy bravuconas como los helvecios, asentados en Suiza, los eduos, instalados por Borgoña, los vénetos, en la Bretaña Francesa, o los arvernos, instalados por la zona de Auvernia.

Las tropas de César atravesaron el río Rin, la frontera entre Galia y Germania, y también se dieron de leches contra tribus germanas varias, en teoría para defender a otros galos que se habían unido al romano. Además César también llegó a Britania cruzando el Canal de la Mancha, pero no se quedaron mucho.

La situación en Roma tampoco era la mejor. Había crisis, muchas broncas, disturbios, y el aliado romano Ptolomeo XII Auletes había sido expulsado de Egipto por su hija Berenice IV en el 57 a.C., lo que significaba menos comida para Roma. Pompeyo acogió a Auletes en su casa y mandó al procónsul de Siria, Aulo Gabinio, a poner orden. Lo logró con la ayuda de su jefe de caballería, el joven Marco Antonio, quien conoció a la hija del faraón: Cleopatra VII. El destino les volvería a unir una década después.

Fue entonces cuando el triunvirato se reunió en Lucca (56 a.C.) para renovar su pacto, y hacer que Craso y Pompeyo fueran los cónsules del año 55. Tras eso, los tres se repartirían las provincias por 5 años. Pompeyo se quedaba con Hispania, que gobernó desde Roma, donde comenzó a construir el Teatro Pompeyo, el 1º permanente de la ciudad. César se quedó con Galia e Iliria y Craso con Siria.

Sin embargo, Craso encontraría su muerte en aquella provincia tan lejana. Luchando contra el Imperio Parto de Orodes II comprobó de primera mano la alucinante habilidad de los jinetes partos de disparar flechas en movimiento. La Batalla de Carras (53 a.C.) acabó con 20.000 soldados muertos, 10.000 capturados, la famosa legión perdida que supuestamente acabó en la China de la Dinastía Han, y otros 10.000 huyendo acojonados liderados por el general Cayo Casio Longino. Entre esto y la muerte de Julia, hija de César y esposa de Pompeyo, el triunvirato se fue a tomar por culo.

Mientras tanto César se enfrentó con un caudillo de los arvernos que había logrado aliar a muchas tribus celtas contra Roma. Era Vercingétorix. Este formidable guerrero comenzó ganando, pero Julio César, junto con su general Marco Antonio, logró arrinconarle en la fortaleza de Alesia (52 a.C.), y tras meses de asedio logró hacer que el galo se rindiera.

¿Y qué pasaba en Roma? Pues una guerra de bandas entre el extribuno de la plebe Publio Clodio Pulcro y el aspirante a cónsul Tito Anio Milón acabaron con el edificio del Senado ardiendo. Se declaró la ley marcial y se nombró de manera excepcional a Pompeyo como cónsul único. Este creó leyes para impedir que César volviese a ser cónsul en el 50 a.C., por lo que no podría asignar tierras a sus veteranos y el chollo se le jodería. El Senado le dijo que venga, que entregase ya a sus legiones y volviera.

En el año siguiente, uno de los tribunos de la plebe era Marco Antonio (49), e intentó llegar a un acuerdo, sin éxito. Pompeyo y los optimates hicieron frente a las nuevas revueltas y también dieron de leches a algunos tribunos, que se piraron de Roma para ir con César a la Galia. La única solución de César era la guerra.

LA 2ª GUERRA CIVIL ROMANA

Cuando las tropas de César cruzaron el río Rubicón, (alea jacta est) es decir, que entraron en territorio romano, comenzó la 2ª Guerra Civil Romana (49-45 a.C.). Pompeyo y los senadores huyeron a Grecia después de que muchos soldados cambiaran de bando, y en Roma el máximo magistrado era el pretor Marco Emilio Lépido, que se quedó al mando de Italia junto a Marco Antonio cuando César llegó a Roma. No se quedó mucho allí, pronto fue a Hispania a luchar contra tres legados de Pompeyo en Ilerda, luego en Roma fue elegido cónsul (48), y después partió a Grecia, donde se enfrentó con su viejo amigo en la Batalla de Dirraquio (48 a.C.).

Pompeyo obtuvo una victoria pírrica, pero poco después César le venció en la Batalla de Farsalia (48 a.C.) y Pompeyo tuvo que huir al Egipto del niño Ptolomeo XIII, el hermano de Cleopatra, que para ganarse el favor de César le cortó la cabeza. César se enfadó por ello, pero decidió hacer de intermediario entre Ptolomeo XIII, Cleopatra y su otra hermana, Arsínoe IV, que malmetía a más no poder.

Conté todo esto en detalle en el episodio del Egipto Ptolemaico, así que iré rápido. Cleopatra se chingó a César y este la puso de Reina de Egipto mientras que su hermano se quedó en palacio casi de rehén. Pero claro, él y Arsínoe comenzaron una rebelión en Alejandría que dio la victoria a los romanos y Ptolomeo acabó ahogado y su hermana apresada. Cleopatra entonces se fue a Roma a vivir con César y tuvieron un hijo: Cesarión.

¿Recordáis a Mitrídates VI? Pues su hijo, Farnaces II, que reinaba en el Bósforo, invadió el Ponto en el 47 a.C., y comenzó a matar romanos. César tuvo que intervenir y le venció en cero coma tras la Batalla de Zela (47 a.C.). Fue aquí cuando supuestamente dijo la famosa frase “Veni, vidi, vici”, es decir, “Vine, vi, vencí”.

Tras eso, César tuvo que ir al norte de África para enfrentarse con Metelo Escipión y el rey númida Juba I en la Batalla de Tapso (46 a.C.). Después volvió a Hispania y en la Batalla de Munda (45 a.C.) logró vencer a la última resistencia pro-Pompeyo liderada por su hijo Sexto Pompeyo. Fue allí donde su joven sobrino Cayo Octavio Turino se unió a él tras naufragar su barco en tierra hostil. Ambos se llevarían tan bien que César le haría heredero.

Finalmente, ya en el año 45 a.C., César volvió a Roma como dictador para supuestamente restaurar la República, como le pedía Cicerón, algo que nunca ocurrió. Aquí comenzaron un porrón de reformas constitucionales. La elección de la mitad de los magistrados y la atribución de provincias ya no iba a ser por comicios o sorteos sino a dedo, y los propretores y procónsules sólo podían estar en el cargo dos años máximo.

Aumentó el número de senadores a 900 y allí metió a muchos partidarios suyos: centuriones, legionarios, gente pobre, hijos de libertos, provincianos… Además les quitó el poder de manejar el erario público. Los gastos iban a ser decisión de César. Además reformó el sistema monetario, el calendario, que apenas ha sido modificado hasta nuestros días, y creó muchísimas colonias y templos y monumentos en Roma, como el Foro de César, donde también levantó el nuevo edificio del Senado, llamado Curia Julia, o el Templo de Venus Genetrix, considerada antepasada de su familia.

El dictador romano no tomó represalias contra sus enemigos políticos, él quería concordia, pero obtuvo más bien conspiración. El Senado estaba molesto por sus coqueteos con la monarquía, y en marzo del año 44 a.C. un grupo de senadores, entre ellos Marco Junio Bruto y Cayo Casio Longino, le asesinaron sin piedad a puñalada limpia a la salida del Senado. Cleopatra se acojonó al enterarse, cogió al niño y se volvió a Egipto, que estaba un poco en el caos.

LA 3ª GUERRA CIVIL ROMANA Y EL 2º TRIUNVIRATO

Con César muerto, Marco Antonio fue elegido cónsul. Sin embargo, César había elegido como sucesor a su sobrino-nieto de 18 años Cayo Octavio. Cicerón vio en el chaval la oportunidad de quitarse a Marco Antonio de en medio, ya que estaba intentando hacerse con el control de la Galia Cisalpina. Realmente los comicios se la habían asignado, pero Décimo Junio Bruto, uno de los conspiradores y amiguito de los optimates, se negaba a dársela.

El Senado primero envió a Emilio Lépido, pero se pasó al bando de Antonio, que estaba asediando Mutina, actual Módena. Después ya enviaron a Octavio, pero este vio que iba a ser imposible derrotar a Antonio, así que también se unió a él y marchó sobre Roma sin prácticamente oposición.

Octavio, ahora llamado Cayo Julio César Octaviano, vio que tenía muchas cosas en común con Antonio y Lépido, por lo que se aliaron en el 2º Triunvirato (43-38 a.C.). Esta dictadura oficial a tres bandas comenzó a desmontar el poderío del Senado y a perseguir a sus opositores. Cicerón se quedó sin manos y sin cabeza, y estalló una 3ª Guerra Civil Romana (43-42 a.C.) contra los asesinos de César, Bruto y Casio, que habían huido a las provincias orientales y estaban armando un ejército. Marco Antonio hasta se reunió con Cleopatra en Tarso para pedirle ayuda, y se enamoraron (41).

Tras matar a los dos asesinos en la Batalla de Filipos (42 a.C.), el triunvirato se repartió los territorios romanos. Antonio se quedó con las provincias de Oriente, Octaviano con las occidentales y Lépido con el Norte de África. Y bueno, Sexto Pompeyo controlaba Sicilia. Pero con permiso.

OCTAVIANO Y LA 4ª GUERRA CIVIL

La relación entre Octaviano y Marco Antonio nunca fue sencilla. Octaviano se vio obligado a tomar medidas impopulares como la confiscación de tierras para intentar sobrellevar la crisis económica. Ya no quedaba ager publicus en Italia donde asentar a los soldados, y era mejor confiscar a pueblerinos que cabrear a los soldados. Esto hizo que muchos partidarios de Marco Antonio se le echasen a la yugular, como su hermano Lucio Antonio o su mujer, Fulvia.

Durante el año 41 a.C. Octaviano asedió Perusia, donde estaban todos los seguidores de Marco Antonio y a muchos se los cargó, pero entonces llegó Marco Antonio a poner orden. Hicieron las paces y entonces Antonio se casó con la hermana de Octaviano, Octavia. Pero quien le molaba de verdad era Cleopatra. Por su parte, Octaviano se casó con Livia Drusilla, quien tenía dos hijos de otro matrimonio: Druso y Tiberio, quien sería el segundo emperador de Roma.

En el 36 a.C. Sexto Pompeyo se les puso farruco y el general Marco Agripa, el mejor general de Octaviano, le venció en la Batalla de Nauloco (36 a.C.). Otro que se puso farruco fue Lépido, que reclamaba la ahora neutral Sicilia, y los otros dos triunviros le exiliaron. Con esto el triunvirato se acabó.

A partir de aquí las tensiones entre Octaviano y Marco Antonio alcanzarían su cénit. Marco Antonio se casó con la faraona y le regaló muchos territorios, y vivieron una vida de orgias muy loca. Comenzó una campaña militar contra los partos, que fue un fracaso, aunque el tipo entró en Alejandría de forma triunfal y repartió sus territorios entre sus hijos Alejandro Helios (Armenia), Cleopatra Selene (Cirenaica), Ptolomeo Filadelfo (Siria) y Cesarión (Egipto y Chipre), el hijo de César.

A Octaviano se le hincharon los huevos y, tras leer el robado testamento de Marco Antonio en el Senado, donde decía que todo iría para Cleopatra, una oriental degenerada según los romanos, Roma declaró la guerra a Egipto, la 4ª Guerra Civil Romana (32-30 a.C.).

No fue una guerra larga. Fue en la Batalla de Accio (31 a.C.) donde las dos flotas enemigas se encontraron. Les fue tan mal a Cleo y a Antonio que los dos abandonaron el campo de batalla dejando a los soldados a su suerte. Ambos volvieron a Alejandría, pero Marco Antonio vio como sus tropas desertaban, y al enterarse de que su amada había muerto se suicidó. No era cierto, la reina había sido cercada en su palacio, pero sabiendo lo que le esperaba se dejó morder por una serpiente y murió.

EL FIN DE LA REPÚBLICA Y EL INICIO DE IMPERIO ROMANO

En el año 30 a.C. acabó la guerra, volvió la paz a Roma y se restauró la República, pero eso estaba a punto de cambiar. Con Egipto formando parte de las provincias romanas, se pudo enviar mucho trigo a Roma para paliar el hambre de los ciudadanos.

Entonces llegó el debate a las calles. La República no funcionaba, todo acababa en guerras civiles, y la única forma de evitarlo era un poder único y fuerte. Y todos miraban a Octaviano. En el año 27 a.C. este dijo que devolvía sus poderes y se retiraba, pero los senadores le necesitaban para recuperar la confianza de la gente. Le dieron más poder y fue nombrado Octavio Augusto. A partir de ese año Augusto se convirtió en cónsul princeps, o emperador, para entendernos, y con él nació el Imperio Romano.