M�sica

OBITUARIO

Muere Chester Bennington, cantante de Linkin Park

Muere el cantante de Linkin Park, la voz de una generaci�n. Foto: DIEGO SINOVA | V�deo: EFE

Se baraja principalmente la hip�tesis del suicidio: ha aparecido ahorcado

Chester Bennington, vocalista de la banda de rock Linkin Park, ha muerto este jueves a los 41 a�os en lo que parece un caso de suicidio. Bennington, quien se cas� en dos ocasiones y tuvo seis hijos, apareci� ahorcado en una residencia de Palos Verdes Estates, cerca de Los �ngeles, poco antes de las 17:00, hora espa�ola.

Chester Bennington fue siempre consciente de que algo en su interior estaba roto, y que no hab�a manera de repararlo. Si inspeccionamos por encima las letras que escribi� para las canciones de Linkin Park, es f�cil detectar un mensaje que oscila entre el asco y la llamada de socorro. De hecho, una de las ideas que m�s se repite es la incapacidad de resta�ar sus heridas y reparar un da�o que nunca se especifica, pero que hay que entender en clave existencial y derrotista: era otro �dolo del rock incapaz de soportar el peso de la realidad.

En Somewhere I Belong, una de las canciones de Meteora (2003), el segundo �lbum de la banda, hab�a versos reveladores: "Quiero dejar atr�s el dolor que he sentido durante tanto tiempo, quiero curarme, quiero sentir lo que nunca pens� que era real", y que no hac�an m�s que ahondar en las palabras que hab�an quedado grabadas a fuego entre sus fans desde que su primer single, Crawling, les convirtiera en una de las bandas m�s vendedoras de la d�cada pasada: "reptan por mi piel, estas heridas no se van a curar; el miedo me hace caer, distorsiona mi realidad".

La herida, seg�n explicaba Bennington, que utiliz� muchas veces las entrevistas de promoci�n como sesiones de terapia, era la primera violaci�n que sufri� siendo ni�o, a manos de un amigo de la infancia algunos a�os mayor que �l. Aquellos abusos duraron seis a�os: no los denunci� por miedo, por confusi�n, incluso para que nadie pensara que era gay, pero la herida se hizo cada vez m�s grande, hasta el punto de volverse incurable. Nada aplacaba su quiebra interior: ni la hero�na, ni el alcohol, ni las relaciones sexuales. Su historia, por desgracia, no suena como un caso aislado: es la misma que ha explicado el pianista James Rhodes en su libro Instrumental. Bennington s�lo pod�a paliar el vac�o y su auto-odio escribiendo canciones, gritando con furia, volvi�ndose a drogar.

Linkin Park irrumpieron en el a�o 2000 como una consecuencia l�gica del grunge de una d�cada antes, y sirvieron de enlace entre bandas que expresaban el malestar de la generaci�n anterior -Nirvana, Alice in Chains, Soundgarden- con la nueva ola del heavy metal en la era de expansi�n de la tecnolog�a, que se estaba nutriendo de texturas electr�nicas y ritmos hip hop. En el mapa de g�neros de la m�sica moderna, al estilo de Linkin Park se le conoce como nu metal -etiqueta en la que estaban englobadas bandas como Mudvayne, P.o.D., Limp Bizkit o Deftones-, aunque ellos prefer�an la denominaci�n rap-metal: fue uno de los primeros grupos heavies en tener DJ -el l�der y fundador Mike Shinoda manejaba los platos-, e incluso grabaron un experimento con el rapero Jay-Z, Collision course, en el que jugaban con la t�cnica del mash-up: la mezcla de dos temas para crear uno nuevo.

En 17 a�os de carrera, Linkin Park han vendido m�s de 70 millones de discos y fueron actores directos en un cambio generacional en el heavy metal que atrajo a un p�blico nuevo y muy joven gracias a dos rasgos fundamentales: un tipo de producci�n detallista que sustitu�a el volumen ensordecedor por efectos como el scratch, los beats electr�nicos y el uso de sampleados para acompa�ar las guitarras -con lo que se consegu�a un empaquetado m�s pop, aunque igualmente duro-, y las confesiones de Bennington, un cat�logo completo de debilidades, dudas y disfunciones emocionales que abr�an un nuevo cap�tulo del rock como estado del malestar, cuyo siguiente cap�tulo ser�a el boom del emo.

Bennington, en el fondo, era un grunge de coraz�n. Uno de sus deseos de adolescente era poder entrar en la banda Stone Temple Pilots -cumpli� su sue�o entre 2013 y 2015, cuando entr� como sustituto temporal de Scott Weiland, compaginando el tiempo con las giras y las grabaciones de Linkin Park-, y mantuvo una relaci�n estrecha con Chris Cornell, el l�der de Soundgarden. Cornell se hab�a suicidado hace dos meses, ahorc�ndose en el ba�o de un hotel: cuesta, por tanto, resistir la tentaci�n de presuponer que aquel acto inspirara el suicidio de Bennington ayer, tambi�n ahorcado en su residencia privada, una semana antes de que Linkin Park retomara la gira mundial One More Light, que iba a iniciar su rama norteamericana el 27 de julio, y que ten�a comprometidas fechas hasta el 5 de noviembre, con tres conciertos seguidos en Jap�n. El 22 de junio hab�an tocado en Madrid.

En realidad, llevaba a�os avisando: escuchar a Linkin Park era como trasladar la experiencia de leer al fil�sofo Cioran al contexto del heavy metal moderno. Bennington sonaba en todo momento como un hombre al l�mite, incapaz de soportar su propia existencia, derrotado e incapaz de sentir nada. Ten�a seis hijos de dos matrimonios, pero ni siquiera eso le animaba a seguir. El �xito m�s arrollador de la banda, Numb (2003), era una se�al para quien quisiera interpretarla: "Me he vuelto completamente insensible, no puedo sentir si est�s ah�, me he cansado de todo". Bennington hab�a cumplido 41 a�os el pasado mes de marzo. Como Kurt Cobain, el �xito y el reconocimiento no fueron distracci�n suficiente para que dejara de observar el profundo abismo que se hab�a abierto en su alma.

�ltimo concierto en Espa�a

Aunque el sonido de Linkin Park hab�a cambiado en la �ltima d�cada y hab�a emprendido una deriva hacia el rock progresivo, segu�an teniendo un tir�n enorme. En Madrid, como cabezas de cartel del festival Download, congregaron a 33.000 personas en la Caja M�gica el 22 de junio, compartiendo cartel con System of a Down, The Cult y Mastodon, entre otras bandas. Ungidos por el �xito, era imposible imaginar lo que pasar�a un mes despu�s.