No creo en conspiraciones, excepto en esta - La Opinión de Murcia

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No creo en conspiraciones, excepto en esta

Industria de extracción de petróleo.

Industria de extracción de petróleo. / Efe

Ni creo que el mundo esté dominado por los designios de los famosos Siete Sabios de Sion, como proclaman los filonazis de ahora y siempre, ni que haya un círculo de pederastas comandado por Hillary Clinton que nutre de carnaza infantil a los líderes mundiales progresistas, empezando por Bill Gates (como proclama la teoría conspiranoica de los QAnon). Ni tampoco que los líderes del Ibex se reúnan cada mes en un despacho secreto del Paseo de la Castellana para repartirse las empresas y riquezas del vecino Portugal.

Pero no hace falta ser conspiranoico para creer que los enormes poderes políticos y económicos que se alimentan de las riquezas que proporcionan los combustibles fósiles han conspirado desde hace décadas contra la energía nuclear, la fuente energética más segura, fiable y limpia que ha descubierto la Humanidad en toda su historia. Por si había alguna duda, esta semana se ha sabido del compromiso de Donald Trump con las compañías petrolíferas americanas de cargarse en un solo día toda la legislación medioambiental aprobada por la administración Biden a cambio de mil millones de dólares de contribución a su campaña.

Tiene sentido que la energía nuclear levantara recelos en la población mundial por su asociación con el armamento nuclear. Pero también existían temores de que el cuerpo humano no pudiera resistir las aceleraciones de los trenes cuando se construyeron en el siglo XIX, y no digamos del miedo a volar que aún atenaza a muchos ciudadanos, a pesar de que es el medio más seguro de viajar.

Que la población, y sobre todo muchos científicos, se preocupen por las catástrofes que augura el cambio climático, y sigan oponiéndose a una fuente de energía como la nuclear que expulsa a la atmósfera cero partículas de gases de efecto invernadero, es para hacérselo mirar. Los intereses que están detrás de la conspiración antinuclear son tan potentes que han conseguido que países tan aparentemente pragmáticos y racionales como Alemania hayan declarado hace décadas el cierre total de sus centrales. Y todo para mayor beneficio de los intereses de Gazprom y el conglomerado estatal ruso. 

Y no digamos España, una marioneta en manos de los países árabes productores de gas y petróleo, que dirigen nuestra política nuclear ¿Alguien necesita mayor evidencia de esta conspiración que la liquidación de nuestras centrales nucleares plenamente operativas, altamente rentables y totalmente amortizadas?

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