Carlos V y Francisco I: una cuestión personal - Archivo Histórico de la Nobleza | Ministerio de Cultura
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Carlos V y Francisco I: una cuestión personal

Un acontecimiento poco conocido de nuestra historia es el duelo personal que enfrentó a Carlos I de España y a Francisco I de Francia a lo largo del año 1528.

Tras haber capturado al rey galo en la batalla de Pavía (1525), el emperador accedió a su liberación concertando previamente unas capitulaciones de paz que se celebraron en Madrid en 1526. Mediante este tratado, Francisco I se comprometía a entregar el ducado de Borgoña al emperador, renunciando además a sus derechos en Italia (especialmente los de Nápoles y Milán). La paz habría de sellarse con el matrimonio del monarca galo y doña Leonor, hermana de Carlos. A fin de asegurar lo capitulado, los hijos del rey de Francia -los delfines- quedarían como rehenes del César.

Sin embargo, una vez hubo pasado a Francia, Francisco I trabó pactos con nuevos aliados que conformarían la liga de Cognac: el rey de Inglaterra, Florencia, Venecia y el papa Clemente VII (no debe olvidarse que hacía tan solo un año las tropas imperiales habían perpetrado el llamado "Saco de Roma"). Con el apoyo de estos aliados Francisco I pudo desdecirse de todo lo pactado en Madrid aduciendo que el tratado carecía de valor al haber sido firmado bajo coacción.

Toda esta situación dio lugar a un enfrentamiento dialéctico en el que ambos monarcas se acusaron de mentir y de faltar a su honor en un intercambio de “puntos de vista” y provocaciones que se llevó a cabo mediante el envío de heraldos (o reyes de armas) y embajadores que públicamente leían los “carteles” donde se anunciaba el reto.

En un primer momento (entre enero y febrero, durante el llamado primer desafío de 1528) los reyes de Francia e Inglaterra declararon la guerra a la Monarquía Hispánica, pero progresivamente el desencuentro se encauzó hacia un enfrentamiento personal, una cuestión de honor que habría de dirimirse según los códigos caballerescos. El duelo pronto se haría público y se convirtiría en un instrumento de propaganda del que ambos monarcas quisieron sacar rédito político.

Esto sucedió en el segundo desafío, cuando uno de los heraldos del rey de Francia se dirigió en junio a Monzón, donde Carlos I había convocado Cortes, allí leyó el públicamente el “cartel” por el cual Francisco I retaba al César a un duelo singular. Aquel se reservaba el derecho a elegir las armas, ofreciendo a este la elección del lugar. El emperador aceptó “creyendo que por esta vía […] se acabarían nuestras diferencias y se excusaría la guerra y efusión de sangre” y propuso a través del heraldo Borgoña el lugar del encuentro: “el río que pasa entre Fuenterrabía y Hendaya”.

Lo cierto es que el combate nunca se llegó a producir. Ambos monarcas habían estipulado unos plazos para la realización del desafío, y arrojado la responsabilidad (y la vergüenza) de la dilación al otro. Al parecer, el rey de armas de Carlos I, fue retenido durante 50 días en Fuenterrabía, al no concedérsele visado para pasar a Francia con el cartel del emperador. En cualquier caso Francisco I se negó a escucharle aduciendo que no admitiría más escritos de parte del César.

Lo magnífico de este hecho histórico es que en el Archivo Histórico de la Nobleza se conserva un buen número de documentos que lo acreditan y arrojan luz sobre los detalles del mismo. Entre las provocaciones que ambos se dedicaron destacan algunas expresiones como la de “mentir por la gorja” (hablar sin fundamento) acusación que Francisco I dirigió al emperador, o la de actuar “ruin y bellacamente” grave acusación con la que este respondía a aquel.

Transcripción de los documentos

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Frías,c.21,d.162

El Rey.

Conde de Oropesa, pariente. A todos es notorio que la principal causa porque yo tuve por bien de soltar al rey de Francia -teniéndole en estos reinos preso- fue pareciendo que, de lo que con él se asentó, se seguía paz universal en la Cristiandad, que es lo que yo siempre más he deseado por poderme mejor emplear en guerra contra infieles. Y él, no mirando la buena obra que de mí recibió, e la fe e juramento que hizo de guardar e cumplir lo capitulado o de tornar a la prisión en que estaba, luego como se volviere, fizo ligas y confederaciones con algunos príncipes y potentados para nos hacer guerra, como después nos la ha fecho, y me envió sus embajadores pidiéndome otras nuevas capitulaciones. E como quier que no había causa para alterar las fechas, como mi principal fin ha sido querer siempre la paz así con el dicho rey de Francia como con los otros príncipes cristianos con quien él se ha aliado, tuve por bien de tornar a tratar de nuevo y dejar mucho de lo que antes estaba asentado y había venido en conceder a embajadores lo que pedían, de manera que ellos estaban contrarios según la comisión que traían. Pero el rey de Francia ni ellos no quisieron dar seguridad de lo que se asentaba ni sacar sus ejércitos que tiene en Italia guerreando nuestras tierras y tomando y ocupando algunas dellas, antes, me pidió que primero yo les mandase entregar los hijos del dicho rey de Francia que acá están en rehenes para que los llevase libremente a Francia. Lo cual no era cosa que convenía ni se debía hacer, pues si él tuviese libres sus hijos -que es lo que desea más- en su mano estaría la guerra. Y habiéndo faltado su juramento e fe teniéndolos acá en rehenes, menos seguridad se podía tener para en lo de adelante no los teniendo. Y lo que yo les concedí, que según era con mucha ventaja suya, no lo hiciera por la gran razón que tengo y por lo que toca a la autoridad de nuestra real persona, si no fuera como tengo delante el sercivio de Dios Nuestro Señor, y por excusar los grandes daños que de las guerras resultan, y por el bien de los súbditos e naturales de estos reinos e del trato e comercio dellos. Y por tener mejor causa ante Dios para la guerra han aprovechado tan poco nuestros cumplimientos que, despues de haber entendido de mi sus embajadas estas causas e justificaciones, e conociendo claramentre que el provecho que su rey recibía, como su fin siempre ha sido no querer la paz, hoy día de la fecha desta, con reyes de armas, en nombre del dicho rey de Francia y del rey de Inglaterra, que con malas informaciones y engaños le trajo a su propósito, han desafiado nuestra persona real ofreciéndonos guerra a fuego y a sangre a nos y a nuestros súbditos, estoy muy satisfecho de haber cumplido lo que en esto debo y de no ser causa de las miserias e males que dello sucederán y espero en Nuestro Señor que, según mi causa es tan justificada, me ayudará como hasta aquí lo ha hecho. Acordé de daros parte de todo como es razón. De Burgos a XXII días del mes de enero de MDXXVIII años.

Yo, el Rey. / Por mandado de Su Magestad, Francisco de los Cobos.

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FRÍAS,C.23,D.4

El Rey.

Condestable, primo. Ya sabéis las guerras injustas que el rey de Francia ha movido los años pasados contra nos y contra nuestros estados, y como no ha querido cumplir lo que asentó y juró al tiempo que le pusimos en libertad y como, so color de recobrar a sus hijos que quedaron en rehenes por él, ha puesto en armas a toda Italia contra nos, y como últimamente nos ha enviado a desafiar, y lo mismo el rey de Inglaterra por tratos y persuasiones suyas. Y por que para resistir a los reyes así por mar como tierra y ofenderlos, si necesario fuere, conviene juntar a mucha gente para un ejército o dos o los que fueran menester, yo vos encargo y mando que así para lo suso dicho como para otra cualquier cosa de guerra que se nos ofrezca estéis apercibido para nos venir a servir con vuestra persona y casa en la mejor orden y mas cantidad que pudiéredes como de vos confío por que, demás de hacer lo que debéis y sois obligado en ello, me haréis placer y servicio. De Burgos a XVIII de febrero de DXXVIII años.

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Frías,c.21,d.163

El Rey.

Conde, pariente, por la parte que os hemos dado de nuestras cosas tendréis entendido el estado dellas hasta aquí. Agora os hacemos saber que el lunes (ocho del presente mes de junio) llegó a esta villa de Monzón un faraute del rey de Francia con un cartel de desafío de su persona a la mía, a causa de ciertas palabras que yo había dicho a sus embajadores y al dicho faraute al tiempo que él y el rey de Inglaterra hicieron el desafío general en Burgos. Lo cual yo hice (viendo que con el dicho rey de Francia no han aprovechado ningunos medios ni cosas en que yo he venido) para asentar la paz en la Cristiandad, creyendo que por esta vía vendríamos a ella y se acabarían nuestras diferencias, y se excusaría la guerra y efusión de sangre, teniendo por mejor aventurar mi persona que no ver tantos trabajos, muertes y daños en mis reinos y vasallos e servidores. Al cual [faraute] yo di lugar que hiciese sus actos libremente y en publico por que así me lo suplicó, y así los hizo estando presentes conmigo todos los prelados e grandes caballeros que aquí se hallaron. Yo entiendo responder como más convenga a mi honra y a la de nuestros reinos, de lo cual os mandaré avisar como a persona a quien tengo por cierto y verdadero servidor mío y que conozco que desea nuestra honra y ama nuestro servicio. De Monzón a XV de junio de DXXVIII años.

Yo el Rey. Por mandado de Su Magestad, Francisco de los Cobos.

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Frías,c.21,d.165

Cartel del rey de Francia

Nos François, por la gracia de Dios rey de Francia, señor de Génova etc. A vos Carlos, por la misma gracia electo emperador de los romanos y rey de las Españas, hacemos saber que nos, siendo avisados que en algunas respuestas que habéis hecho a nuestros embajadores y heraldos enviados a vos por el bien de la paz, queriéndoos sin razón escusar, nos habéis acusado diciendo que habéis nuestra fe y que sobre ella [en] contra de nuestra promesa nos éramos idos e partidos de vuestras manos e de vuestra pujanza, para defender nuestra honra (la cual en este caso sería demasiadamente cargada contra verdad) habemos bien querido os enviar este cartel por el cual, aunque todo hombre guardado [preso] no puede haber obligación de fe, y que eso nos fuese excusa harto suficiente, esto no obstante, queriendo satisfacer a cada uno en nuestra dicha honra, (la cual nos habemos querido guardar e guardaremos si a Dios pluguiera hasta la muerte) os hacemos entender que si vos nos habéis querido o queréis cargar, no solamente de nuestra dicha fe y deliberanza, pero que nos hayamos jamás hecho cosa que un gentilhombre guardando su honra no debe de hacer, nos decimos que vos habéis mentido por la gola, y en tantas veces que lo diréis vos mentiréis, siendo deliberado de defender nuestra honra hasta el postrer cabo de mi vida, por ende, pues que contra verdad vos nos habéis querido -como dicho es- cargar, de aquí adelante no nos escribáis ninguna cosa, antes nos asegurareis el campo y nos llevaremos las armas protestando que, si después desta declaración, en otras partes vos escribís o decís palabras que sean contra nuestra honra, que la vergüenza de la delación del combate sea vuestra, visto que viniendo al dicho combate es la fin de todas escripturas. Hecho en nuestra buena villa e ciudad de París a XXVIII De marzo de DXXVIII años antes de Pascua. Así firmado, François, e debajo de la firma estaba fijo un sello o cajeta en cera colorada.

Respuesta del emperador

Carlos por la divina clemencia electo emperador de romanos, rey de las Alemanias e de las Españas, etc. A vos, Francisco, por la gracia de Dios rey de Francia, hago saber cómo a ocho deste mes de junio con Guyena, vuestro rey de armas, he recibido vuestro cartel de XXVIII de marzo (el cual de mas lejos que de París podiera en esta villa llegar más presto) e siguiendo lo que de mi parte fue dicho [a] vustro dicho rey de armas yo vos respondo en lo que decís que en algunas

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respuestas por nos hechas a vuestros embajadores e reyes de armas enviados a mi por el bien de paz, queriéndome sin razón escusar, vos e acusado, yo no he jamás visto rey de armas venido de vuestra parte sino el que vino en Burgos a intimarme la guerra. Y cuanto a mi, no habiendo faltado en nada, no es menester excusarme, antes vuestra falta es la que os acusa. Y en lo que decís que yo tenía vuestra fe, verdad es, entendiendo que es la que habeis dado por el tratado de Madrid, el cual parece por escripturas firmadas de vuestra mano que tornaríades en mi poder como mi prisionero de buena guerra en caso que no cumpliésedes lo que por el dicho tratado me habéis prometido, pero que haya dicho (como en el dicho cartel decís) que sobre ella, [por] demás de vuestra promesa, os hayais ido e partido de mis manos e de mi poder, son palabras que nunca dije, porque jamas no he pretendido de haber vuestra fe de no partir, sino la de volver en la forma tratada, e si lo oviésedes así hecho no habríades faltado a vuestros hijos ni a la satisfación de vuestra honra. E a lo que decís que para defender vuestra honra (la cual en este caso sería demasiadamente cargada contra verdad) vos habéis querido enviar el dicho vuestro cartel, por el cual decis que, aunque todo hombre guardado [preso] no puede haber obligación de fe, y que aquello os era excusa harta suficiente, todavía queriendo satisfacer a cada uno en nuestra dicha honra (la cual decís queréis guardar e guardareis si a Dios pluguiere hasta la muerte) me hacéis entender que si os he querido o quiero cargar no solamente de vuestra fe y deliberación pero que vos hayais hecho cosa que un gentilhombre amando su honra no debe facer, decis que yo he mentido por la garganta, e que tantas veces que yo lo diré, que yo mentiré, siendo deliberado de defender vuestra honra fasta el postrer cabo de vuestra vida, yo vos respondo que, en siguiendo la forma tratada, vuestra excusa de haber sido guardado no puede haber lugar, y pues que tan poco estimáis vuestra honra no me maravillo que neguéis ser obligado de cumplir vuestra promesa e vuestras palabras no bastan para [satisfacer] a vuestra dicha honra por que yo he dicho e diré sin mentir que vos lo [habéis] hecho ruin e bellacamente de no me haber guardado la fe e [] que yo tengo de vos seguir la dicha capitulación de Madrid, y diciéndome esto [] cargo de cosas secretas no posibles de probar pues que

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por escrituras firmadas de vuestra mano, de las cuales no os podeis escusar ni las negar, y si vos queréis afirmar el contrario pues que solamente este caso os tengo habilitado para combatir, yo vos digo que por el bien de la Cristiandad y evitar efusión de sangre y poner con eso fin a esta guerra, e para defender mi justa querella, yo manterné de mi persona a la vuestra lo que dicho es ser verdaddero y no quiero usar con vos de tales palabras como vos haceis (visto que vuestras mismas obras son aquellas que sin que yo ni otro lo digan vos desmienten y también por que cada uno puede usar de tales palabras más seguramente de lejos que de cerca). A lo que decis que, pues contra verdad os he querido cargar, de aquí adelante no os escriba alguna cosa antes que os asegure el campo y traereis las armas, habeis de tener paciencia que se diga lo que vos haréis e que yo os escriba esta respuesta, por la cual vos digo que yo acepto de vos librar el campo y soy contento por mi parte. Os lo aseguraré por todos los medios razonables que sobre esto serán avisados y a este efecto, e por más pronto expediente, yo vos nombro desde agora el lugar del dicho combate: sobre el rio que pasa entre Fuenterrabía y Hendaya, en tal parte y de la manera que de común consentimiento será avisado más segura e más conveniente, e me parece que por razón no lo podéis en ninguna manera rehusar ni decir de no ser bien asegurado, pues que allá fuiste entregado en recibiendo vuestros fijos por rehenes y mediante vuestra fe de antes dada por vuestra tornada como dicho es. E visto también que sobre el mismo río fiastes vuestra persona y las de vuestro fijos, podéis bien fiar la vuestra sola, pues que yo pondré también la mía y que no obstante la situación del dicho lugar se hallará buen medio que allí no habrá ventaja más al uno que al otro e al efecto sobredicho. Y para tratar sobre la elección de las armas (que yo pretendo me pertenecen y no a vos), e para que no haya largura ni dilación en la conclusión, podremos enviar sobre el dicho lugar caballeros de cada parte con suficientes poderes para tratar e concluir así de la seguridad igual del dicho campo como de la elección de las dichas armas día del combate e de lo demás

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tocante a este caso. E si dentro de cuarenta días después de la presente respuesta no me respondéis y no me avisáis de vuestra intención sobre eso, bien se podrá ver que la dilación del combate será vuestra, que vos será imputado e añadido con la falta de no haber cumplido lo que prometisteis en Madrid. Y cuanto a lo que protestáis, que si después de vuestra declaración en otro lugar yo digo o escribo palabras que sean contra vuestra honra, que la vergüenza de la dilación del combate será mía, visto que veniendo en el dicho combate es la fin de todas escripturas, la dicha vuestra protestación es cosa bien excusada, por que no es a vos guardarme que yo no diga verdad aunque os pese, y también yo soy seguro que por razón no puedo recebir vergüenza de la dilación del combate pues que todo el mundo puede conocer la afición que tengo de ver el efecto de ello. Fecha en Monzón en mi reino de Aragón a XXVIII días de junio de DXXVIII.

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FRÍAS,C.23,D.6

El Rey.

Don Juan de Tovar, mi capitán. Del fallecimiento del condestable, que dios haya, me ha pesado cuanto pudo ser por el grande amor que a su persona tenía y por perder en él un tan buen servidor. Plega a Nuestro Señor que le tenga en su gloria, estad cierto que sus hijos hayaréis en mí, para todo lo que os tocare, la buena voluntad que vuestro padre he tenido. Supe que cuando el condestable acá vino os dejó en su lugar para la buena guarda y recaudo de esos príncipes [los delfines] y aunque creo que tenéis de ello el cuidado que conviene, por ser cosa que tanto importa, he querido enviar a don Pedro de la Cueva para que de mi parte os lo encargue y me traiga relación de la manera que todo está. Por ende yo vos encargo mucho que entretanto que otra cosa se provee tengáis muy grande cuidado de la buena guarda y recaudo desos príncipes, poniendo en ello toda la diligencia que conviene. Y si pareciere que es menester acrecentar la guarda o hacer otra cosa para que esté como debe estar, hacedlo. Y por que sobre todo más largamente os hablará de mi persona el dicho don Pedro y os dirá mi voluntad, dadle fee e creencia poniendo en obra todo lo que de mi parte os dijere, que en ello recibiré placer y servicio. De Madrid, a XXI de septiembre de quinientos e veinte y ocho años.

Yo el Rey. Por mandado de Su Majestad. Francisco de los Cobos.

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Frías,c.21,d.164

El Rey.

Conde, pariente, por la relación que con esta se os envía veréis lo que ha pasado en lo del cartel que el rey de Francia me envió y la fe e relación que Borgoña, mi rey de armas que yo envié al dicho rey dio de lo que pasó ansí en su viaje como con la persona del dicho rey y por el parecer que sobre ello han dado los prelados y grandes a quien lo mandé comunicar y los del mi Consejo Real y los del mi Consejo de Estado y Consejo de Guerra y otros caballeros a quien así mismo se comunicó, y por lo que veréis de mi parte están hechas todas las diligencias que en tal caso se requieren y debían hacer. Mandé a mi secretario que vos envíe la dicha relación para que de todo estéis enteramente informado. De Toledo, a diez de noviembre de quinientos y veinte y ocho años. E porque se imprimiese en molde lo que ha pasado en lo suso dicho ha habido tanta dilación en enviarlo.

Yo el Rey. Por mandado de Su Magestad, Francisco de los Cobos.

Para saber más:

REDONDO, Agustín. "El doble desafío de 1528 de Francisco I, el rey de Francia, a Carlos V, el emperador, y las respuestas de éste. Las dos visiones propagandísticas del acontecimiento gracias a las relaciones de sucesos y a otros tipos de comunicación" en TORRES, Luc; TROPÉ, Hélène y ESPEJO SURÓS, Javier (eds.) Metamorfosis y memoria del evento. El acontecimiento en las relaciones de sucesos europeas de los siglos XVI al XVIII. Universidad de Salamanca. 2021, pp.403-419.

FERNÁNDEZ ÁLVAREZ, Manuel. Carlos V. El César y el hombre. Madrid: Espasa, Fundación Academia Europea de Yuste, 2002.

CACHO BLECUA, Manuel y MARÍN PINA, María del Carmen. "La rivalidad caballeresca de Carlos V y Francisco I (épica culta y carteles de desafío") en BOIXAREU U VILAPLANA, Mercè y LEFERE, Robin (coord.) La historia de Francia en la literatura española: amenaza o modelo, Madrid: Castalia. 2009, pp. 195-214

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