Los pitufos: La aldea escondida (2017)

Pitufina se siente perpleja. Cada uno de sus convecinos pitufos tiene un rol, pero a ella no se le da bien la repostería, como al Pitufo Panadero, no es tan leída como Filósofo; ni siquiera refunfuña tan bien como Gruñón, ni mete la pata como Torpe. Tendrá la oportunidad de demostrar su valía cuando el malvado Gargamel parta siguiendo pistas que indican la existencia de otra aldea pitufa. En su tarea de advertir a quienes vivan allí de la llegada del brujo –que la creó para capturar a sus semejantes– Pitufina contará con la ayuda de tres de sus compañeros.

Columbia recupera la franquicia de los diminutos personajes creados para el cómic por Peyo, en 1958, para el semanario “Le Journal de Spirou”. Tras Los pitufos, estrenada en 2011, y Los pitufos 2, de 2013, donde el realizador Raja Gosnell mezclaba actores reales con personajes recreados digitalmente, Kelly Asbury, autor de Shrek 2 y Gnomeo y Julieta, ha ‘pitufado’ una producción íntegramente de animación por ordenador.

Ésta queda lejos de los logros de Pixar pero el conjunto funciona mejor que los híbridos. También se han eliminado los chistes ‘gamberros’ o ‘escatológicos’, aunque se mantienen gags de estilo ‘slapstick’ demasiado tontorrones, que infantilizan demasiado el tono, en el sentido de que bajan el nivel porque se supone que el producto va dirigido a los niños.

Articulada en torno a la búsqueda de la identidad, el regreso de los duendes azules se apunta a la reivindicación de que aumenten los papeles femeninos de entidad. En este sentido, Los pitufos: la aldea escondida depara alguna sorpresa ‘oculta’ que resulta simpática, a la par de coherente con el universo del historietista belga.