Nota previa: lo que aqu� escribo es apenas una aproximaci�n inconclusa al libro de Joyce. Este texto fue pensado como trabajo universitario por lo que est� plagado de las formas y vicios propios de este ambiente, por ejemplo, las citas. --------------------------------------------------------------------- Irlanda es un pueblo extra�o, de leyendas, de conflictos religiosos, que es dif�cil de entender, un pueblo de genios de la escritura y el arte. Quiz� lo que conocemos de Irlanda lo conocemos a trav�s de la literatura y de la mirada que los ingleses se han formado acerca de Irlanda y que han compartido al resto del mundo. Entre las obras de la literatura que nos hablan de Irlanda y gozan de car�cter universal, sin duda alguna, se encuentra la obra del escritor James Joyce. Aunque, como dec�a Borges, quiz� Joyce, m�s que Irland�s era Dublin�s. Pues bien, Dubl�n se hace universal en la obra de Joyce. Joyce naci� en 1882 en Dubl�n y muri� en 1941 en Z�rich. No tuvo una vida sencilla. Viaj� por toda Europa busc�ndose la vida como escritor y busc�ndose la supervivencia como hombre. Fue un autoexiliado de su pa�s pero siempre llev� a Irlanda y a Dubl�n consigo. Como mencion� Borges en una conferencia dada en 1960: "Joyce se llev� a Irlanda, a su Irlanda, consigo. Adem�s, �l ya dijo que el destierro es un arma. Es decir, que quiz� para que �l escribiera esos dos libros tan profundamente irlandeses, el Ulises y el Finnegans Wake, fue necesaria la nostalgia, fue necesario el est�mulo y el acicate, y esto Joyce lo supo" (2018, P�g. 210). Es preciso mencionar dos cosas al respecto. La primera es que lo mencionado por Borges tambi�n aplica para el libro que hoy nos convoca, un libro profundamente irland�s, y m�s precisamente, un libro profundamente dublin�s: Dublineses. A prop�sito es pertinente una sentencia de Juan Manuel Roca que hace poco encontr� como ep�grafe en alg�n mal texto: �La ciudad se vuelve nuestra a partir de un hecho rec�proco: como el caracol que lleva a cuestas su propia casa, el hombre moderno lleva la ciudad en su adentro, el mapa que lo habita y lo recorre. Decir ciudad implica decir herida, decir ghetto o laberinto [�].� As� llevaba Joyce a Dubl�n. La segunda cosa que quiero mencionar es que el exilio de Joyce fue un autoexilio. Como menciona Borges (2018) ��l mismo dice en el Retrato del artista adolescente, una novela evidentemente autobiogr�fica, que se propone dejar a Irlanda y trabajar con tres armas, esas tres armas son el silencio, el destierro y la astucia� (P�g. 209). Joyce, pasados los 20 a�os, se march� de Dubl�n, regresando solo en algunas ocasiones y por motivos de fuerza. Es importante mencionar estos aspectos pues frente a Dublineses nos damos cuenta de la importancia de la ciudad y sus habitantes en la obra de Joyce. Como se�ala Eguiarte (2011) �Dublineses es un microcosmos en el que queda plasmado el macrocosmos de la humanidad, y los diferentes Dublineses que aparecen a lo largo de la obra son estereotipo de muchas pasiones, inclinaciones y deseos� (P�g. 33). A la ciudad llegan todos y llega todo, la ciudad no es una masa uniforme, es variable, se mueve, es diversa. Y en los sujetos que la habitan la ciudad se configura en espacio interior. Como se�ala Gast�n Bachelard: �El espacio no es m�s que un �horrible afuera-adentro [�]� en ese espacio equivoco el esp�ritu ha perdido su espacio geom�trico y el alma flota�. La ciudad es un estado del alma. Respaldando esta visi�n, y a�adiendo un nuevo elemento a la hora de analizar Dublineses, Valenzuela (2019) dice que: "su po�tica del cuento, visible en Dublineses (1914), le demostr� al lector que cualquier aspecto de la vida pod�a convertirse en un cuento, como en Chejov, y que la vida en las ciudades empezaba a convertirse en el centro de la atenci�n de los escritores europeos." Este autor resalta tambi�n la importancia de la ciudad en la obra de Joyce y nos se�ala un nuevo elemento fundamental: la cotidianidad. Como veremos en los cuentos de Joyce prima lo cotidiano, pero lo cotidiano est� atravesado por extraordinario, por la epifan�a. Contreras (1992) define as� la epifan�a en Joyce, y especialmente en Dublineses: "la epifan�a es una peque�a explosi�n de realidad en el texto, en la que �sta se nos hace tangible, y se nos revela como poseedora de una verdad intr�nseca que el escritor puede llegar a desentra�ar a trav�s de la magia verbal. Por cierto que se trata de un efecto presente, en un grado u otro, en toda literatura; sin embargo en Joyce aparec�a como un fin en s� mismo, como lo propio del quehacer literario" (P�g. 358) . En efecto, y como quiero que veamos m�s adelante cuando hablemos de los cuentos que componen el libro, los personajes de Joyce, aunque cotidianos y comunes, enfrentan peque�os momentos de revelaci�n, destellos de verdad que aparecen ante sus ojos y redefinen los senderos de sus vidas que regularmente quedan ocultos al lector, la epifan�a se complementa con la elipsis. Pero la elipsis en Joyce no es la misma que en Hemingway; Joyce como Chejov toma fragmentos de la realidad y los muestra en su literatura, no hay ocultamiento intencional, solo fragmentos que preceden y suceden al fragmento narrado y que el lector debe escrutar en la realidad. Alb�n (2004) menciona, a prop�sito de un ensayo que Joyce ley� en 1904 ante la Asociaci�n de Historia y Literatura de la University College de Dubl�n llamado Drama y Vida, que �la tarea del escritor es, seg�n Joyce, la de pintar de la manera m�s precisa el mundo, si lo que se pretende con ello es describir toda la complejidad del hombre moderno� (P�g. 40). No hay mejor manera de describir el trabajo de Joyce y Chejov como este que menciona Alb�n de paso: el trabajo de pintores. El pintor plasma fragmentos de realidad en sus pinturas, y eso, precisamente, hacen estos escritores, pero sus materiales son diferentes y m�s vers�tiles, quiz� m�s complicados y a veces limitados: las palabras. Pero retomemos el tema de la epifan�a y relacion�moslo con lo que se ha dicho acerca de la realidad, de lo cotidiano, de Dubl�n y su universalidad en la obra de Joyce. Alb�n (2004) menciona que �toda la obra de Joyce es el testimonio de la aplicaci�n de este recuso po�tico y puede incluso afirmarse que Dublineses es una prolongada secuencia de epifan�as� (P�g. 42). M�s adelante contin�a Alb�n (2004) y nos entrega esta lectura que vale la pena reproducir: "la marca epif�nica es justamente el residuo dejado en el instante del encuentro s�bito e inesperado, es el desorden de lo instant�neo en el que se desgarra la trama continua y uniforme de las causalidades. La manera abrupta e inesperada en que terminan las distintas narraciones, marca el car�cter definitivo de las situaciones en las que se ven atrapados los personajes. No hay soluci�n posible frente a los hechos s�bitos y enigm�ticos en los que estos se ven envueltos, como no hay salida posible de la ciudad que se cierra como un laberinto sobre sus habitantes, que como prisioneros asisten d�a a d�a a su propia degradaci�n" Con esto ya he mostrado algunos elementos que me parecen importantes para abordar este libro de relatos de Joyce. Pero como an�cdota, quiero contar algo que puede ayudar a arrojar luz sobre las intenciones de Joyce en Dublineses y su proceder como escritor. Contreras (1992) dice que �Dublineses era algo as� como un peque�o taller alqu�mico que hab�a servido a su due�o para probar la veracidad de una f�rmula� (P�g. 358). Y complementando esta menci�n recuerdo algo que menciona Borges (2018) en su conferencia: "Joyce hab�a escrito el libro Dubliners y luego pens� en agregar un cuento a la serie. El argumento de ese cuento era asaz sencillo, o que pareci� sencillo, o que le pareci� sencillo a primera vista. Joyce pens� en un personaje bastante com�n, Leopold Bloom, un jud�o bastante perdido en Dublin, y en un d�a de ese hombre" (P�g. 212). Evidentemente este cuento no lleg� a hacer parte de este libro, a�os despu�s se extendi� y se convirti� en el Ulises, la obra que inmortaliz� a Joyce. Referencias Alb�n, F. (2004). Dublineses: el arte de la epifan�a. Revista andina de letras. (18), pp. 39-45. Borges, J. (2018). Conferencia sobre James Joyce. Universidad Nacional de la Plata, 1960. Variaciones Borges. (45), pp. 207-220. Contreras, G. (1992). James Joyce y la frustraci�n de la realidad. Estudios P�blicos. (45), pp. 357-363. Eguiarte, E. (2011). Dublineses como ciclo de cuentos. Interpretextos. (6-7), pp. 25-54. Valenzuela, J. (2019). Genealog�as literarias: el realismo de Dublineses de James Joyce y su influencia en la generaci�n de narradores peruanos de los 50. Desde el Sur, 11(2), pp. 217-226. + Leer m�s |
16 de junio, 2023 | Auditorio Jorge Luis Borges
El documental ideado por el historiador Frank Callanan y dirigido por Ru�n Magan se propone llevar a los espectadores en un viaje esclarecedor al coraz�n de una de las novelas m�s inspiradoras e influyentes. Cuenta con entrevistas a escritores y estudiosos como Eimear McBride, Paul Muldoon, John McCourt y Margaret O Callaghan, ilustrativas pel�culas y fotograf�as de archivo, nuevas obras de arte de Jess Tobin, Brian Lalor y Holly Pereira y una partitura original de Natasa Paulberg.
La fecha elegida para el estreno en Argentina es el 16 de junio, d�a en que se celebra alrededor del mundo el Bloomsday, en honor a Leopold Bloom, protagonista de la novela de James Joyce, debido a que el 16 de junio de 1904 es el d�a en el que se desarrolla la mencionada novela.