Más allá de que nadie en el hotel habla una sola palabra de inglés y es muy difícil comunicarse, al llegar parece un lugar de jerarquía. La habitación es enorme y el precio irrisorio (pagué 12 dolares), pero los problemas comienzan a la hora de descansar. Música a altísimo volumen, niños corriendo y gritando por los pasillos inclusive de madrugada y un sinfín de ruidos que tornan el sueño imposible. El agua caliente se terminó en la mitad de la ducha, el TV no funcionaba y no hay wifi excepto en el lobby. Es un establecimiento donde se dio la paradoja de que la noche fue una pesadilla a pesar de no poder dormir.Más
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