Karl Radek (1922): Los senderos de la Revoluci�n Rusa
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Los senderos de la Revoluci�n Rusa

Karl Radek

 

 


Escrito: En 1922 por Karl Radek[1].
Primera vez publicado: "Wege der Russischen Revolution", Verlag der Kommunistischen Internationale Ausliefernungstelle f�r Deutschland: Carol Hoym Nachf Louis Cahnbley, Hamburgo, 1922.
Versi�n al castellano: Traducci�n al espa�ol por  Centro de Estudios, Investigaciones y Publicaciones "Leon Trotsky", Buenos Aires - Argentina, en base a la versi�n en ingl�s publicada en In Defense of the Russian Revolution de Al Richardson.
Versi�n digital: Centro de Estudios, Investigaciones y Publicaciones "Leon Trotsky", Buenos Aires - Argentina, 2007.
Esta edici�n: Marxists Internet Archive, enero de 2008.


 

 

El marxismo ruso, que prepar� el terreno para la actividad de la clase obrera rusa al anticipar claramente las tendencias del desarrollo de Rusia a finales del siglo XIX, y al definir el rol de las diferentes clases sociales en las luchas por venir, comenz� por destruir las ilusiones de los socialistas peque�o burgueses acerca de las fuerzas motrices y la naturaleza de la Revoluci�n Rusa. Ya en sus primeros trabajos, Plejanov demostr� que Rusia ten�a que transitar el camino hacia el capitalismo, y que lo estaba haciendo. Destruy� los sue�os sobre la posibilidad de saltar del yugo zarista al dominio del socialismo como una ilusi�n perniciosa. La clase obrera, dijo, debe hacer todos los esfuerzos posibles por conquistar la democracia en Rusia, y s�lo despu�s de haberse ilustrado, organizado e iluminado, ser�a capaz de coronar exitosamente la lucha por el socialismo -dentro del marco del capitalismo y la democracia-. En su folleto titulado El socialismo y la lucha pol�tica, que apareci� en 1881, Plejanov escribi�:

"Fundir dos cuestiones tan fundamentalmente diferentes tales como el derrocamiento del absolutismo y la revoluci�n socialista, librar la lucha revolucionaria creyendo que estos elementos del desarrollo social coincidir�n en la historia de nuestro pa�s significa posponer el advenimiento de ambos. "[2]

Mientras que establec�a as� el contenido burgu�s de la futura Revoluci�n Rusa, explicaba al mismo tiempo que la revoluci�n en s� misma ser�a en primer lugar obra de la clase obrera. "La libertad pol�tica ser� conquista por la clase obrera, o no ser� conquista en absoluto", explicaba Plejanov en el Sozialdemokrat en 1888. Los argumentos de los pioneros del marxismo ruso acerca de la Revoluci�n Rusa dejaban entonces en claro los l�mites burgueses objetivos de la revoluci�n, pero tambi�n asignaban al proletariado el rol de agencia dirigente, de ejecutor de la revoluci�n.

Los a�os que precedieron el comienzo de los grandes movimientos revolucionarios de Rusia estuvieron llenos de luchas relacionadas con los m�todos de trabajo del Partido Socialdem�crata revolucionario, con las t�cticas del joven partido de la clase obrera que estaba en proceso de formaci�n, y fueron tambi�n los a�os de lucha de la Iskra contra los "economistas"[3], que estaban ligadas a las grandes cuestiones hist�ricas s�lo de modo muy indirecto. Pero la cuesti�n del contenido social de la Revoluci�n Rusa se iba a plantear nuevamente ante el partido en toda su amplitud en ocasi�n del nacimiento del socialismo peque�o burgu�s, los socialistas revolucionarios[4], y con el ascenso del movimiento liberal, fen�menos que exigieron tomar posiciones claras. En el transcurso de los a�os 1904-1905, cristalizaron las tendencias de los bolcheviques y los mencheviques en el seno de la socialdemocracia rusa, surgiendo precisamente en conexi�n con estas cuestiones. �Cu�les eran las diferencias entre las dos tendencias en su an�lisis del car�cter de la Revoluci�n Rusa y de sus fuerzas motrices? En el folleto de Lenin titulado Dos t�cticas de la socialdemocracia en la revoluci�n democr�tica (verano de 1905), leemos lo siguiente:

"Finalmente, se�alaremos que la resoluci�n, al hacer de la implementaci�n del programa m�nimo la tarea del gobierno revolucionario provisional, elimina las ideas absurdas y semi-anarquistas sobre la implementaci�n inmediata del programa m�ximo, y la conquista del poder por medio de una revoluci�n socialista. El grado de desarrollo econ�mico de Rusia (una condici�n objetiva), y el grado de conciencia de clase y organizaci�n de las amplias masas del proletariado (una condici�n subjetiva vinculada inseparablemente con la condici�n objetiva) hacen imposible la inmediata y completa emancipaci�n de la clase obrera. S�lo las personas m�s ignorantes pueden cerrar sus ojos e ignorar la naturaleza burguesa de la revoluci�n democr�tica que se est� desarrollando en este momento; s�lo los optimistas m�s ingenuos pueden olvidar cu�n poco informadas est�n a�n las masas obreras sobre los objetivos del socialismo y los m�todos para lograrlo. Todos nosotros estamos convencidos de que la emancipaci�n de la clase obrera debe ser conquista por la clase obrera misma; una revoluci�n socialista queda descartada a menos que las masas adquieran conciencia de clase y se organicen, se entrenen y se eduquen por medio de la lucha de clases abierta contra la burgues�a entera. En respuesta a las objeciones de los anarquistas de que estamos posponiendo la revoluci�n socialista, decimos: no la estamos posponiendo, sino que estamos dando el primer paso que conduce hacia ella en la �nica forma posible, por el �nico sendero correcto, es decir, el sendero de una rep�blica democr�tica. Quienquiera que desee alcanzar el socialismo por cualquier otro sendero que no sea el de la democracia pol�tica arribar� inevitablemente a conclusiones absurdas y reaccionarias, tanto en un sentido econ�mico como pol�tico. Si cualquier obrero nos pregunta en el momento adecuado porqu� no avanzamos y llevamos adelante nuestro programa m�ximo, debemos responderle se�alando que las masas del pueblo que abrigan aspiraciones democr�ticas todav�a est�n muy lejos del socialismo, que los antagonismos de clase no se han desarrollado del todo a�n, y que los proletarios est�n muy poco organizados. �Organicemos a centenares de miles de obreros a lo largo y lo ancho de Rusia; conquistemos la simpat�a de millones hacia nuestro programa! Tratemos de hacerlo sin limitarnos a pronunciar frases anarquistas altisonantes pero vac�as, y ver�n ustedes de inmediato que la concreci�n de esa organizaci�n y la difusi�n de las ideas ilustradas del socialismo dependen de la conquista completa y total de las transformaciones democr�ticas."[5]

Este no era un pensamiento pasajero, sino que constituy� el fundamento te�rico del conjunto de la posici�n de Lenin y los bolcheviques durante la primera revoluci�n. �En qu� difer�a entonces de la posici�n de los mencheviques?

Las diferencias no estuvieron claras hasta que se plante� la cuesti�n de determinar el rol de las clases no proletarias en la revoluci�n, y las relaciones entre ellas. Partiendo del hecho de que la Revoluci�n Rusa preparar�a antes que nada el terreno para el libre desarrollo del capitalismo este concepto era patrimonio com�n de bolcheviques y mencheviques, los mencheviques arribaban a la conclusi�n de que el liderazgo de la revoluci�n deb�a caer en manos de la burgues�a. Los mencheviques combat�an en forma resuelta la idea de que la clase obrera junto con el campesinado deb�an tomar el poder para que la revoluci�n llevara a cabo sus objetivos democr�ticos burgueses. Seg�n la concepci�n menchevique, el rol que la clase obrera revolucionaria y su partido deb�an desempe�ar era el de una oposici�n de izquierda. Los mencheviques igualaban los esfuerzos de la clase obrera por tomar el poder junto con el campesinado al millerandismo, esto es, la participaci�n de la socialdemocracia en gobiernos burgueses a finales del siglo XIX, y vaticinaban que cualquier intento por participar en el gobierno ser�a un desastre para la socialdemocracia. Por su parte, los bolcheviques demostraron que, en primer lugar, la concepci�n menchevique era completamente esquem�tica, y en segundo lugar, que �sta significaba renunciar a la victoria radical de la revoluci�n burguesa. Del hecho de que la Revoluci�n Rusa fuera burguesa en su contenido no se segu�a en absoluto, dec�an, que la burgues�a industrial tuviera que ser su agente. La burgues�a industrial estaba totalmente comprometida con el zarismo y tem�a a la clase obrera en demas�a como para poder situarse a la cabeza de las masas populares en la lucha contra el zarismo. Toda la historia del siglo XIX la hab�a vuelto ya muy consciente de su antagonismo con la clase obrera. Pero hab�a adem�s de la burgues�a industrial una clase burguesa cuyos intereses ped�an a gritos la victoria de la revoluci�n. Esta clase era el campesinado. Los bolcheviques explicaban que el campesinado ten�a que luchar contra el zarismo hasta la victoria final si deseaba obtener la tierra. El campesinado es una clase burguesa. �Pero se trata de una clase que deb�a destruir el edificio del zarismo con el fin de lograr sus objetivos burgueses? Esta clase es inculta, y est� comenzando a dar sus primeros pasos. La tarea de la socialdemocracia debe ser dirigir en la lucha, no s�lo a la clase obrera, sino al campesinado tambi�n. Para que el trabajo de la socialdemocracia llegara a buen puerto, para que las masas del pueblo se levantaran contra el zarismo, entonces ser�a necesaria la creaci�n de un gobierno revolucionario, cuya tarea ser�a conducir la revoluci�n burguesa hasta el final mediante una lucha contra las fuerzas del viejo r�gimen que no pod�an ser aniquiladas de un solo golpe. Los bolcheviques consideraban la participaci�n en este gobierno proletario revolucionario com�n como una garant�a para la victoria de la revoluci�n; le reprochaban a los mencheviques el querer limitarse a jugar un papel de oposici�n, y de abandonar a priori la direcci�n a manos de elementos que no quer�an la victoria final de la revoluci�n, y que buscaban en cambio llegar a un entendimiento con el zarismo. Las controversias entre los mencheviques y los bolcheviques antes y durante la revoluci�n concern�an, por lo tanto, a diferentes relaciones con el campesinado por un lado, y con la burgues�a liberal, por el otro. Las diferencias tambi�n planteaban la cuesti�n del rol de la clase obrera en la revoluci�n, la cuesti�n de saber si la clase obrera deber�a adoptar un rol dirigente durante la revoluci�n, o si deber�a dejar la direcci�n en manos de la burgues�a.

Trotsky y Parvus[6] por un lado, y Kautsky[7] y Rosa Luxemburgo[8] por el otro, ya por entonces expresaban concepciones diferentes a las sostenidas por las dos tendencias de la socialdemocracia rusa. Empezando por Kautsky, que ahora tilda de utopistas y absurdos a todos aquellos que se atreven a dudar de la correcci�n de las concepciones mencheviques, esto es lo que declaraba en respuesta a preguntas formuladas por Plejanov:

"El cuestionario incluye las siguientes tres preguntas:

"1. �Cu�l parecer�a ser el car�cter general de la Revoluci�n Rusa? �Tenemos ante nosotros una revoluci�n burguesa o una revoluci�n proletaria?

"2. Dados los intentos in�tiles del gobierno ruso por reprimir al movimiento revolucionario, �qu� actitud deber�a asumir el Partido Socialdem�crata con respecto a la democracia burguesa que est� peleando por la libertad pol�tica a su manera?

"3. �Qu� t�ctica deber�a seguir el Partido Socialdem�crata en las elecciones a la Duma, con el fin de explotar, sin violar las resoluciones de Amsterdam[9], las fuerzas de los partidos burgueses de oposici�n en la lucha contra el antiguo r�gimen?

"No me parece que podamos responder a la primera de estas preguntas sencillamente, en un sentido o en otro. La era de las revoluciones burguesas, en otras palabras, las revoluciones cuya fuerza motriz es la burgues�a, se termin�, incluso en Rusia. Asimismo, en Rusia el proletariado ya no representa un ap�ndice y un instrumento de la burgues�a, como era el caso en la revoluci�n burguesa, sino una clase aut�noma con sus propios objetivos revolucionarios. Pero all� donde el proletariado se ha presentado de esta manera, la burgues�a deja de ser una clase revolucionaria. La burgues�a rusa, en la medida en que por lo general sigue una pol�tica de clase aut�noma y es liberal, obviamente aborrece al absolutismo, pero aborrece la revoluci�n todav�a m�s, y aborrece al absolutismo sobre todo porque ve en �l la causa b�sica de la revoluci�n; y en la medida en que reclama libertad pol�tica, lo hace sobre todo porque espera, a partir de ah�, encontrar un medio privilegiado para poner fin a la revoluci�n.

"Por lo tanto la burgues�a no forma parte de las fuerzas motrices del movimiento revolucionario genuino en Rusia, y en este sentido no podemos describir la revoluci�n como burguesa.

"Pero no podemos en consecuencia concluir que �sta constituya un movimiento socialista. De hecho, no puede de ninguna manera conducir al proletariado al poder exclusivo, a la dictadura. El proletariado ruso es demasiado d�bil y no est� lo suficientemente desarrollado para eso. No obstante, es muy probable que en el transcurso de la revoluci�n el Partido Socialdem�crata conquiste la victoria, y har�a muy bien en infundir en sus seguidores confianza en esta victoria, porque no se puede luchar y vencer si se renuncia a la victoria de antemano. Pero ser� imposible para la socialdemocracia conquistar la victoria s�lo con el proletariado, sin ayuda de otra clase. Esta es la causa de que, en tanto partido victorioso, �ste no ser� capaz, a la hora de implementar su programa, de ir m�s all� de lo que los intereses de la clase que apoye al proletariado le permita.

"�Sobre qu� clase, sin embargo, puede el proletariado ruso apoyarse en su lucha revolucionaria? Si nos limitamos a mirar la superficie de la pol�tica, podr�amos llegar a considerar que todas las clases y todos los partidos que aspiran a la libertad pol�tica deber�n sencillamente contribuir para conquistarla, y ajustar sus diferencias s�lo luego de que la libertad pol�tica haya sido conquistada. Pero toda lucha pol�tica es b�sicamente una lucha de clases, siendo por lo tanto una lucha econ�mica. Los intereses pol�ticos son el resultado de los intereses econ�micos; es en pos de defender estos intereses que las masas populares se est�n sublevando, no por conquistar ideas pol�ticas abstractas. Quienquiera que desee inspirar a las masas populares en pos de la lucha pol�tica debemos mostrarles hasta qu� punto �sta est� directamente vinculada con sus intereses econ�micos. Por lo tanto, �stos no deben ser relegados ni por un segundo para que la lucha por la libertad no sea bloqueada. La alianza del proletariado con otras clases en el transcurso de la lucha revolucionaria debe por lo tanto descansar en una comunidad de intereses econ�micos, para ser duradera y conducir a la victoria. La t�ctica de la socialdemocracia rusa debe tambi�n apoyarse en esta comunidad de intereses.

"Pero una s�lida comunidad de intereses durante todo el periodo de la lucha revolucionario s�lo existe entre el proletariado y el campesinado. Esta debe servir, por lo tanto, como plataforma del conjunto de la t�ctica revolucionaria de la socialdemocracia rusa. La cooperaci�n con el liberalismo s�lo puede tener cabida siempre y cuando no impida la cooperaci�n con el campesinado.

"La fortaleza revolucionaria de la socialdemocracia rusa est� basada en la comunidad de intereses que existe entre el proletariado industrial y el campesinado, y tambi�n all� radican sus chances de victoria, as� como tambi�n los l�mites de sus posibilidades de sacarle provecho.

"No estaremos en condiciones de ganar tan pronto en Rusia sin los campesinos. Pero no debemos aguardar a que los campesinos se vuelvan socialistas. El socialismo s�lo puede ser construido sobre la base de la gran industria, y de grandes empresas; no se lleva bien con las condiciones imperantes en la peque�a industria y en las peque�as unidades econ�micas como para nacer y mantenerse en medio de una poblaci�n cuya amplia mayor�a es campesina. Una vez que el socialismo se haya vuelto dominante en la gran industria y en la explotaci�n agr�cola extensiva, puede, a fuerza del ejemplo, convencer a los peque�os campesinos e inducirlos a imitarlo, pero no puede originarse a partir de ellos. Y las condiciones materiales e intelectuales para esto faltan en Rusia, m�s que en ninguna otra parte. El comunismo de la aldea rusa est� completamente atado a la tierra, y no significa en absoluto producci�n en com�n. Esta es la raz�n por la cual es imposible que de la moderna producci�n para el intercambio se pase a un modo superior de producci�n sobre la base de la comuna agr�cola. Esta requiere como m�nimo el contexto de la gran ciudad, pero los productores agr�colas rusos son absolutamente incapaces de producir a escala nacional.

"La actual revoluci�n no har�a m�s que conducir, en el campo, a la creaci�n de un poderoso campesinado sobre la base de la propiedad privada de la tierra, y por lo tanto ampliar�a la brecha que separa al proletariado y los sectores poseedores de la poblaci�n rural, tal como sucede ya en Europa occidental. En consecuencia, parecer�a impensable que la actual Revoluci�n Rusa conduzca directamente a la introducci�n de un modo de producci�n socialista, incluso si �sta condujera temporariamente a la socialdemocracia al poder.

"Pero, por supuesto, podr�amos tambi�n encontrarnos con muchas sorpresas. No sabemos cu�nto durar� la Revoluci�n Rusa, y por las formas que ha tomado ahora, no parece querer detenerse muy pronto. Tampoco sabemos qu� influencia ejercer� �sta sobre Europa occidental y c�mo fertilizar� al movimiento proletario all� existente. Por �ltimo, no sabemos en absoluto c�mo el �xito del proletariado de Europa occidental que resultar�a de esto repercutir�a sobre el proletariado ruso. Har�amos bien en familiarizarnos con la idea de que aqu� estamos tocando problemas y situaciones completamente nuevas que no se ajustan a ninguno de los modelos vigentes hasta ahora.

"La mejor forma de hacerle justicia a la Revoluci�n Rusa y a las tareas que nos plantea es no considerarla ni una revoluci�n burguesa en el sentido tradicional de la palabra, ni tampoco una revoluci�n socialista, sino un proceso totalmente �nico que podr�a desarrollarse tan lejos hasta rozar el l�mite que separa a la sociedad burguesa de la sociedad socialista, que acelerar�a la disoluci�n de la primera y preparar�a la formaci�n de la segunda, y que de todas maneras har�a dar un gran salto adelante, en su desarrollo, al conjunto de la humanidad que es parte de la civilizaci�n capitalista. "[10]

Comparemos ahora estas declaraciones de Kautsky con las que concienzudamente escribi� en su �ltima elaboraci�n: Von der Demokratie zur staatssklaverei:

"No estamos acusando a Lenin y sus compa�eros de considerar al capitalismo como inevitable, dado el nivel del desarrollo de Rusia, sino de haberse dado cuenta de esto reci�n ahora, despu�s de casi cuatro a�os de haber puesto rumbo en la direcci�n contraria con energ�a brutal, y de haber tildado de traidores y renegados a todos aquellos que ten�an una comprensi�n cabal de lo que suced�a; pero esto no fue dif�cil para aquellos que ten�an un entrenamiento socialista, dado que los marxistas hab�an reconocido y anticipado hace ya 10 a�os atr�s que la futura Revoluci�n Rusa ser�a una revoluci�n burguesa.

"Rusia se hubiera ahorrado cuatro a�os de sangre, l�grimas y ruina si los bolcheviques hubieran pose�do la sensatez de los mencheviques y se hubieran limitado a lo que era posible, revelando as� su comprensi�n superior."[11]

Este honesto camarada trata que crear aqu� la impresi�n de que �l ha sido menchevique, por decirlo de alguna manera, desde el nacimiento. Pero como la cita anterior demuestra, no s�lo hab�a tomado partido firmemente por los bolcheviques en la cuesti�n decisiva acerca de la comprensi�n del rol de la burgues�a en la Revoluci�n Rusa, sino que incluso en aquellas cuestiones donde difer�a de los bolcheviques, fue incluso m�s lejos que �stos estimando que era posible pasar sin mediaciones de la Revoluci�n Rusa a una lucha directa por el socialismo. El respetado Karl Kautsky puede aducir en su defensa que sus ideas actuales son un eco de las de Martov, pero que en 1905-1906 hab�a adoptado como propias las de Rosa Luxemburgo.

Los argumentos de Kautsky de 1906 reflejaban una tendencia que tuvo sus representantes en la �poca de la primera revoluci�n, en las figuras de Trotsky, Parvus y Rosa Luxemburgo, una tendencia que, como ya hemos dicho, estaba por fuera de las dos fracciones de la socialdemocracia rusa. Los representantes de esta tendencia se�alaban que incluso aunque el campesinado representara una gran fuerza revolucionaria, que la clase obrera deb�a intentar desarrollar por todos los medios, y sobre la cual deb�a apoyarse, aqu�l no era capaz de adoptar una pol�tica independiente en raz�n de su atomizaci�n social, su dispersi�n y el bajo nivel de su desarrollo.

Mientras que Lenin y los bolcheviques hablaban sobre la dictadura del proletariado y el campesinado, los marxistas mencionados m�s arriba establecieron la f�rmula de la dictadura del proletariado apoyada por el campesinado. Desde 1905 en adelante, Trotsky plante� las siguientes cuestiones en su art�culo "Las perspectivas de la Revoluci�n Rusa":[12]

"El problema en su conjunto se reduce a lo siguiente: �qui�n determinar� el contenido de la pol�tica del gobierno, quien conformar� dentro de �l una s�lida mayor�a? Una cosa es que los representantes de los estratos democr�ticos del pueblo ingresen a un gobierno con una mayor�a obrera, pero otra cosa muy diferente es que los representantes del proletariado participen en un gobierno claramente democr�tico burgu�s en calidad de rehenes m�s o menos honorables... Basta imaginarse un gobierno democr�tico revolucionario sin representantes del proletariado para percatarse inmediatamente del sinsentido que encierra una concepci�n semejante. La negativa de los socialdem�cratas a participar en un gobierno revolucionario convertir�a a tal gobierno en un imposible, y ser�a entonces equivalente a una traici�n de la revoluci�n. Pero la participaci�n del proletariado en un gobierno es tambi�n lo m�s probable objetivamente, y algo permitido en principio, s�lo como part�cipe dominante y en posici�n dirigente. Se podr�a describir a semejante gobierno, por supuesto, como la dictadura del proletariado y el campesinado, una dictadura del proletariado, el campesinado y la intelectualidad, o incluso un gobierno de coalici�n de la clase obrera y la peque�o burgues�a, pero la pregunta sigue no obstante estando planteada: �qui�n va a detentar la hegemon�a en el seno del gobierno mismo, y mediante �sta en el pa�s entero?" [13]

Trotsky se inclinaba claramente en favor de la hegemon�a del proletariado en el seno del gobierno, buscando demostrar que a pesar del atraso de las condiciones sociales, a pesar del bajo nivel del desarrollo capitalista en Rusia, el gobierno revolucionario se ver�a forzado a tomar medidas transicionales que conducir�an al socialismo:

"La dominaci�n pol�tica del proletariado es incompatible con su esclavizaci�n econ�mica. No importa bajo qu� bandera pol�tica el proletariado haya llegado al poder, est� obligado a tomar el sendero de la pol�tica socialista. Ser�a pecar de ut�picos incurables pensar que el proletariado, despu�s de haberse elevado al dominio pol�tico por el mecanismo interno de una revoluci�n burguesa, pueda o incluso desee, limitar su misi�n a la creaci�n de condiciones democr�tico republicanas para la dominaci�n social de la burgues�a. El dominio pol�tico del proletariado, aunque �ste sea s�lo temporario, debilitar� en grado extremo la resistencia del capital, que siempre requiere del apoyo del estado, y le otorgar� un alcance tremendo a la lucha econ�mica del proletariado. Los obreros no pueden m�s que exigir el apoyo de los huelguistas por parte del gobierno revolucionario, y un gobierno que se apoye en los obreros no podr� rehusarse a cumplir esta exigencia. Pero esto significa paralizar el efecto del ej�rcito de reserva de mano de obra y convertir a los trabajadores en los amos, no s�lo en el campo pol�tico sino tambi�n en el econ�mico, convirtiendo as� a la propiedad privada de los medios de producci�n en una ficci�n. Estas inevitables consecuencias socio-econ�micas de la dictadura proletaria se har�n sentir muy r�pidamente, mucho antes de que la democratizaci�n del sistema pol�tico haya sido culminada. La barrera entre el programa 'm�nimo' y el 'm�ximo' desaparece inmediatamente una vez que el proletariado llega al poder."[14]

Trotsky se ve as� confrontado con el problema de las relaciones existentes entre la necesidad pol�tica que �l describe y el estado de la econom�a rusa. Y lo responde refiri�ndose al muy alto grado de concentraci�n industrial existente en Rusia, a la concentraci�n y a la muy fuerte cohesi�n del joven capitalismo ruso importado desde el exterior, y a la influencia de la Revoluci�n Rusa sobre el proletariado europeo:

"Sin el apoyo estatal directo del proletariado europeo, la clase obrera de Rusia no puede mantenerse en el poder y convertir su dominaci�n temporal en una dictadura socialista duradera. De esto no puede haber la menor duda. Pero por otra parte, no puede haber ninguna duda de que una revoluci�n socialista en el Oeste nos permitir� convertir, directamente, la dominaci�n temporal de la clase obrera en una dictadura socialista."[15]

As�, para �l, la Revoluci�n Rusa es el punto de partida de la revoluci�n proletaria europea. Concibe a la Revoluci�n Rusa como un elemento de la revoluci�n permanente europea.

Nos abstendremos de citar en detalle los conceptos de Rosa Luxemburgo, que apenas difieren de los de Trotsky. Nos limitaremos a a�adir un punto m�s a la construcci�n de este cuadro. Rosa Luxemburgo ya se hab�a ocupado de las perspectivas de la Revoluci�n Rusa luego de la derrota de la revoluci�n de 1905-1906 en un art�culo en el cual ella polemizaba contra un libro del celebrado publicista menchevique, Cherevanin. [16] En este art�culo, que apareci� en 1908 en el �rgano te�rico del marxismo polaco Przeglad socjaldemokratyczny, ella defend�a la tesis de que incluso las revoluciones burguesas como la Revoluci�n Francesa, con el fin de lograr incluso sus limitados objetivos burgueses, hab�an tenido que ir m�s all� de ellos, y que cuanto m�s una revoluci�n profundizaba su desarrollo, menos pod�a ser obligada a retroceder por una contrarrevoluci�n.

Hemos delineado aqu� las cuestiones b�sicas que se planteaban, ya antes y durante la primera Revoluci�n Rusa, ante la vanguardia del proletariado ruso. Como puede verse, estas son cuestiones decisivas que hacen al destino de la Revoluci�n Rusa actual. La revoluci�n de 1905-1906 fue el pr�logo de la revoluci�n de 1917. Todas las clases que iban a medir sus fuerzas 12 a�os m�s tarde en otras circunstancias, ya se hab�an trabado en combate, y esa es la raz�n por la cual todas las preguntas que estamos respondiendo en la pr�ctica en este momento, ya fueron planteadas por las acciones y la historia de la Revoluci�n Rusa. La revoluci�n de 1905-1906 no pudo brindar una respuesta a todas las cuestiones planteadas, en raz�n de que el zarismo logr�, con ayuda del capital europeo, derrotar al joven proletariado y al campesinado antes de que la primera Revoluci�n Rusa pudiera expandir su influencia internacional en forma suficiente. La primera Revoluci�n Rusa estimul� al movimiento proletario internacional en forma extraordinaria. Coloc� a la huelga de masas a la orden del d�a, y no es por casualidad que el folleto de Rosa Luxemburgo La huelga de masas[17], que fue escrito sobre la base de las experiencias de la Revoluci�n Rusa, sea el primer documento internacional del movimiento comunista contempor�neo, el punto de partida de la tendencia revolucionaria de la extrema izquierda alemana.

Pero la primera Revoluci�n Rusa brind�, en muchas maneras, una respuesta clara e inequ�voca a aquellos "problemas candentes" de nuestro tiempo. Mostr� de hecho que, cualesquiera que fueran los l�mites de la Revoluci�n Rusa, la burgues�a era ya en Rusia un factor contrarrevolucionario en la �poca de la primera revoluci�n. Durante la primera revoluci�n, de hecho, se conform� con las concesiones de palabra hechas por el zarismo, y busc� llegar a un acuerdo con �l. Cuando el zarismo logr� estrangular la revoluci�n s�lo con ayuda del capital europeo, cuya actitud estuvo determinada, en otras cosas, por el hecho siguiente: sab�a que la burgues�a no quer�a la ca�da del zarismo, a pesar de su supuesta oposici�n a �ste. Sin embargo, los mencheviques, al vincular sus perspectivas de revoluci�n a un nuevo resurgir de la oposici�n burguesa, [18] incluso despu�s de la derrota de la primera revoluci�n, demostraban que sufr�an de ceguera pol�tica cong�nita. La burgues�a rusa escenific� una parodia de lucha contra el zarismo en la Duma. Pero al mismo tiempo estaba nuevamente buscando llegar a un acuerdo con el zarismo sobre la base del imperialismo ruso. Peter Struve[19], el m�s prominente ide�logo del liberalismo ruso, se convirti� en el profeta de la Gran Rusia, y Paul Miliukov, el l�der pol�tico del liberalismo ruso, se convirti� en el promotor de la pol�tica rusa en los Balcanes, la cual junto a la pol�tica alemana en Turqu�a condujo a la guerra de 1914.

La guerra tambi�n enterr� bajo sus escombros los fingidos intentos de lucha del liberalismo. Durante la guerra de 1914-1917, los liberales iban a engrosar las filas de las fuerzas patri�ticas en la guerra rusa. La revoluci�n de 1917, que no fue m�s que la rebeli�n de las masas populares rusas contra las consecuencias devastadoras de la participaci�n zarista en la guerra mundial, tuvieron que colocarse, desde el comienzo, en oposici�n a la burgues�a.

Sin embargo, el rol contrarrevolucionario de la burgues�a significaba que la clase obrera ten�a que conducir una lucha muy dura contra la burgues�a industrial con el fin de combatir al zarismo. La clase obrera ten�a que luchar contra ella paso a paso, con el fin de afianzar su influencia sobre las masas semi-proletarias y peque�o burguesas. Al mismo tiempo, se revel� que la lucha del proletariado contra la burgues�a se correspond�a no s�lo con su actitud hacia la democracia, sino que la lucha por la democracia tambi�n se desarrollaba a partir del rol social del proletariado, de su lucha contra la explotaci�n capitalista. El proletariado ni siquiera necesitaba aventurarse m�s all� de los l�mites del programa m�nimo para trabarse en lucha con la burgues�a. Desde el momento en que comenzaba a luchar contra los m�todos de la acumulaci�n primitiva, que eran por entonces instrumentados en Rusia por el capitalismo, �ste chocaba directamente con la burgues�a. La lucha por la jornada de ocho horas (la democracia burguesa es un sinsentido si esta exigencia no es satisfecha, ya que una bestia de carga, atada desde la ma�ana hasta la noche a una m�quina, obviamente no puede participar en la vida pol�tica), condujo despu�s del Manifiesto de Octubre a una gran lucha entre el proletariado y la burgues�a, una lucha en la cual la burgues�a como clase se coloc� abierta, clara e inequ�vocamente del lado del zarismo, al cual recurri� en busca de auxilio contra el proletariado. El antagonismo entre el proletariado y la burgues�a demostr� ser una de las fuerzas motrices m�s importantes de la Revoluci�n Rusa.

La revoluci�n no se impuso en forma definitiva en la aldea, pero all� socav� los cimientos del zarismo tanto como en las ciudades. En gran parte de Rusia, �sta empuj� al campesinado a trabarse en una lucha armada contra la nobleza. El "gallo rojo" hizo resonar su grito sobre las tierras de los nobles que hab�an movilizado a todos los escorpiones del gobierno contra los campesinos. Aunque la conciencia de clase del campesinado en el ej�rcito estaba muy poco desarrollada como para evitar que los campesinos desempe�aran el papel de verdugo con respecto a sus propios hermanos, las expediciones militares punitivas contra las aldeas minaron no obstante la vieja mentalidad del ej�rcito, tanto como en la aldea. El zarismo comprendi� mejor que los mencheviques el peligro que lo amenazaba desde el flanco campesino. El gobierno zarista, despu�s de haber abrigado la esperanza, en la �poca de las elecciones para la primera Duma en 1906, de que las masas de campesinos ignorantes ser�an un contrapeso al voto de la ciudad, trat� luego de la primera revoluci�n de dividirlos, con el fin de apoyarse en los campesinos ricos contra los pobres, y as� poder, gracias a este nuevo antagonismo en el seno del campesinado mismo, debilitar y paralizar la fuerza de sus golpes contra el estado zarista.
El nuevo factor, que los marxistas no hab�an anticipado, fue la forma en la cual la clase obrera se organiz� como agente revolucionario. Junto a los partidos pol�ticos y los sindicatos, surgieron los soviets en forma espont�nea. Durante las jornadas de octubre de 1905, cuando el zarismo se vio sacudido hasta los cimientos por la huelga general, los soviets de algunas ciudades eran los �rganos del poder, y la burgues�a tuvo que capitular ante ellos en muchos lugares. Demostraron ser, en forma embrionaria, �rganos de la lucha por el poder. Los marxistas explicaron su aparici�n por la ausencia de sindicatos s�lidamente implantados en la clase obrera, de la cual se impuso la necesidad de organizaciones proletarias amplias. Incluso los marxistas rusos, para no hablar de los marxistas europeos, no se percataron que �stos eran no s�lo organizaciones de lucha contra el gobierno burgu�s, sino que tambi�n eran el embri�n de la futura organizaci�n del poder proletario. Es absolutamente llamativo que la idea de los soviets no hubo penetrado en absoluto en el universo intelectual del movimiento socialista europeo, que fue tonificado en tantos aspectos por la primera Revoluci�n Rusa.

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[1] Radek, Karl (1885-1939): revolucionario influyente en los partidos socialdem�cratas ruso, polaco y alem�n, antes de 1917. Ingresa al bolchevismo en 1918. Miembro del Comit� Central desde 1919 a 1924. Designado Comisario de la Comintern en 1920, tiene responsabilidad particular sobre Alemania y China. Firmante de la �Declaraci�n de los 46� en 1923. Miembro de la Oposici�n Unificada, fue lentamente separado de la direcci�n de la Comintern. Expulsado del partido en 1927y deportado a Ishin. Capitul� en 1929. Luego de ser expulsado nuevamente en 1936, fue condenado a 10 a�os de c�rcel en el Segundo Juicio de Mosc�. Fue muerto en prisi�n.

[2] G Plejanov, �El socialismo y la lucha pol�tica�, Obras filos�ficas escogidas, volumen I, Londres, 1961, p�g. 119. Radek estaba equivocado sobre la fecha de este trabajo, que fue en realidad publicado en 1883.

[3] Iskra (La Chispa) era el nombre del peri�dico de los socialdem�cratas rusos fundado en 1900. Los economistas eran aquellos miembros del partido que quer�an restringir su actividad a apoyar las luchas econ�micas, absteni�ndose de levantar consignas pol�ticas.

[4] El Partido de los Socialistas Revolucionarios (eseristas), el principal partido de los campesinos rusos, fue fundado en 1901 por V�ctor Chernov.

[5] VI Lenin, "Dos t�cticas de la socialdemocracia en la revoluci�n democr�tica", Obras escogidas, volumen 9, Mosc�, 1962, p�gs. 28-29.

[6] Alexander Israel Parvus (Helphand, 1867-1924) fue el primer marxista en aplicar la teor�a de la revoluci�n permanente a las condiciones concretas de Rusia a comienzos del siglo XX.

[7] Karl Kautsky (1854-1938) fue el principal te�rico de la socialdemocracia alemana y la Segunda Internacional en los a�os previos a la primera guerra mundial.

[8] Rosa Luxemburgo (1871-1919) fue una destacada te�rica del marxismo alem�n y dirigente de la Spartakusbund, siendo asesinada durante la revoluci�n alemana.

[9] El congreso de la Segunda Internacional que se reuni� en Amsterdam en 1904 aprob� una resoluci�n afirmando que los socialdem�cratas "no pueden desear participar en un gobierno dentro de los l�mites de la sociedad burguesa".

[10] K Kautsky, "Treibkr�fte und Aussichten der russischen Revolution", Neue Zeit, a�o 21, 1906-1907, volumen 1, n� 10, p�gs. 331-333.

[11] K Kautsky, Von der Demokratie zur staatssklaverei. Eine Auseinandersetzung mit Trozki, Freheit,Berl�n, 1928, p�g 128

[12] Que fue publicado en Mosc� en 1919 en su folleto Resultados y perspectivas: sobre las fuerzas motrices de la Revoluci�n Rusa, Sovjetski Mir ediciones. Cf. La revoluci�n permanente, Nueva York, 1969, p�gs 29-122.

[13] LD Trotsky, La revoluci�n permanente, p�gs. 69-70.

[14] Op cit, p�gs. 101-102.

[15] Op cit, p�g 105.

[16] Fiodor Andreievich Cherevanin (Lipkin, 1868-1938) fue un destacado menchevique, y miembro del comit� central de su partido en 1917.

[17] Rosa Luxemburgo, La huelga de masas, el partido pol�tico y los sindicatos, 1906.

[18] Cf. el art�culo de Dan "Die Bedingungen der emeuten Aufschwungs der russischen Revolution", Die Neue Zeit, a�o 26, volumen 2, N� 27, 1 de abril de 1908, p�gs. 4-10, y N� 28, 3 de abril de 1908, p�gs. 49-58.

[19] Piotr Bernardovich Struve (1870-1944) fue un destacado economista ruso que comenz� como marxista y luego se afili� a los cadetes.


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