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La hija
Su carta de presentación bastaría para abrirle todas las puertas del mundo del cine. Y es que no hay muchas hijas de Charles Chaplin. Pero además Geraldine es una actriz espléndida de reconocida trayectoria internacional.
La filmografía de Geraldine Chaplin es extensísima –más de un centenar de películas– y ello se debe a que, además de su gran dedicación al trabajo, no elude escoger papeles muy secundarios, casi marginales, si le parecen convincentes. A veces le bastan tan sólo un par de minutos para dejar claro su talento, como en los recientes film Lo imposible o Encontrarás dragones. Quizá por eso en casi la mayoría de sus películas no ha sido la gran protagonista, si exceptuamos, claro está, la fantástica época en que se convirtió en musa del director español Carlos Saura.
Geraldine Leigh Chaplin nació el 31 de julio de 1944 en Santa Monica, California, fruto de la relación entre Charles Chaplin y su cuarta mujer Oona Chaplin. Cuando tenía ocho años se mudó a vivir a Suiza y más tarde marchó a Londres para estudiar en la Real Academia de Ballet. Parece que fue precisamente allí donde la descubrió David Lean, de modo que le otorgó el inmortal papel de Tonia en su Doctor Zhivago. La actriz tenía entonces veinte años y en su rostro delgado, huesudo y de grandes y expresivos ojos negros, se adivinaba el mismo gesto del creador de Charlot, tanto se parecía a su genial padre. Aunque con ocho años Geraldine había aparecido en el film Candilejas, su presencia era esporádica y no había estado acreditada, por lo que el film basado en la obra de Boris Pasternak puede considerarse su debut. Ese mismo año estrenó con Jean-Paul Belmondo el thriller Secuestro bajo el sol. Al contrario que su padre, desde el comienzo y a lo largo de su carrera se especializó en papeles dramáticos, a menudo atormentados, que ella era capaz de transmitir con fuerza.
Aunque en los años posteriores rodó diferentes películas europeas, donde destacan Andremo in città (1966) y Generación en conflicto (1967), lo cierto es que su primera incursión en España con David Lean le dejó una gran huella. A partir de 1967 su vinculación con España se vería incrementada por su relación sentimental y laboral con el director Carlos Saura, uno de los más grandes cineastas españoles. Con él vivió quizá la época dorada de su carrera. Rodaron juntos un total de nueve películas, entre las que destacan Peppermint Frappé (1967), maravilloso homenaje de Saura a su paisano Luis Buñuel y en donde Geraldine interpretaba a dos mujeres diferentes; Ana y los lobos (1973), brillante aunque oscura metáfora acerca de las lacras y excesos de la dictadura franquista; Cría cuervos (1976), en donde era la madre muerta de la niña interpretada por Ana Torrent; Elisa, vida mía (1977), drama sobre una mujer en crisis conyugal; y Mamá cumple 100 años (1979), último trabajo conjunto de la pareja. Pero durante la década de los 70 no sólo rodó para Saura. Son estimables sus apariciones en Los tres mosqueteros, de Richard Lester, o en Roseland, de James Ivory, además de su colaboración con Robert Altman en Nashville (1975) y Buffalo Bill y los indios (1976).
Tras su época con Saura, Geraldine Chaplin amplió su cine a otras geografías, principalmente en Europa, pero también rodando varios filmes en Estados Unidos. Es cierto que en general dejó de ser protagonista, pero también que su rostro se hizo más presente en el panorama internacional, ya que antes actuando en España no había obtenido demasiada repercusión. Destacó así junto a Angela Lansbury en El espejo roto (1980); como la Lily Bart de The House of Mirth (1981), adaptación de la célebre novela de Edith Wharton; y con los franceses Claude Lelouch, Jacques Rivette y Alain Resnais en Los unos y los otros (1981), El amor por tierra (1984) y Quiero ir a casa (1989), respectivamente.
Más tarde dejó un poco de lado el cine europeo y participó en proyectos de mayor éxito comercial, entre ellos el singular biopic sobre su padre en Chaplin (1992), donde la actriz interpretaba a su verdadera abuela. Por este film Geraldine obtuvo su tercera nominación al Globo de Oro. Al año siguiente se puso a las órdenes de Martin Scorsese en la estupenda La edad de la inocencia, tercera película de la actriz con guión basado en una novela de Wharton (antes rodó The Children en 1990). Y también destacó en Jane Eyre (1996). Tras protagonizar el cuidado retrato Mother Teresa: In the Name of God's Poor (1997), regresó finalmente al cine español con la irregular Finisterre (1998), drama denso con buen reparto. Desde entonces Geraldine Chaplin ha sido rostro habitual en multitud de producciones españolas, aunque también ha aparecido puntualmente en el cine internacional. Fue profesora de baile en Hable con ella (2003), y nana en Encontrarás dragones (2010) entre un sinfín de minúsculos papeles, hasta el punto de que en los últimos tiempos ha llegado a participar en cinco y hasta en seis películas en un año.
Desde que interpretó a una médium en El orfanato (2007), se ha convertido en la actriz fetiche del realizador español Juan Antonio Bayona, que ha vuelto a reclutarla para sus dos siguientes películas, Lo imposible y Un monstruo viene a verme.
En 2006, Geraldine Chaplin decidió casarse con el director de fotografía Patricio Castilla, después de una relación de tres décadas. Juntos han tenido una hija, Oona Chaplin, también actriz, nacida en 1986. Años antes, Geraldine había tenido otro hijo, Shane Saura Chaplin, fruto de su relación durante doce años con Carlos Saura.