CVC. Donde habita el recuerdo: memoria de Luis Cernuda
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Memoria de Luis Cernuda

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ISBN: 84-689-5997-9 


En el poema A sus paisanos, Luis Cernuda les reprocha, entre otras amarguras, la irritaci�n que su obra les provoca: �No me quer�is, lo s�, y que os molesta / cuanto escribo [...]�, y la indiferencia y el olvido que, en el futuro, se cernir�n sobre ella: �[...] sujeto quedo a�n m�s que otros / al viento del olvido que, cuando sopla, mata�. Por muy duros y molestos que nos parezcan estos versos, que el paso del tiempo ha desmentido, nuestra capacidad de comprensi�n tiene que ir m�s all� de cualquier otro juicio. A Cernuda, como al resto de sus contempor�neos, le correspondi� vivir una �poca muy dura, con el desgarro de la guerra civil y la herida del exilio. De todas formas, �l ya ven�a predispuesto desde ni�o, por su peculiar hipersensibilidad, a sufrir m�s que nadie. Sinti�ndose distinto y marginado en medio de aquella sociedad, primero tuvo que entablar una guerra consigo mismo, para aceptarse tal como era.

Desde estas p�ginas del Centro Virtual Cervantes, coincidiendo con el centenario de su nacimiento, queremos contribuir al recuerdo de uno de los poetas m�s extraordinarios del siglo XX, que brilla con luz propia en medio de esa pl�yade de escritores que se conoce como Generaci�n o Grupo del 27. Est� claro que pretendemos volver del rev�s el verso de una rima de B�cquer que inspir� uno de sus libros. No es, en modo alguno, un rescate, pues el inter�s por su obra ha ido creciendo con el tiempo, solo que ahora, con motivo del aniversario, cobra mayor fuerza conjurar aquellos versos, tan bellos y certeros, que tienen esa melancol�a de los lugares �ntimos y apartados:

Donde yo solo sea
memoria de una piedra sepultada entre ortigas
sobre la cual el viento escapa a sus insomnios
.

Sin duda la obra de Cernuda, en su conjunto, puede resultarle al lector demasiado atormentada. Pero es materia de vida hecha carne po�tica, reflexi�n sobre la existencia y la condici�n humana en t�rminos universales, y tiene su lugar especial en el grupo de su generaci�n, como contrapunto al vitalismo desbordado de otros. Tambi�n la vida, con sus claroscuros, se desliza por sus versos, como esos momentos de felicidad que, aunque fugaces y perecederos, habr�a para �l. Y, por encima de todo, la belleza, que, aunque sea ef�mera, siempre ser� un goce eterno. De todo ello hemos querido dar cuenta en nuestra antolog�a.

Al final queda un estremecimiento, al contemplarle a �l y a todo el grupo.

El poeta dej� de existir en 1963, pero su palabra pervive en nosotros, y muy especialmente aqu�, donde habita el recuerdo.

 
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