Escena de la película El rey de la comedia, de Martin Scorsese, con Robert De Niro.

Crítica de El rey de la comedia: mitomanía (1982)

El pasado 2019 quedó marcado en el ámbito cinematográfico por el estreno de Joker. La película sobre el personaje de cómic pronto fue muy bien recibida en la taquilla por el público, por lo que la atención hacia su desarrollo e inspiraciones se incrementó notablemente. Su director, Todd Philips, declaró que una de las fuentes de las que más había bebido para su elaboración había sido esta película de Martin Scorsese, junto con otras obras como Taxi Driver o Batman: la Broma Asesina en el papel. Tanto interés recibió la cinta del archienemigo de Batman que la obra que se reseña hoy renació, recordándose ahora como una de las fundamentales de la filmografía de Scorsese.

  • Género: humor negro, comedia, drama.
  • Director: Martin Scorsese.
  • Reparto: Robert De Niro, Jerry Lewis y Sandra Bernhard.

Reseña de El rey de la comedia

Las vueltas que da la vida. Se ven ciertamente los puntos de unión entre ambas películas: la relación obsesiva con un cómico famoso, la novia, un acto delictivo que lleva a la fama, la soledad y patetismo de sus protagonistas… Pero creo que analizar la película El rey de la comedia por su legado actual, en vez de por lo que ésta es en sí misma, la desmerece un poco. En mi opinión, su sucesora espiritual es mucho más amarga, más triste, más violenta y revolucionaria. Tal vez la haya transformado el devenir de los tiempos. No es un fallo, creo que el director neoyorkino no pretendía tocar esos temas, sino abordar más una comedia negra y no tanto un suspense psicológico como lo es la cinta de Philips.

El filme trata sobre Rupert Pupkin, un don nadie que pretende ascender al estrellato de la comedia a través de su ídolo Jerry Langford. Parece ser que el realizador de origen italiano no estaba muy dispuesto con la idea de dirigir esta película, pero que fue su amigo Robert De Niro el que insistió por el peculiar papel protagónico. El filme es un no parar de intentonas por parte de este fracasado que se ve forzado a la obsesión y al delirio. 

Especialmente cómicas resultan esas secuencias oníricas en las que Pupkin se imagina como “el rey de la comedia”, contrastadas con espeluznantes secuencias de ver a De Niro hablando a figuras de cartón o esperando como un energúmeno en la productora. Incómodo de ver.

In crescendo, este aspirante hace depender su vida de un total desconocido. Me llama la atención que podría ser cómico, como cantante o presentador. Es cierto que se prepara monólogos, pero siempre se resalta su deseo de fama. De ser idolatrado por las masas. Peca de un orgullo narcisista, delirando con su director del instituto pidiéndole perdón y casándose en televisión en directo. La historia sería más triste si fuera un comediante venido a menos que no ve cuándo llega su oportunidad. Con un sueño de hacer reír que no se concreta nunca. Pero él quiere ser famoso, más que humorista. 

Crítica de la audiencia

La película es una muestra de la ridiculez del público hacia sus estrellas. Está bien que nos gusten más ciertos artistas que otros porque manejan la subjetividad, pero adorar a un desconocido porque es gracioso, es guapo o simplemente es famoso resulta preocupante. Se muestra muy acertada al representar el peso de la fama sin caer en el martirio. 

A destacar la anciana que le pide a Jerry Lewis un saludo y le acaba insultando porque éste tiene prisa. Se debe al pensamiento generalizado de considerar a las estrellas como una propiedad colectiva, que al vender su imagen han abierto la vereda para los más entrometidos. Yo diría que Langford se muestra muy educado, pero el personaje de De Niro llega a unos límites intolerables. Que se lo digan a la prensa rosa.

De Niro lo hace muy bien, como siempre. Es de destacar su esfuerzo por salir de sus personajes habituales y meterse en la piel de un pringado como Pupkin. Sin duda, este papel le mostró como un actor muy capaz y valiente para salir de su registro. Con un Jerry Lewis muy correcto y apropiado en su actuación, la película hace destacar al comediante en uno de sus papeles más serios. El peso de Masha es más poco relevante, siendo optimista de deuteragonista. Su función es la de mostrar la otra cara de la mitomanía, la de la loca enamorada del famoso. 

Escena de la película El rey de la comedia, de Martin Scorsese, con Robert De Niro.
Escena de la película El rey de la comedia, de Martin Scorsese, con Robert De Niro.

El patetismo en la película El rey de la comedia

Lo cierto es que es una cinta que engancha y con un final coherente y cínico. A medida que avanza la trama el espectador se da más y más cuenta del cuento de la lechera que ha elucubrado Pupkin en su esfuerzo de que alguien le reconozca algún mérito. Más que humor, lo que predomina en el filme es patetismo. El pobre desgraciado no hace sino hundir más y más la pata en el fango. 

Y eso que yo creo que tenía alguna oportunidad, porque al final parece que al público le gusta la gracia trágica y escabrosa que maneja. En ese sentido, pensaba que iba a ser una total catástrofe la actuación final, pero el giro viene en el ciclo interminable del mundo del espectáculo. A la gente le gusta el escándalo, aunque los medios para obtenerlo sean poco lícitos. E incluso a pesar de ser un secuestrador confeso, con evidentes ausencias en su salud mental, se le presenta una prometedora carrera. 

Conclusión

En definitiva, la cinta es una crítica o una presentación de lo que supone parte del mundo del famoseo. Por una parte, obnubilan a parte de la población retratando a los artistas como algo inaccesible y único. Por otra, hace caer a las celebridades con una atención insoportable por parte de su público. 

En parte, es culpa de ambos al idealizar y llenar de mitos a los artistas. El vestido de Marilyn Monroe, la guitarra de Elvis Presley, el bombín de Charles Chaplin, etc. Llegando a lugares insospechados como subastar un mechón de pelo de Justin Bieber o una uña postiza de Lady Gaga. Así, se crean personalidades que, tendentes a la obsesión, tienen en los famosos a la diana perfecta para sus dardos.

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