El Reinado de Fernando VII: Absolutismo, Liberalismo y la Pérdida de las Colonias Americanas

Sexenio Absolutista (1814-1820)

Tras la llegada de Fernando VII y la convocatoria de elecciones por las Cortes en 1813, se evidenciaron las diferencias ideológicas entre liberales y absolutistas. A pesar de la victoria electoral de los liberales, el clero y la aristocracia, perjudicados por la Constitución de 1812, se inclinaron por la restauración del absolutismo. El regreso de Fernando VII al poder significó el retorno de las instituciones absolutistas.

En el contexto europeo, el Congreso de Viena y la Santa Alianza buscaban restablecer el orden absolutista frente al avance del liberalismo. Fernando VII, ante la disyuntiva entre liberalismo y absolutismo, se decantó por el segundo. El Manifiesto de los Persas, firmado por 70 diputados, solicitaba la vuelta al Antiguo Régimen y la anulación de los decretos de Cádiz. Con el apoyo del ejército, Fernando VII dio un golpe de estado, restauró el absolutismo, anuló la Constitución y persiguió a los liberales. Se restablecieron la autoridad gremial, las tierras de la Iglesia y se reprimió la libertad.

La respuesta liberal no se hizo esperar. Militares liberales, relegados por la nobleza, y civiles organizados en sociedades secretas, conspiraron contra el régimen. En 1820, el comandante Rafael del Riego se levantó en Cabezas de San Juan y obligó al rey a jurar la Constitución liberal.

Pérdida de las Colonias Americanas

España perdió sus colonias americanas por una serie de factores: el desastre de Trafalgar, la Revolución Americana, las ideas liberales de los ilustrados y el descontento con las reformas borbónicas. Los criollos, la élite colonial, buscaban abrir los mercados americanos a otras potencias y controlar las instituciones.

Las insurrecciones americanas contaron con el apoyo de Inglaterra y Estados Unidos. En 1810, solo Perú y las Antillas obedecían a España. Aunque en 1814 se recuperó el control desde la península, en 1817 un nuevo levantamiento criollo triunfó. Liderados por Simón Bolívar desde Venezuela y José de San Martín desde Argentina, los movimientos independentistas se consolidaron. En 1824, tras la batalla de Ayacucho, España reconoció la independencia de sus colonias, lo que provocó una grave crisis económica en la Hacienda española.

Trienio Liberal (1820-1823)

Con los liberales en el poder y la Constitución de 1812 en vigor, los absolutistas intentaron recuperar el poder mediante levantamientos. Ante su fracaso, la Santa Alianza intervino en apoyo de Fernando VII. El ejército francés, conocido como los Cien Mil Hijos de San Luis y comandado por el duque de Angulema, restauró al monarca en el trono.

Durante el Trienio Liberal se restablecieron los decretos de Cádiz, se abolieron los mayorazgos y se promulgó un nuevo código penal. Entre los liberales surgieron dos facciones: los exaltados y los moderados. Los realistas, opositores al régimen liberal, se organizaron en la Regencia de Urgel (1822), argumentando que el rey estaba prisionero. La regencia fue sofocada y sus miembros expulsados a Francia. Otros intentos absolutistas se produjeron en zonas rurales de Navarra, Cataluña y el País Vasco, que se integraron en el ejército de los Cien Mil Hijos de San Luis.

Década Ominosa (1823-1833)

Con el regreso del absolutismo se abolió la legislación liberal y se aseguró la plena soberanía de la corona. La represión a liberales y absolutistas radicalizó a ambos grupos. Los absolutistas se convirtieron en carlistas, partidarios del hermano del rey, Carlos María Isidro. Se creó un ejército de voluntarios realistas para prevenir levantamientos militares.

Tras la pérdida de las colonias americanas y la crisis de la Hacienda, se inició una lenta recuperación económica basada en el control del gasto público, la recuperación industrial en Cataluña y Andalucía, y la creación del Banco de San Fernando y la Bolsa de Madrid. Los gobiernos de Fernando VII combinaron absolutistas con moderados reformistas ilustrados, sin contentar a ninguno de los dos grupos. Ante la falta de herederos al trono, los moderados comenzaron a apoyar a Carlos María Isidro. A partir de 1827 se produjeron las primeras intentonas para convertir a Carlos en sucesor al trono.

En 1830 murió la reina. Fernando VII se casó con María Cristina de Borbón, quien quedó embarazada. El rey promulgó la Pragmática Sanción, que permitía la sucesión femenina al trono, cerrando el paso a su hermano y a los absolutistas. A partir de 1832, enfermo, Fernando VII preparó la sucesión de su hija Isabel II. Disolvió el ejército de voluntarios realistas, entregó el mando del ejército a generales leales a la sucesión, amnistió a exiliados y sustituyó a los ayuntamientos absolutistas.

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