LITERATURA
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Muere Alice Munro, ganadora del Nobel de Literatura y maestra del cuento y la fragilidad

La escritora canadiense, ganadora del Premio Nobel de Literatura en 2013, ha fallecido a los 92 a�os. Su obra, de poderosa sobriedad, es una de las cumbres del relato contempor�neo

Alice Munro
La Premio Nobel de Literatura Alice Munro, en una fotograf�a de archivo.DEREK SHAPMANEFE
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Alice Munro no necesit� demasiado para alcanzar algo ins�lito: comprimir el tiempo y la vida en el espacio de un cuento. Naci� en un pueblo canadiense, Wingham, en 1931. Hija de un granjero y una profesora. Espig� sometida a un fuerte moralismo presbiteriano. Viaj� poco. Vivi� en Vancouver. Se cas� una vez y tuvo tres hijas. Se cas� otra vez y le fue mejor. En un momento de entusiasmo por vivir mejor regres� al territorio de su infancia. Dej� de conceder entrevistas. Continu� escribiendo. Desde hace algo m�s de una d�cada sufr�a un proceso de demencia. Ha muerto a los 92 a�os.

Gan� el Nobel de Literatura en 2013. En 2009, el Booker. Y antes, en 2005, la primera edici�n del Premio Isla de Redonda, fundado por el escritor Javier Mar�as. Y ahora s�, una vez punteados los m�ritos y galardones, lo que importa es su obra. Los casi 20 libros que public�, la docena de colecciones de relatos que le hicieron sitio en la literatura anglosajona desde que en 1950 comenz� dispersar cuentos en revistas de aqu� y de all�. Porque el trabajo de Alice Munro es uno de los farallones del relato contempor�neo.

Pronto acumul� atenciones. M�s como escritora de culto, casi enigma. Lo que atrae de su escritura es la nitidez, la precisi�n, la manera de modular historias cercanas, posibles, donde la sugerencia de la fragilidad lo ocupa todo. En 1968 public� el primer volumen de cuentos: Danza de las sombras. Y ya estaban ah� algunos de los s�ntomas de su literatura: la fragilidad de los personajes, la inminencia del derrumbe de las situaciones, las rupturas que sabe perfilar como nadie y la sobriedad emocionada determinan sus cuentos. La penumbra de sus atm�sferas. La asfixia de algunos ambientes dom�sticos donde acecha el hundimiento. La densidad psicol�gica
-distinta a los alcances de Ch�jov, pero bien emparentados uno y otra-. Y esa verdad de ser mujer y romper las normas previstas en un mundo de hombres. Porque lo mejor de la escritura de Munro es su manera de advertir, de hacer que se escuchen voces que casi nunca suenan. Una obra de gentes normales donde todo conmueve, porque su amor es el nuestro. Y nuestra soledad. Y nuestra inquietud. Y nuestro desamparo.

Algunos t�tulos (y su mercanc�a) determinan una nueva senda narrativa del relato en la segunda mitad del siglo XX: Las vidas de las mujeres (1971), �Qui�n te crees que eres? (1977), Secretos a voces (1994), Odio, amistad, noviazgo, amor, matrimonio (2001) o Escapada (2004), de donde Pedro Almod�var sac� (por tres de los cuentos del volumen) el argumento de Julieta, su pel�cula de 2016. Y es que Alice Munro, a su manera, esquiva e involuntariamente distinta (en su mundo y en el nuestro) es motor de explosi�n en la ancha tradici�n de escritoras americanas, y canadienses, y europeas, del siglo XX. Igual que Patricia Highsmith, igual que Carson McCullers, igual que Lucia Berlin, igual que tantas formidables desiguales.

Y todo empez� cuando Munro, de ni�a, ley� La sirenita, de Hans Christian Andersen, y consider� que un final tan triste no era acertado para una historia tan formidable. As� que dio vueltas y vueltas alrededor de su casa hasta que encontr� un final mejor que el original. Lo que aquella chica no sab�a es que la vida pone m�s f�cil el da�o que lo dem�s. Por eso su obra tiene para nosotros el inter�s de lo verdadero, pues no disimula la posibilidad de un derrumbe imprevisto. El imprevisto derrumbe que cualquier vida est� siempre merodeando, incluso anunciando. En una de sus �ltimas entrevistas con p�blico, en Canad�, alguien pregunt� a Alice Munro cu�nto hab�a marcado su existencia el haber nacido en una casa de clase trabajadora. Y contest� con una sentencia suave que podr�a ser la po�tica m�s exacta para entender la suave potencia de su escritura: "No me di cuenta de que era un hogar de clase trabajadora, simplemente mir� donde estaba y escrib� sobre ello". Porque escribir es, "simplemente", saber mirar y decir lo que est�s viendo. Lo que vas viviendo. Pronto aprendi� lo dif�cil de lo sencillo.