El acusado del crimen de la discoteca ilegal La Fiestuki culpa a un hombre desconocido de la muerte | España | EL PAÍS
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El acusado del crimen de la discoteca ilegal La Fiestuki culpa a un hombre desconocido de la muerte

El sospechoso del disparo en un local de La Cistérniga (Valladolid) asegura que una tercera persona, de quien asegura le da “pavor” dar el nombre, le dio la pistola tras descerrajar un tiro a la víctima

El principal acusado en el momento de la detención.
El principal acusado en el momento de la detención.Guardia Civil

La Audiencia Provincial de Valladolid acoge desde este martes el juicio por la muerte a tiros de un cliente de la discoteca ilegal La Fiestuki, en La Cistiérnaga (9.182 habitantes). El negocio ocupa el mismo espacio que un antiguo mesón, La Tía Pepa, precintado por la policía local de la localidad, pero los fines de semana resucita, obviamente sin permiso, como sala de baile. La Guardia Civil señala que el lugar caótico sirve de oasis para personas en busca y captura. Y así quedó demostrado la madrugada del 1 de agosto de 2022, cuando B. L., de 27 años y numerosos desencuentros con la Justicia, murió allí de un disparo.

El principal acusado, R. A., de 44, se ha defendido en la sala asegurando que el asesino fue otra persona, quien le entregó la pistola tras descerrajarle un tiro a la víctima, pero no quiere revelar su identidad porque le tiene “pavor”. Aunque varios trabajadores del local ilegal desmienten que él fuera el autor del crimen, dos testigos protegidos afirman que R. A., entonces en busca y captura por una causa abierta y que fue arrestado un mes después de los hechos, fue en efecto el autor de la muerte. La Fiscalía le pide 21 años de prisión en un proceso celebrado con jurado popular en la Audiencia Provincial de Valladolid.

Las sesiones comenzaron este martes en el juzgado vallisoletano con un principal señalado acusado de delitos de asesinato, amenazas y tenencia ilícita de armas. Junto a él fue detenida su pareja, C. S., responsabilizada también de posesión ilícita de la pistola con la que se habría disparado el tiro. La declaración de R. A. se ha centrado en su adicción a la cocaína, la presencia de un supuesto tercer sujeto causante de la muerte y hacia quien siente “pavor” y al hecho de haber guardado el arma presuntamente homicida.

R. A., natural de Salamanca, ha explicado que en aquel verano se evadió de la justicia porque pesaba en su contra una orden de búsqueda por unos malos tratos contra su expareja —de los que finalmente salió absuelto—. “Tengo un problema de drogadicción”, ha insistido el individuo, quien sostiene que él y la otra acusada llegaron a La Cistérniga para pasar la noche del sábado y que, mientras consumían cocaína en el coche, se produjo un incidente en la discoteca, con un grupo de personas, una de las cuales le pidió que guardara una pistola antes de que salieran huyendo hacia la capital salmantina. “Como soy gilipollas me la llevé, pero yo no la usé. Hasta la cogí con un pañuelo. ¿Si soy el autor, cómo la voy a tener en casa?”, ha sostenido en la sala esta persona, que cuenta con antecedentes penales, entre ellas un vínculo con un homicidio en 2008 que lo llevó a prisión. Los guardias civiles, al arrestarlo, incidieron en la “peligrosidad” del sujeto, quien había aplicado “medidas de autoprotección extremas para evitar ser descubierto en un domicilio de un barrio de Salamanca donde permanecía oculto desde la comisión del homicidio”.

Dos trabajadores de La Fiestuki y el dueño han coincidido con el acusado y niegan que él accionara el gatillo. Han relatado su versión de los hechos, que han coincidido al señalar que la víctima portaba una barra de hierro y estaba bajo los efectos del alcohol y otras drogas, y, aunque han desmentido que el acusado lo matase, no han dado ningún dato para describir o identificar al supuesto autor de los hechos. La Fiscalía les ha afeado “contradicciones” con sus testimonios en la fase de instrucción.

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Dos testigos protegidos, que han comparecido parapetados por biombos, han señalado al acusado como autor de la muerte. Uno de ellos, que asegura ser amigo del acusado y es el dueño del vehículo con el que llegaron a Valladolid, ha indicado que R. A. se disculpó por haberse llevado el coche en su huida: “Me dijo que hubo una pelea y se había defendido con la pistola”. En cuanto pudo, el testigo protegido regresó a Salamanca y al recuperar su coche habló con el sospechoso, quien reiteró que disparó en legítima defensa, que no había premeditado la muerte y que nadie pagaría por los hechos cometidos.

Este testigo pidió protección porque el pasado febrero sufrió una paliza de la que salió con dos costillas rotas y que él achaca a una seria advertencia por si hablaba de más ante la audiencia.

La otra testigo protegida ha admitido sin miramientos haber sufrido “amenazas” durante estos meses tanto para ella como para su hijo. Esta mujer no acudió aquel día a La Fiestuki, pero sí ha reconocido que había escondido en su casa a R. A. mientras este era buscado por la policía. Durante esa etapa apareció un día en la vivienda armado con una pistola. El día siguiente de la muerte, el otro testigo protegido la avisó de los hechos y ella le preguntó al acusado si había disparado al joven fallecido. Ambos se rieron, ha lamentado, y percibió “mucha frialdad” pese a la gravedad de la situación. Tras el crimen, recibió mensajes intimidatorios, entre ellos uno, ha dicho, que rezaba: “Ya sabes que las cuentas conmigo se pagan muy caras”.

Los agentes de la Guardia Civil han explicado que las dos detenciones las efectuaron tras intervenciones telefónicas, y conocer el primer testimonio de los trabajadores de la sala sobre las características del coche huido y las confesiones del testigo protegido. Han excusado a la mujer detenida de la muerte, pero no de tenencia ilícita de armas. El fiscal ha instado al jurado popular a desconfiar del acusado, al que se ha referido como “lobo con piel de cordero”.

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Sobre la firma

Juan Navarro
Colaborador de EL PAÍS en Castilla y León, Asturias y Cantabria desde 2019. Aprendió en esRadio, La Moncloa, en comunicación corporativa, buscándose la vida y pisando calle. Graduado en Periodismo en la Universidad de Valladolid, máster en Periodismo Multimedia de la Universidad Complutense de Madrid y Máster de Periodismo EL PAÍS.
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