¿Saben contar los peces payaso?

"Nemo" no es tan memo. Los peces payaso han demostrado ser mucho más inteligentes de lo que se pensaba

Los peces payaso, habitantes de los arrecifes, son conocidos por tener una relación inseparable con las anémonas. Ahora se ha descubierto que es posible que incluso sepan matemáticas.

Sergi Alcalde National Geographic
Sergi Alcalde

Periodista especializado en ciencia, sociedad y medio ambiente

Actualizado a

Pez payaso en el interior de una anémona
Shutterstock

Un pez payaso se protege de los depredadores en el interior de una anémona, con la que mantiene una relación simbiótica llamada mutualismo. 

En 2003 El cineasta y actor de voz estadounidense Andrew Stanton buscaba el pez perfecto para protagonizar una película. Mientras hojeaba unos libros sobre vida marina, encontró por casualidad una fotografía de dos peces que asomaban del interior de una anémona, una imagen que le sirvió de inspiración para crear una de las películas más taquilleras de 2003: Buscando a Nemo.

Gracias a la cinta de Pixar, millones de niños descubrieron los entresijos y amenazas que encierran los ecosistemas coralinos, así como las relaciones simbióticas que existen entre los peces payaso y las anémonas. Sin embargo, más allá del séptimo arte, estas coloridas criaturas marinas llevan años cautivando a la comunidad científica. 

Se sabe, por ejemplo, que son unos animales extraordinariamente sociales y que mantienen una relación simbiótica con las anémonas, unos cnidarios equipados con unas células urticantes que los protegen de los depredadores.

Tal es la relación con estos animales marinos que los peces payaso se conocen como peces anémona, pues, de alguna manera, no pueden vivir sin ellas. Y estos antozoos también se benefician de estos peces: los tentáculos urticantes de las anémonas protegen tanto a los peces como a los huevos, mientras que el característico color de estos peces sirve de cebo para otras criaturas marinas. Ahora, además, han descubierto que estas criaturas son extremadamente inteligentes.

Inconfundible color naranja

Si hay algo que caracteriza a los peces payaso son sus colores llamativos. No en vano, estos peces deben su nombre a las características manchas blancas que adornan su cuerpo, a veces delimitadas por líneas blancas y negras que recuerdan a la cara pintada de un payaso. 

Actualmente se han documentado unas 30 especies, todas ellas habitantes de arrecifes coralinos de aguas cálidas, desde África oriental hasta la Polinesia Francesa, y desde Japón hasta Australia oriental, no muy alejados de la costa, situados a bajas profundidades. 

No sin mi anémona

Los peces payaso tienen un idilio muy especial con las anémonas, unas criaturas junto a las que pasan casi toda la vida. A esta relación tan intensa que se la conoce como ‘mutualismo’, pues se establece una relación de la que ambas especies se benefician. Por ejemplo, el pez payaso pone los huevos unas dos veces al mes debajo de la base carnosa de estos animales marinos y protege los embriones con sumo cuidado, mientras que su color atrae a posibles depredadores hacia estas criaturas urticantes. La relación entre anémonas y peces payaso está sumamente documentada por la comunidad científica, hasta el punto que constituye uno de los casos más estudiados de relación simbiótica que existen. 

Una sola anémona puede dar cobijo a más de una docena de peces payaso de la misma especie, aunque del millar de especies de anémona existentes solo unas 10 albergan peces payaso. Lo curioso es que estos pececillos son completamente inmunes a su veneno, pues pueden moverse plácidamente por entre sus tentáculos. ¿Cómo lo consiguen? Los científicos creen que es probable que su piel contenga alguna sustancia que les permita inhibir el poder urticante de sus huéspedes. 

Son muy sociales, pero solo manda una pareja

Otra de las características inconfundibles de estos peces es su organización social. A diferencia de otras especies, forman sociedades perfectamente estructuradas. Por ejemplo, crean unos vínculos muy estrechos con los individuos con los que se aparean. Normalmente, existe una única pareja reproductora formada por un macho y una hembra, siendo el resto de ejemplares machos no reproductores. La hembra es la más grande de la ‘familia’, seguida del macho y los juveniles. 

Cuando la hembra desaparece… el macho cambia de sexo

Pero hay algo que no aparece en la película de Pixar es la curiosa forma de reproducción de estos peces. Cuando la hembra muere, el macho no buscará otra compañera con la que aparearse, sino que la reemplazará, convirtiéndose en hembra. Luego se apareará con el macho de mayor tamaño, que asumirá en ese momento el papel de dominante. A esta característica se la denomina hermafroditismo secuencial protáncrico, y se da en casos de especies que viven en cardúmenes en los que un macho convive con varias hembras, como es el caso de estos peces.  

Franjas distintas
Kina Hayashi

Un pez payaso de la especie Amphiprion ocellaris en el interior de una anémona Stichodactyla gigantea. 

 

Durante este proceso de transformación, estos peces experimentan cambios importantes en su anatomía y fisiología. Por ejemplo, desarrollan ovarios y glándulas reproductivas femeninas y dejan atrás sus características anatómicas masculinas. Este proceso de transformación les ayuda a mantener la estructura social y reproductiva… lo que le permite garantizar su supervivencia a largo plazo. Cómo consiguen cambiar de sexo tan rápidamente sigue siendo objeto de estudio para la comunidad científica. Investigaciones recientes han deducido que en el cerebro tiene lugar una rápida mutación genómica que se traduce en una transformación de las gónadas, los órganos sexuales de estos animales. En otras palabras, el propio sistema nervioso da el pistoletazo de salida para este cambio de sexo repentino. 

Pero si hay algo que irrita a estos peces es que alguien se interponga en su camino. Son extraordinariamente territoriales, con lo que si algún intruso logra perturbar o amenazar esa convivencia ‘familiar’, no dudarán en mostrarse agresivos. Y es ahí donde desarrollan sus habilidades más innatas, según ha descubierto recientemente publicado en la revista especializada Journals of Experimental Biology. 

 

En investigaciones anteriores ya se había concluido que los peces payaso eran totalmente reacios a compartir sus harenes con intrusos, pero hasta ahora no se había documentado cómo hacían para detectar si algún individuo es o no de su especie. Ahora, esta reciente investigación ha descubierto que podrían basarse en el número de rayas verticales. 

Pero los científicos seguían planteándose un interrogante. Si tenemos en cuenta que existe una treintena de especies de pez payaso (algunas con tres rayas, otras con ninguna), además de otros muchos animales que pueblan los arrecifes. ¿Cómo hacen estos peces para reconocer exactamente a sus congéneres?

 

Frecuencia de ataques a otros peces
Kina Hayashi

Los investigadores descubrieron que los peces payaso atacan con mayor frecuencia a los ejemplares de su propia especie, y a aquellos que más se asemejan a ellos. 

El nuevo estudio sugiere que estos animales no se limitan a comprobar si su compañero de arrecife tiene o no rayas, sino que, además, las cuentan. El equipo de investigadores llegó a esta conclusión tras visualizar las imágenes de unas cámaras de vídeo instaladas en el interior de tres tanques. Primero colocaron 50 peces payaso comunes junto con otros individuos de la misma especie. Además, añadieron peces de otras especies del mismo género, algunos de ellos muy parecidos, y otros que suelen tener manchas blancas y verticales. 

Los científicos observaron que estos peces se mostraban mucho más agresivos -hasta el punto de perseguir o atacar- con otros compañeros de la misma especie y más permisivos hacia otros primos lejanos, algunos de los cuales solo recibían una pequeña ‘reprimenda’. 

¿Significa esto que los peces saben contar? Difícil saberlo, habida cuenta que es prácticamente imposible comprobarlo.  Según la ecóloga del Instituto de Ciencia y Tecnología y autora principal del estudio, Kina Hayashi, es posible que existan otros factores que les permita identificar otras especies. Pero lo que está claro es que de alguna manera se las arreglan para discriminar aquellos peces que son bienvenidos, y los que no. Y quién sabe, es probable que sepan algo de mateméticas. 

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