Recientemente tuve la oportunidad de ver de nuevo “The Incredible Mrs. Ritchie”, película de televisión del 2003 con Gena Rowlands que me gustaba mucho: una producción sencilla, con una banda sonora invasiva, en la cual todo está iluminado y con un mensaje inspirador. “El sentido de la vida”, del director Nicholas DiBella, parece haberse quedado en esa época: su interesante premisa y bonito mensaje se ven opacados por una ejecución cumplidora pero poco cinematográfica, convirtiéndola en una propuesta entretenida que nunca explota todo su potencial.

Tras un accidente, Ali (Andrea Figliomeni) ha perdido completamente la memoria. Aunque parecía tenerlo todo (un novio guapo, una beca a la universidad, buenas amigas), ella siente que no era del todo feliz. Después de encontrar un misterioso diario debajo de su cama, se une al chico problema del pueblo, Cameron (Winter Andrews), para poco a poco descubrir más de sí misma, y de cuán poco la conocían quienes la rodeaban.

Con series que no le piden nada a las películas de Hollywood, es fácil olvidar que hubo un tiempo en el cual este era el estándar de los largometrajes televisivos: lo que hoy consideramos (a veces despectivamente) la estética de Hallmark Channel en algún momento fue la norma; lastimosamente, las cosas ya no son así, y esto hace que “El sentido de la vida” se sienta genérica y poco propositiva. Pese a estar técnicamente bien hecha (salvo unas pocas transiciones forzadas), carece de identidad en el apartado visual y sonoro.

Lo que diferencia a esta entrega de otras del estilo (sobre todo de gran parte de los genéricos romances de Netflix e incluso de algunas películas cristianas) es su interesante planteamiento y un guion que, si bien no es espectacular, procura evitar la cursilería exagerada, tiene algunos momentos bonitos y está interesado en dar un mensaje inspirador. Su trama sin grandes complicaciones y con gran optimismo convierten lo que pudo ser una cosa muy ridícula en una experiencia llevadera; sin embargo, los diálogos acartonados y falta de compromiso a llevar la premisa hasta las últimas consecuencias la hacen poco memorable.

Aún con todos sus defectos, “El sentido de la vida” es una película bonita con un lindo mensaje para los adolescentes, lo cual la hace una buena opción para ver en familia. Además, pese a que es producida por Faith Street Films, especialista en películas cristianas, ésta no incluye nada de fe y no te repite su moraleja cada dos segundos: deja que lo asimiles y saques tus propias conclusiones (a diferencia de “Dios no está muerto” o “Breakthrough”, por ejemplo). Sin embargo, para aquellos que busquen un producto más adulto, pulido o cinematográfico, hay muchas otras opciones a las cuales dedicarles casi dos horas de su vida.

“El sentido de la vida” ya se encuentra disponible en Netflix.