La autobiografía de Woody Allen, entre Mia Farrow, la cancelación y su genialidad - El Comercio

La autobiografía de Woody Allen, entre Mia Farrow, la cancelación y su genialidad

La portada de la autobiografía del cineasta neoyorquino, Woody Allen. Foto: Cortesía Alianza Editorial




Hace un año, en una librería de Washington D.C., pregunté por 'A propósito de nada' la autobiografía de Woody Allen. El dependiente dijo que no lo tenían. Luego pedí la biografía de Phillip Roth. Y, en tono incluso más seguro que en la respuesta anterior, dijo que tampoco lo tenían.

Tan segura fue su negativa que debí saber las causas. ¿Por qué? Apenas le di tiempo para que inclinara la cabeza, dijera un largo "bueeeenoooo... " (weeeelll) y le interrumpí: porque están cancelados, ¿verdad? Y dijo con convicción respetuosa: sí. Nada más. Entonces, me tocó inclinar la cabeza.

Ignoro las razones por las que prolongó esa palabra. Espero que, en el fondo, sepa que censurar un libro no es algo tan bueno para una civilización. Al menos para la Occidental que luchó tanto por la libertad de expresión. Quemar libros es fruto del miedo. Por eso, quemaron la biblioteca de Alonso Quijano cuando decidió convertirse en Don Quijote de la Mancha. Lo hicieron los nazis. Las dictaduras de Argentina y Chile llevaban detenidos y desaparecían a los que tenían una buena biblioteca.

Woody Allen y Philip Roth son íconos culturales. Son creadores de obras brillantes y que permanecerán en la memoria. Hubo un tiempo en que sus visiones sobre el mundo eran celebradas, sea política, sexo, religión. Asustaban, sí, pero también encantaban. Hacían obras de arte.

De Woody Allen podemos nombrar sus películas 'Annie Hall', 'Hannah y sus hermanas', 'Match Point', 'EL dormilón', 'Medianoche en París' y un largo etcétera. De Philip Roth, 'La mancha humana', 'El lamento de Portnoy', 'El complot contra América', 'Pastoral americana', 'Adiós Columbus' y otro largo etcétera.

Son dos tipos de causas diferentes las que lo cancelaron. La editorial W. W. Norton decidió retirar los volúmenes de las librerías por las acusaciones sobre delitos sexuales de Blake Bailey, autor del libro 'Philip Roth. La biografía'. Pero Roth también es cuestionado y juzgado.

En el caso de Allen, 'A propósito de nada' fue censurada porque supuestamente había abusado de la hija de Farrow, su pareja. Y, para colmo, se casó con una de las hijas adoptadas de Farrow: Soon-Yi.

La figura de Woody Allen

Woody Allen es un fenómeno no solo del cine, sino de la comedia. Es un ícono cultural. Uno de los grandes genios de la segunda mitad del siglo XX y en la dos décadas del actual. En su obra late la gran urbe, la síntesis de las ciudades del mundo, Nueva York, pero también la condición humana.

Él no se la cree. Todo lo contrario: siempre se ve como un hombre perezoso, sin grandes talentos salvo el de poder hacer chistes. Eso, al fin de cuentas, evitó que hiciera trabajos que no le interesaban en lo absoluto.

Se sorprende de que lo consideren un genio. No le gustaba leer, no sabía de nada. Pero comenzó a hacerlo por una razón fundamental: las mujeres. Le gustaban las mujeres intelectuales pero él no tenía nada que ofrecer. Así que la lectura fue el camino para ligar con alguien.

Pero, por eso mismo, leer 'A propósito de nada', es algo así como el gran desafío a la cultura de la cancelación.

La editorial que compró sus derechos, Hachette, de Gran Central Publishing, debió tomar la decisión de no publicar su tras las protestas de los colectivos y de sus trabajadores que se negaban a seguir en sus labores si publicaban esa 'atrocidad'. Pero como ha sido algo usual en él, el éxito y la admiración no está mayormente en casa. Muchas de sus películas tuvieron mejor suerte en Latinoamérica y en Europa que en Estados Unidos.

Y si bien hubo una editorial que se animó a irse en contra corriente, Skyhorse Publishing. En español, lo hizo Alianza Editorial. Ahora va por la cuarta reimpresión. Además, Skyhorse Publishing publicó la biografía de Roth.

'A propósito de mucho' en contra de Mia Farrow, en realidad

Gran parte del libro trata sobre la polémica de su supuesta -y nunca comprobada- violación a la hija de Farrow, Dylan. Es su gran descargo, aunque en algún momento pedirá que no sea motivo por el que estén leyendo el libro. Pero son 82 de 423 páginas del libro las que dedica a este caso. En realidad, es también una denuncia contra Mia Farrow.

Esas 82 páginas son como una de sus películas complejas y no siempre exitosas en taquilla: una parte comedia y otra parte drama o, quizá mejor, tragedia. Hasta la página 241 es, en cambio, como estar en un largo stand-up, esa comedia estadounidense en que alguien se para ante un micrófono y un público ávido de reírse con historias.

Hay que estar preparado para un repertorio de bromas geniales. Ese ritmo se pierde en la página 241, cuando aparece Farrow en su vida. Es una actriz extraordinaria y bella. Su personalidad era abrumadora y trabajar con ella en las películas le impresionaba.

Allen lamenta no haber hecho caso de las señales que daba, que a cualquiera asustaría. Pero él lo ignoraba: "Solo sé que la personalidad encantadora y unos grandes ojos azules pueden lanzar mil barcos a la mar".

Tampoco sabía lo que pasaba puertas adentro del hogar de Farrow y sus hijos, los biológicos y los adoptados. Nunca vivieron juntos. Nunca se casaron. Cuenta Allen, que nunca durmieron juntos. De hecho, muchos pensaban que esa era una relación perfecta: estar juntos con solo un parque (el Parque Central) de distancia.

Con el tiempo, según cuenta en estas páginas, le fueron revelando qué es lo que verdaderamente pasaba en la casa. Mia Farrow vendía una imagen de mujer comprometida con la humanidad, de madre abnegada, tierna, pero era cruel sobre todo con los adoptivos y tenía comportamientos extraños con los propios.

"Fuera cual fuera el esfuerzo que le costara controlarse, disimular, funcionar en sociedad y mostrarse encantadora, no había duda del gran talento interpretativo que había detrás de todo eso", dice Allen.

En el libro, el lector sabrá la opinión de Allen sobre Farrow, el dolor porque no podía ver a sus hijos. También su relación con Soon-Yi, una de las hijas adoptivas de Farrow, algo que resulte difícil de entender y que muchos dirán que es una perversión.

El detonante fueron las fotos de Soon-Yi desnuda. Para Farrow, fue pornografía; para Allen, eróticas. Un tema que cada lector juzgará desde su moral. Pero él afirma que han sido los mejores años, conoció el amor. Por su parte, Soon-Yi no guarda ningún cariño por Mia. Ella habría preferido seguir en el orfanato de Corea, de donde la sacó Farrow para llevarla a Nueva York.

Aunque las pericias y los jueces dijeron que Dylan fue inducida por su madre para mentir y sostenerla como la de la violación, Allen ha sido cancelado. Muchos artistas dijeron que no filmarán con él, no lo volverían a hacer y hasta arrepentirse de haber trabajado con él. Otros, en cambio, lo defienden.

"A mí me resulta fascinante que tanta gente escogiera ignorar los hechos y prefiriera creer, casi con entusiasmo. en la afirmación del abuso sexual", escribe cas al final del texto.

Woody Allen dirige a Scarlett Johansson. Foto: Facebook de Woody Allen.

El humorista y el genio

El libro cuenta, en mucho, sus proceso de creación, su técnica de rodaje, los éxitos y los fracasos. De los actores y las actrices con con los que ha filmado. Pero también es una gran suma de su ética: haber logrado que sus películas sean fruto de su trabajo y sin concesiones ante las presiones de los productores.

Es también un libro reflexivo. Muy a su modo, piensa sobre el humor, sobre las cámaras, sobre sus relaciones con mujeres, sobre su familia escandalosa, torpe y muy poco talentosa e inteligente.

Se sabe un tipo gracioso, pero siempre quiso dar un paso más allá, hacia el drama. Pero, como a muchos, la gente prefiere lo gracioso.

Eso, por ejemplo, relata con 'Recuerdos': "la mayor parte de los que fueron a verla salieron del cine repitiendo como loros lo que decían las masas sobre ella, es decir, que preferían las anteriores, que eran comedias. Pero no se puede avanzar como artista su uno tiene miedo de experimentar y yo no tenía ninguna intención de limitarme a lo que sabía que me salía bien.

Woody Allen tiene una ética. Nunca va a la entrega de premios. No cree en los premios; solo lo hizo una vez, en el 2002, en los Oscar que rindió homenaje a Nueva York después del atentado a las Torres Gemelas.

"No tengo nada valioso que ofrecer a los estudiantes de cine. Mis hábitos de filmación son perezosos e indisciplinados; tengo la técnica de un estudiante de cine fracasado al que han expulsado (...) Trabajo todo el día o, si no, al menos una parte de cada día de la semana. No porque sea adicto al trabajo, sino porque eso me evita tener que enfrentarme al mundo, uno de los escenarios que menos me gustan".


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