¿Cómo enseñar a mis hijos para que estén firmes en estos tiempos?

Como padres, nos vemos en la necesidad de instruir a nuestros hijos en valores y principios que ciertamente aportarán gran valor a sus vidas, pero no podemos olvidas que vivimos tiempos complicados, específicamente tiempos finales tal y como lo dice la Biblia, pues el rapto de la iglesia se acerca, por ello debemos preguntarnos: ¿Estamos enseñando lo necesario a nuestros hijos para que se mantengan firmes como cristianos en la cultura de hoy?

¿Cómo enseñar a mis hijos para que estén firmes en estos tiempos?
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Si bien es cierto que el miedo está presente en medio de toda crisis, este sentimiento toma control de nuestro corazón cuando vemos todo lo que sucede hoy, además de no saber si los estamos preparando bien para las batallas que sin duda enfrentarán.

Un enemigo en contra de ellos es la forma en que la sociedad vive ahora, y es por ello que debemos instruirlos de tal manera para que la firmeza en Dios sea una barrera a su alrededor, que forje en ellos la convicción de sus creencias y les fundamente una fe que sea inquebrantable cuando ya no estén en casa.

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Es necesario que nos demos cuenta de que nuestros hijos actualmente viven en una guerra porque tienen un enemigo que intenta derrotarlos moralmente, haciendo que se alejen de sus convicciones.

A satanás le gusta voltear la Palabra de Dios al revés y hacer que la olviden y que vivan totalmente alejados de Jesús. Tenemos en nuestras manos la responsabilidad de guiarlos por la senda que hará de sus vidas lo que Dios se había propuesto que fuesen. De esta forma no se perderán, ni se desviarán por cosas dañinas y viles que el mundo les ofrezca.

Proverbios 22:6 nos dice: «Instruye al niño en su camino, y aun cuando fuere viejo no se apartará de él», si leemos con detenimiento notaremos que no nos está dando un consejo, es más bien un mandamiento muy claro de parte de Dios.

Instruirlos implica compromiso y requiere dedicación para capacitarlos en el camino correcto, es decir, el más adecuado para sus vidas, el camino que vaya de la mano con los planes y propósitos que Dios tiene para con ellos. Este es un mandato de Dios.

Los siguientes consejos nos ayudarán a instruirlos correctamente:

Nuestro deseo de protegerles debe ser el motivo de su disciplina

Cuando dediquemos el tiempo para enseñar a nuestros hijos no lo hagamos en el instante de ira, ni porque quiera castigarle, instruya al niño con paciencia y recuerde que su motivación debe ser el deseo de protegerles.

No los castigue con sus manos porque eso es atroz, ya que es una parte de usted que se usa en contra de ellos, en lugar de eso tome una vara, si es el caso de corregirlos (Proverbios 23:13).

Debemos mantener las emociones bajo control

De la manera en que respondemos o enseñamos a nuestros hijos les capacita para tratar con las situaciones en su propia vida. «Mejor es el lento para la ira que el poderoso», Proverbios 16:32.

Animemos a nuestros hijos a mantenerse en la lectura de la palabra y en oración

Debemos enseñar a los niños la importancia de la lectura diaria de la Biblia, ya que es la Palabra de Dios y allí encontramos lo que Dios nos quiere decir, para que vivamos conforme a lo que Él desea. Las respuestas a la vida verdadera se encuentran en las Escrituras, por lo que leerla es vital para todo ser humano.

Podemos hacerlo obsequiándoles una Biblia que disfruten, siendo un ejemplo a seguir, darles un motivo convincente que los inste, hacerles preguntas o bien sea respondiendo conforme a la palabra cuando hagan sus preguntas.

Si no leemos la Palabra, no será lumbrera a nuestro camino y tropezaremos. Ellos lo van a hacer si nos ven a nosotros leyendo la Palabra.

Seamos consistentes

Si practicamos la lectura o la oración constantemente, entonces, ellos empezarán a hacer lo mismo, iniciaran por preguntarle a Dios cuál es el plan que tiene para ellos. Entonces, irán a la fuente, comenzaran a hablar con el Señor al respecto. Y lo que harán será empezar a orar, es preciso que sepan los beneficios que la oración nos da.

Instruirles no requiere gran educación, sino sabiduría, disposición y amor para hacerlo.

Debemos enseñarles que su relación estrecha y personal con Jesucristo es lo más importante

Decirles que Dios tiene un plan y un futuro para nosotros en su mente es primordial, esto los motivara a orar para que puedan saber lo que Dios ha preparado para ellos, les ayudará a sentir paz y seguridad frente a las dudas o circunstancias difíciles de la vida, para que lo tomen en cuenta en todo desde con quien se casarán, lo que harán en sus vidas y hasta en que invertirán.

A fin de cuentas esto significa relacionarse con Él, pasar tiempo con Él, y si nos observan a nosotros, obedeciendo a Dios y dejando las consecuencias en sus manos, repetirán esto en su vida personal, además debemos recordarles que el Todopoderoso se interesa por ellos y que tiene derecho a darle dirección a sus vidas.

Si como padres buscamos a Dios desde muy temprano y atesoramos su Palabra en nuestro corazón, será entonces cuando podamos enseñarles sobre la soberanía del Padre Celestial en nuestras vidas.

Estemos prestos a escucharlos y a pasar tiempo juntos

No se necesita ninguna educación para detenerse a escuchar a nuestros hijos y no es detenerse a escucharlos con el periódico en mano, con la televisión encendida, o frente al computador, mirándolos de reojo. No cometamos este error, estamos criando a alguien que pasará su eternidad en algún lugar.

Cada que podamos pasemos tiempo con ellos, aunque no sostengamos una conversación, compartamos sus intereses o pasatiempos, revisar cuidadosamente a que medios y que contenidos están visitando también es de suma importancia.

Por último lo que los motivará a ellos será ver nuestro ejemplo y nuestro deseo de verles alcanzar sus logros, verlos destacar en cada ámbito de sus vidas.

Será nuestro amor por ellos y el deseo de verles salvos desde temprana edad que se mantendrán firmes y fieles a Dios para que le honren. En un futuro saldrán de casa y estarán preparados, y listos contra el enemigo, dispuestos y valientes para pararse frente a cualquier circunstancia y tomar una postura definida por la verdad de la Palabra de Dios.

Obedezcamos a Dios, confiemos en Él y dejemos en sus manos los resultados.

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