Por un mañana mejor (2023), de Jonathan Entwistle

En lo que se diría una realidad alternativa futurista de los Estados Unidos de los años 50, en un mundo retro con robots y coches que se deslizan en el aire sin necesidad de ruedas, Jack Billings lidera un equipo de vendedores de pisos en la Luna. Un discurso supuestamente inspirador pero algo deprimente logra persuadir al joven Joey, cuya madre está en coma tras un reciente atropello. Ignora Joey que Jack es su padre, que los abandonó cuando él era un niño. Convencido de que se le presenta una oportunidad para recuperar a su hijo, y sin revelarle su identidad, Jack le convence para que abandone la idea de comprar un piso lunar, y se sume a su equipo de comerciales, del que forman parte Eddie, aficionado a las apuestas deportivas que le endeudan e interesado sentimentalmente por la secretaria Shirley, y Herb, casado con la celosa Betty y padre de gemelos. Los vendedores se ganan a una enemiga en Myrtle, que esperaba iniciar una nueva vida en la Luna, pero a la que han retrasado la entrega de su piso, y en un celoso funcionario que piensa que no están cumpliendo con el papeleo.

Entretenida serie creada por Lucas Jansen y Amit Bhalla con diez capítulos de media hora de duración, que tiene su punto de originalidad, lo que se agradece. Aunque al principio avanza con algo de lentitud, introduciendo más y más personajes, funciona en su condición de “dramedia” con el telón de fondo retrofuturista, y la idea de que al protagonista se le presenta una segunda oportunidad para recomponer a su familia, aunque con la dificultad de que sus mentiras no dejan de enredarle.

Resultan convincentes Billy Crudup y Nicholas Podany como padre e hijo, y la evolución de la relación en el filo de la navaja, con apuntes de humor y situaciones apuradas que sugieren un giro a la narración, y que se van resolviendo-complicando con inteligencia. Los otros personajes, con actores de la solvencia de Alison Pill, Hank Azaria o Jacki Weaver, tienen más la condición de secundarios, pero su presencia no es mero capricho, y da consistencia al conjunto. Los efectos visuales sencillos pero eficaces, la dirección artística con objetos retromodernos, y la fotografía y vestuario con colores pastel sirven muy bien a la historia.