La cara B de Egipto: mucho más que pirámides | El Viajero | EL PAÍS
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La cara B de Egipto: mucho más que pirámides

El país africano, una de las cunas de la civilización, esconde lugares desconocidos por muchos. Descubre el lugar del oráculo de Alejandro Magno, la gran desconocida costa mediterránea egipcia o los secretos de la ciudad de Alejandría

Una de las calles principales del centro del Oasis de Siwa, en Egipto.
Una de las calles principales del centro del Oasis de Siwa, en Egipto.Suzuki Kaku (Alamy / CORDON PRES (Alamy Stock Photo)

En Egipto, todo parece girar en torno al Nilo, pero no es así: al margen de los cruceros que recorren el río, de las famosas pirámides y de los misteriosos templos faraónicos del Alto Nilo… al margen incluso de la fascinante ciudad de El Cairo, queda mucho más Egipto para visitar y revisitar una y otra vez este país que ha visto pasar a todas las grandes culturas de la Antigüedad. Estas son las grandes propuestas para escapar de los clásicos de Egipto.

El Oasis de Siwa: el oráculo al que viajó Alejandro

No muchos turistas se alejan del Nilo, pero la escapada a lugares como el Desierto Occidental merece la pena, ya que es más antiguo que las pirámides y tan espectacular como cualquier templo. Pura belleza. Las surrealistas formas rocosas del Desierto Blanco y las gigantescas dunas onduladas del Gran Mar de Arena son una imagen inolvidable para cualquier viajero que se aventure a conocer esta otra cara, a veces olvidada, del país.

Entre un pintoresco paisaje de plantaciones de palmeras y fuentes termales, en los cinco oasis de este paisaje se mantiene la auténtica vida rural egipcia. Tal como ha sido a lo largo de milenios. Es un destino tranquilo, en el que no falta la aventura: podremos explorar las callejuelas de Al Qasr en Dakhla, ver la puesta de sol desde Gebel Al Ingleez en Bahariya, pasear entre las palmeras de Siwa, hacer excursiones por el desierto, disfrutar con el sencillo placer de relajarnos y disfrutar de la tranquila vida de un oasis.

La vista panorámica del oasis de Siwa al atardecer.
La vista panorámica del oasis de Siwa al atardecer. Oleh Slobodeniuk (GETTY IMAGES) (Getty Images)

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Siwa, el más remoto de los oasis del Desierto Occidental, en el límite del Gran Mar de Arena, a 50 km de la frontera con Libia, es el oasis por excelencia, tal y como todos lo imaginamos. Hasta aquí viajó el mismísimo Alejandro Magno para consultar su famoso oráculo, y ya solo por eso merecería una visita, pero resulta también un sitio ideal para relajarse después de viajar por el Nilo. Un paseo en bicicleta entre las palmeras, una excursión por el desierto hacia manantiales termales o para deslizarnos por las pendientes de las dunas, y muchas otras experiencias que justifican el viaje hasta este oasis.

Más información en la nueva guía de Egipto y en www.lonelyplanet.es

El aislamiento geográfico de Siwa ha ayudado a proteger una cultura completamente distinta al resto de Egipto, que conserva las tradiciones regionales y el siwi, la lengua bereber regional. Todo viene de un largo pasado: los monumentos más antiguos de Siwa incluyen un templo, el del Oráculo de Amón, de la XXVI dinastía, cuando los asirios invadieron Egipto. Una de las leyendas más persistentes del Desierto Occidental es la del ejército perdido del rey persa Cambises II, que fue enviado a destruir el oráculo pero desapareció en el desierto. Esto aumentó su prestigio y reforzó el poder político de los sacerdotes de Amón.

En los alrededores de Siwa

En Siwa hay muchas fuentes activas y burbujeantes escondidas entre los bosques y palmeras, como la Fuente de Cleopatra, la piscina de la Fuente de Fatnas o Bir Wahed. Ver la puesta de sol mientras uno se baña en esta fuente es una experiencia surrealista.

Pero si llegamos hasta aquí atraídos por el famoso Oráculo, como hacían los antiguos, tendremos que ir a Aghurmi, a 4 kilómetros al este de la actual ciudad de Siwa. Fue aquí donde Alejandro Magno consultó el famoso oráculo en el año 331 a. C..

Vista de la mezquita de Aghurmi cerca del Oráculo en el oasis de Siwa, Egipto.
Vista de la mezquita de Aghurmi cerca del Oráculo en el oasis de Siwa, Egipto.Viteevatiy (GETTY IMAGES) (Getty Images)

En los alrededores de Siwa hay otros pueblos, ruinas y fuentes que merece la pena visitar si hay tiempo. Como Shiatta, un espectacular lago salado rodeado de palmeras, en la frontera del mar de Arena. O Bilad Ar Rum, a unos 17 kilómetros, la ciudad de los romanos, que alberga unas 100 tumbas excavadas en la roca de las colinas cercanas, y las ruinas de un templo de piedra, uno de los posibles lugares de descanso final de Alejandro Magno. Cerca está Marqqui, donde una arqueóloga afirmó en 1995 haber encontrado la tumba del gran conquistador, aunque eso nunca ha podido confirmarse.

Oasis de película en el Desierto Occidental

Solo hay que viajar un par de horas por el desierto para disfrutar de la belleza y el aislamiento absoluto del Egipto más salvaje. Lo mejor que se puede hacer para experimentar la soledad del Desierto Occidental es acampar bajo el cielo estrellado en el Desierto Blanco o adentrarse entre las dunas del Gran Mar de Arena.

El Oasis de Al Kharga es el más cercano al valle del Nilo, pero también el más moderno y, por tanto, el menos exótico. Por aquí pasaron durante mucho tiempo importantes rutas comerciales del desierto y fue un lugar próspero y estratégico. Hoy es la ciudad más grande del Desierto Occidental, con amplios bulevares y bloques anodinos de hormigón, pero, para compensar, tiene algunos lugares interesantes como la Necrópolis de Al Bagawat, uno de los cementerios cristianos más antiguos y mejor conservados del mundo, o el Monasterio de Al Kashef, unas magníficas ruinas de adobe de los primeros tiempos del cristianismo. Hay también templos de arenisca enormes como Qasr Al Ghueita, con enormes murallas, que guardan viejas historias de tiempos de los faraones, o templos grecorromanos como el de Qsar Ai Zayyan, uno de los monumentos más importantes del oasis.

Necrópolis del cementerio de Al Bagawat en el oasis de Charga.
Necrópolis del cementerio de Al Bagawat en el oasis de Charga.Reinhard Dirscherl (Alamy / CORD (Alamy Stock Photo)

Para los grandes viajeros, otro de los oasis de este gran desierto es Dakhla, con más de una docena de aldeas, y en este caso sí que cumple con las más románticas expectativas de la vida en un oasis. Los pueblos de adobe en ruinas, los bosques de palmeras y las fuentes termales que rodean Mut transmiten la esencia de la tranquila vida en un oasis y son de las imágenes más evocadoras del Desierto Occidental.

El Desierto Blanco y las momias doradas de Bahariya

Farafra es el oasis más pequeño del Desierto Occidental, por lo que pasa muy desapercibido. Hay pocos turistas y es un lugar tranquilo, con una única ciudad, Qasr Al Farabra, que apenas es una mota en medio de la arena. Solo quedan un montón de escombros de lo que fue una antigua fortaleza romana, pero desde aquí se puede hacer una excursión al Desierto Blanco. Tras el primer vistazo al Parque Nacional del Desierto Blanco (Sahra Al Beida) podemos sentirnos como Alicia a través del espejo. Unos 20 kilómetros al noreste de Farafra, en el lado este de la carretera, surgen del suelo capiteles de un blanco cegador de roca caliza, casi sobrenaturales, deformados por los vientos del desierto hasta alcanzar formas familiares y desconocidas. Estas formaciones esculturales son especialmente impresionantes al amanecer o al atardecer, cuando el sol las tiñe de un tono rosa anaranjado, o bajo la luz de la luna, que convierte el desierto en un fantasmal paisaje ártico.

Puesta de sol en el Desierto Blanco cerca del oasis de Bahariya, en Egipto.
Puesta de sol en el Desierto Blanco cerca del oasis de Bahariya, en Egipto.skaman306 / GETTY IMAGES (Getty Images)

Y además del Blanco, también hay un Desierto Negro, al que se va desde Bahariya, uno de los oasis más atractivos de Egipto y también el más accesible, cubierto por exuberantes palmeras con docenas de fuentes naturales listas para un chapuzón. A su alrededor, las mesetas de arena y rocas son una introducción perfecta a la belleza baldía del Desierto Occidental. En época romana, este oasis fue un centro agrícola en el que se producía un vino que se vendía en el valle del Nilo y hasta en Roma. Recientemente, ha vuelto a estar de actualidad por los impresionantes descubrimientos arqueológicos, como las Momias Doradas, y porque se ha convertido en un punto de fácil acceso a los Desiertos Blanco y Negro.

Alejandría, la cara griega de Egipto

Esta espléndida ciudad mediterránea y luminosa es la otra cara de Egipto, la que conecta directamente con Grecia. Fundada en el año 331 a.C. por Alejandro Magno, su altísimo faro, Pharos, señalaba la antigua entrada del antiguo puerto y fue una de las siete maravillas del mundo, y su gran biblioteca estuvo considerada el archivo del conocimiento antiguo. El faro se derrumbó y la biblioteca fue incendiada. Una parte de la ciudad antigua desapareció bajo el mar y otra parte fue engullida por la ciudad moderna. Pero pese a todo, Alejandría sigue siendo una ciudad interesante y eterna. Hoy la imponente biblioteca moderna de Alejandría se alza entre los vestigios desvaídos de la que fue una maravillosa corniche o paseo marítimo en el siglo XIX, el símbolo de la última encarnación de la ciudad como capital cultural de Egipto.

La ciudad de Alejandría, en Egipto, sigue siendo interesante y eterna.
La ciudad de Alejandría, en Egipto, sigue siendo interesante y eterna.Tuul & Bruno Morandi (GETTY IMAG (Getty Images)

Viajar hoy a Alejandría nos permite apreciar la cara más europea de Egipto. Basta con contemplar los últimos vestigios de su majestuosidad decimonónica sentados en un café de época y pasear por las calles del carismático barrio de Anfushi por la noche. Y por supuesto, como es obligado, visitar la versión moderna de la antigua maravilla: la biblioteca, mucho más que un contenedor de libros ya que incluye también museos de antigüedades, manuscritos y arte.

Un paseo por la ciudad

En Alejandría hay mucho más que ver, además de pasear por la Corniche: el Museo Nacional de Alejandría, instalado en una villa italiana bien restaurada, merece la pena, sobre todo por los restos grecorromanos. En Kom Al Dikka, un barrio residencial en época grecorromana, encontramos las ruinas de mármol blanco del único anfiteatro romano hallado en Egipto, y en el Museo Cavafis, recordamos a otro de los ilustres turistas que se quedaron a vivir aquí: el poeta griego-alejandrino Constantino Cavafis, lugar de peregrinaje obligado para los amantes de su poesía.

Una pareja frente al fuerte Qaitbey, en Alejandría, Egipto.
Una pareja frente al fuerte Qaitbey, en Alejandría, Egipto.Luis Dafos (Alamy / CORDON PRESS (Alamy Stock Photo)

Nos quedan aún por ver muchas mezquitas, algunas majestuosas como la dedicada a un murciano, Abu Abbas Al Mursi, un santo sufí del siglo XIII procedente de España. O el Fort Qaitbey, presidido por unas recias murallas y al que se puede llegar dando un agradable paseo por la Corniche. Se supone que fue aquí donde se alzó el famoso faro durante 17 siglos, destruido por un terremoto en 1303.

Alejandría, café y literatura

Desde comienzos del siglo XX, su cultura ha girado en torno a los cafés en los que durante décadas se reunían famosos escritores para charlar sobre esta ciudad que no acababan de comprender. Muchos de aquellos viejos locales se conservan, y aunque ni la comida ni la bebida sean nada del otro mundo en la mayoría de ellos, bien merecen una visita como reliquias de otros tiempos y para admirar su majestuosa decoración.

Entre los más clásicos está el Delices, una antigua tetería que lleva en activo desde 1922. Sus techos altos siguen evocando el ambiente del viejo mundo cuando la pastelería fue proveedora de la realeza egipcia, o cuando el café era uno de los locales favoritos de los soldados aliados durante la II Guerra Mundial. Otro de los imprescindibles: el Sofianopoulos Coffee Store, donde el café se huele a media manzana de distancia. En cualquier otra parte del mundo, esta venerable tienda sería un museo. Presidida por enormes molinillos de café plateados, montones de granos brillantes y el aroma a café recién tostado, es un paraíso de la cafeína y sirve cafés dignos de un rey.

El otro ingrediente de la ciudad es su literatura. Sus escritores atraen a tantos viajeros como sus monumentos y más de uno llega a la ciudad con un ejemplar de El cuarteto de Alejandría, de Lawrence Durrell, bajo el brazo. El lugar que evocan Durrell, E. M. Forster y el poeta alejandrino Constantino Cavafis todavía se percibe en los edificios del centro.

De padres griegos, Cavafis (1863-1933) vivió poco tiempo en Alejandría. En algunos de sus poemas resucita personajes de la época ptolemaica y de la Grecia clásica; en otros, captura fragmentos de la ciudad a través de sus rutinas o encuentros casuales. Cavafis descubrió el mundo de habla inglesa por E. M. Forster (1879-1970), el famoso novelista inglés que pasó tres años en la ciudad y recopiló lo que él consideraba una “antiguía”: su Alejandría: historia y guía estaba escrita, en sus propias palabras, como una guía de todo lo que no había en la ciudad. Contaba con una introducción a la ciudad escrita por Lawrence Durrell (1912-1990), que llegó a Egipto 22 años después de la partida de Forster. Durrell había sido evacuado de Grecia y estaba resentido con Alejandría, una ciudad que definía como una “sórdida, derruida y acabada ciudad napolitana”.

La ignorada costa mediterránea

Eclipsada por la originalidad y las maravillas naturales de la otra costa egipcia, la del mar Rojo, se nos olvida que el país tiene también un buen trecho de costa mediterránea. Aquí, en los alrededores de Alejandría, encontramos lugares históricos de enorme importancia, como Abukir, Rosetta o El Alamein y los resorts turísticos de Sidi Abdel Rahman o Marsa Matgruh frecuentados por los propios egipcios.

El cementerio militar de la Commonwellth, un conmovedor lugar con más de 7.000 tumbas ordenadas en filas entre plantas desérticas muy cuidadas en El Alamein, Egipto.
El cementerio militar de la Commonwellth, un conmovedor lugar con más de 7.000 tumbas ordenadas en filas entre plantas desérticas muy cuidadas en El Alamein, Egipto.Richard Walker (Alamy / CORDON P (Alamy Stock Photo)

La ciudad de El Alamein es famosa por la decisiva victoria de los aliados durante la II Guerra Mundial. El recuerdo no es muy alegre, pero hoy en las playas vecinas reina la alegría. Con sus arenas finas y aguas cristalinas es una zona de playa para viajeros independientes, y también para viajeros más convencionales en los resorts locales. De los viejos tiempos queda un Museo de la Guerra, el cementerio militar de la Commonwellth, un conmovedor lugar con más de 7.000 tumbas ordenadas en filas entre plantas desérticas muy cuidadas, y un monumento de guerra alemán muy cerca de una playa pequeña pero muy agradable, a años luz de las abarrotadas playas alejandrinas.

Escapada al Delta y los alrededores de El Cairo

Para profundizar algo más en la cultura y la historia de Egipto, en la zona que rodea la capital hay otros muchos yacimientos importantes que rara vez forman parte de los típicos itinerarios. Aunque pocos de ellos podrían calificarse de visita obligada ―excepto el majestuoso y antiquísimo enclave de Saqqara, al sur de la ciudad―, quien tenga tiempo y vaya más allá del típico tour por Egipto disfrutará visitando esta región menos conocida. Fuera de ruta se encuentran los monasterios coptos de Wadi Natrun, que se remontan 17 siglos atrás, pasar la mañana en el mercado de camellos de Birqash para sumergirse en un mundo caótico no apto para aprensivos, o acercarse a los esqueletos de ballena prehistóricos de Wadi Al Hittan, uno de los enclaves evolutivos más importantes del mundo. El resto de ruinas desplomadas por la región y los colosos caídos quedan, prácticamente, a entera disposición del viajero que se aventura por aquí.

El mercado de camellos de Birqash.
El mercado de camellos de Birqash.Middle East / Alamy / CORDON PRE (Alamy Stock Photo)

Propuestas para bucear en el Mar Rojo

Los conflictos internacionales hacen que costa egipcia del mar Rojo no pase por su mejor momento, pero sus encantos son indiscutibles: un paisaje submarino de acantilados de coral, peces de colores y naufragios de una belleza inquietante. Los viajeros pueden también inspirarse en Jacques Cousteau y explorar pecios como el enigmático carguero Thistlegorm de la II Guerra Mundial, un fascinante museo en el lecho marino. Pero incluso con unas simples gafas y aletas es posible contemplar una parte de este bellísimo mundo subacuático.

Y detrás del mar y de los grandes complejos turísticos de la costa, no hay que olvidar el interior: al sur de la turística Hurgada se extiende la épica y agreste extensión del Desierto Oriental, una zona poco visitada surcada por rutas comerciales antiquísimas y sembrada de antiguo arte rupestre y solitarias ruinas, que es el sueño de todo aventurero del desierto. Y en las áridas montañas del norte de la costa del mar Rojo se descubren algunos de los lugares más importantes de los principios de la cristiandad, como los monasterios coptos de San Antonio y San Pablo, lugares sagrados de la fe copta. Los monasterios solo están a 25 kilómetros el uno del otro, pero debido a las escarpaduras y la meseta de Gebel Al Galala Al Qibliya (entre 900 y 1.300 metros sobre el nivel del mar), la distancia entre ellos por carretera es de 85 kilómetros.

El complejo turístico de El Gouna, en Egipto.
El complejo turístico de El Gouna, en Egipto.Arsty (GETTY IMAGES)

Si preferimos quedarnos en la costa, El Gouna es posiblemente el mejor complejo turístico de Egipto. El multimillonario egipcio Onsi Sawiris mandó construirlo cerca de lagunas y canales, para asegurarse de que hubiera abundantes playas y de que la mayoría de las instalaciones tuvieran vistas al agua. Lo frecuenta la gente elegante de Egipto y europeos en viajes organizados. Cuenta con 16 hoteles, un campo de golf de 18 hoyos, villas, boutiques, restaurantes y bares y, sobre todo, es un paraíso para los deportes acuáticos y una base alternativa desde la que explorar sitios donde hacer submarinismo cerca de Hurgada, que sigue siendo el destino más conocido de la zona y el que los turistas suelen combinar con la visita al Valle del Nilo.

El canal de Suez y el decadente encanto de la belle époque egipcia

El canal de Suez, el glorioso triunfo de ingeniería de Egipto sobre la naturaleza, no solo separa a Egipto del Sinaí, sino también África de Asia. El Canal, de 163 kilómetros, fue un extraordinario logro de la belle époque de Egipto, un periodo glorioso que acabó en bancarrota y sueños rotos. Esa época también vio nacer Port Said e Ismailía, dos ciudades cercanas al canal cuyas calles siguen marcadas por aquellos breves tiempos de grandeza y su el inconfundible encanto marchito de su arquitectura.

Esta es una zona del país que no suele visitarse, y menos ahora por la situación internacional, pero cualquier persona interesada en la historia moderna de Egipto disfrutará con las migajas de su antiguo esplendor. Y, a pesar de que la zona del canal no cuenta con enormes ruinas o templos colosales, los que viajan sin prisas disfrutarán de su sosegado ritmo de vida. Por ejemplo, en Port Said, una ciudad que a finales del siglo XIX representaba la ciudad del vicio y el pecado de Egipto. Los marineros borrachos y los activos burdeles desaparecieron hace tiempo, pero la desordenada y grandiosa arquitectura, hoy en decadencia, sigue evocando ese período. El canal de Suez es la razón de ser de Port Said: el elevado paseo marítimo peatonal que discurre por los muelles permite ver de cerca la entrada norte del canal y admirar el tráfico de superpetroleros.

 Port Said, una ciudad que a finales del siglo XIX representaba la ciudad del vicio y el pecado de Egipto.
Port Said, una ciudad que a finales del siglo XIX representaba la ciudad del vicio y el pecado de Egipto.Matyas Rehak (Alamy / CORDON PRE (Alamy Stock Photo)

Otra de las ciudades del canal es Ismailía, fundada por Ismail Pachá, virrey de Egipto en la década de 1860, mientras se construía el canal de Suez y fue el hogar temporal de Ferdinand de Lesseps, director de la Compañía del canal de Suez, hasta que finalizó su proyecto. Ismailía creció siguiendo el estilo de los franceses que se instalaron en Egipto durante la época colonial y en la actualidad su centro, con elegantes calles coloniales, amplios jardines y villas de finales del siglo XIX, es uno de los barrios más tranquilos y pintorescos del país. El corazón y la zona que más merece la pena visitar es el antiguo barrio europeo cercano a Sharia Thawra y la plaza central, Midan Al Gomhuriyya.

La magia del Sinaí: monasterios, arrecifes de coral y noches estrelladas en el desierto

Y todavía nos quedaría por descubrir el Sinaí, una península que ha despertado el interés de los grandes viajeros durante siglos, tanto por su profundo significado religioso como por su posición estratégica como cruce de imperios: profetas y peregrinos, conquistadores y exiliados han dejado su huella en estas arenas. En los últimos años, el miedo por la seguridad ha hecho que el turismo decaiga y parece que una y otra vez, cuando despega como destino turístico, los conflictos políticos enquistados desde hace siglos en la zona vuelven a darle un mazazo.

El atractivo de la península es fácil de entender: a un paso de las maravillas submarinas del mar Rojo, sus resorts junto al mar son el lugar ideal para disfrutar de unas fantásticas vacaciones descubriendo los increíbles arrecifes de coral. Uno de los lugares más excepcionales para descubrirlos es Ras Mohammed, un verdadero oasis, rodeado por unas aguas que son la joya de la corona del mar Rojo. El parque nacional que protege esta península recibe cada año a más de 50.000 visitantes atraídos por uno de los ecosistemas de arrecife de coral más espectaculares del mundo. En las aguas del parque se pueden ver casi las 1.000 especies de peces del mar Rojo, incluidos pelágicos como peces martillo, mantarrayas y tiburones ballena.

La bahía de Na’ama, donde sus aguas cristalinas y la variedad de peces exóticos que recorren los coloridos arrecifes de coral han hecho de esta zona un paraíso del buceo.
La bahía de Na’ama, donde sus aguas cristalinas y la variedad de peces exóticos que recorren los coloridos arrecifes de coral han hecho de esta zona un paraíso del buceo.Fotosearch / GETTY IMAGES (Getty Images/Fotosearch RF)

Otro lugar excepcional es la bahía de Na’ama: la costa sur del golfo de Aqaba, entre la isla de Tirán y el Parque Nacional Ras Mohammed, tiene algunos de los escenarios marinos más impresionantes del mundo y sus aguas cristalinas y variedad de peces exóticos que recorren los coloridos arrecifes de coral han hecho de esta zona un paraíso del buceo. Sharm El Sheij ocupa una posición privilegiada para ofrecer vacaciones de sol y playa con un ambiente agradable y familiar y muchas opciones de buceo.

No obstante, el auténtico espíritu del Sinaí se encuentra lejos de la animación de la costa: entre abruptos picos rojizos e inmensas extensiones de arena, los beduinos conservan sus tradiciones. En una noche estrellada, rodeado de las monstruosas siluetas de las montañas, el viajero comprende por qué el Sinaí tiene un encanto imposible de resistir.

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