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Análisis de guión

30) "Un cadáver a los postres", de Neil Simon

A punto de estrenarse la película “Puñales por la espalda”, que responde al esquema argumental que trata de dar respuesta a la pregunta “¿Quién es el asesino?” –los “whodunit” en la denominación anglosajona–, con un punto de comedia satírica, es el momento perfecto para hacer el análisis del guion de Neil Simon de “Un cadáver a los postres”, divertidísimo film que parodia las tramas a lo Agatha Christie, recientemente editado en Blu-ray.

30) "Un cadáver a los postres", de Neil Simon

Neil Simon, conocido por sus obras de teatro, no se complica la vida a la hora de idear la estructura de Un cadáver a los postres, “Murder by Death” en su título original. Si se trata de hacer una comedia en torno a las clásicas películas de intriga detectivesca, en que un investigador debe indagar para responder a la pregunta de “¿Quién es el asesino?” tras la comisión de un crimen, nada mejor que ajustarse precisamente a este esquema; no se cae en la trampa de otras películas paródicas que se limitan a hilvanar gags, uno detrás de otro, sin una mínima estructura argumental que los sostenga. Y sí, con sus elementos singulares y un agudo sentido del humor, Simon articula la trama de este modo.

Los invitados de la gran mansión

Enseguida se ponen, y nunca mejor dicho, las cartas sobre la mesa. Porque el excéntrico millonario Lionel Twain escribe 5 cartas a los detectives más célebres del mundo, invitándoles a pasar una noche en su mansión, donde se cometerá un asesinato justo a la medianoche. Y desafía a sus invitados, incitándoles con una jugosa recompensa de un millón de dólares, a descubrir al culpable. Sentada esta premisa, el primer acto del guion lo dedica Simon a presentar a los personajes de la farsa.

Una serie de elementos comunes sirven para hermanar a los diez invitados a la casa de Twain, y dar consistencia a la narración. Los vemos viajar de noche, por parejas, en medio de una tupida niebla, y los intercambios verbales de los detectives con sus respectivos socios ayudan a conocerlos un poco mejor, y relacionarlos con célebres referentes de la literatura y la pantalla. También facilita este conocimiento su llegada a la mansión, la trampa de la gárgola que quiere aplastarlos, el timbre con gritos humanos, y la acogida del mayordomo ciego, Bensonmum o, en la versión española, Benson Señora.

cadaver2De este modo tenemos al matrimonio Charleston, Dick y Dora, que por supuesto son los flemáticos primos británicos de Nick y Nora Charles, personajes creados por Dashiell Hammett bien conocidos por, precisamente, el título parodiado de La cena de los acusados. Al detective chino Sidney Wang, siempre con un proverbio oriental en la punta de la lengua, que está acompañado por su hijo adoptivo japonés Willie, y que toma como referente a las películas de los años 30 de Charlie Chan. A Milo Perrier, amante del chocolate y alter ego del detective belga Hercules Poirot, imaginado por Agatha Christie, que viaja con su chófer Marcel. Y a Sam Diamond, guiño al Sam Spade también creado por Hammet, a quien acompaña su secretaria y amante Tess Skeffington, un personaje moldeado a imagen y semejanza de los que solía interpretar Humphrey Bogart. A ellos se suman, ya en la casa, Jessica Marbles con su enfermera en silla de ruedas, guiño a la señorita Marple, también de Christie. Los gags y los juegos de palabras, las frases ingeniosas con réplicas y contrarréplicas, se suceden en la sencilla estructura sin que parezcan introducidas forzosamente.

Se introducen además en la narración todos los clichés que puedan imaginarse sobre películas de crímenes e intriga: la niebla, un puente que podría venirse abajo, la línea telefónica cortada, lluvia, viento, rayos y truenos de tormenta, accidentes sospechosos, un mayordomo, el background del anfitrión, la misteriosa muerte de su esposa años atrás y su habitación que no ha sido tocada desde entonces, el veneno, el espionaje desde otra habitación, etcétera, etcétera.

Además de ahondar en la idiosincrasia de cada detective y su partenaire, vemos en acción al ciego Bensonmum acogiendo a la cocinera que acaba de incorporarse al servicio de la casa, y que resulta ser sordomuda, a la vez que no entiende ni una palabra del inglés, tampoco escrito. El disparate está servido, y los invitados son convocados al comedor, pidiéndoles que acudan de rigurosa etiqueta para cenar, aunque el anfitrión excusa inicialmente su presencia, y los platos resultan algo... insípidos, por no decir inexistentes, ya que la cocinera no los ha preparado, al existir un evidente problema de comunicación con Bensonmum, de difícil solución.

Puñal por la espalda

Con la reunión en el comedor, todos los accesos –y salidas, por tanto–de la casa clausurados, la copa con veneno que sólo podría detectar Wang, los ojos vigilantes a través de una cabeza de alce que cuelga de la pared, y la aparición finalmente de Twain a la mesa, se nos introduce definitivamente en el cuerpo de la narración, en que queda perfectamente claro para todos el motivo de la reunión, y más tarde el inesperado crimen, pues nadie contaba con que fuera precisamente el anfitrión que les convocó quien fuera salvajemente acuchillado por la espalda.

cadaver3Este segundo acto viene enriquecido previamente por otro crimen, el de Bensonmum, y por las pesquisas de unos y otros por resolver el misterio de lo que ha ocurrido, donde se suceden elementos intrigantes y surrealistas, rompiendo con gran lógica, oh paradoja, la lógica interna. Desaparece el cadáver del mayordomo, para luego quedar sólo sus ropas, y luego desaparecen las ropas y sólo tenemos su cuerpo desnudo, para más tarde, sin saber cómo ha ocurrido, salir a escena Perrier vestido con el traje del mayordomo. En cuanto a la cocinera, de descubre que era... ¡un maniquí de plástico! Los detectives salen por parejas del comedor, y cuando vuelven a asomarse a él, no hay ni rastro de los otros invitados, se han esfumado literalmente. O tal vez hay otro comedor idéntico, que se desplaza misteriosamente, pues basta un abrir y cerrar de puertas, para que el comedor albergue o no al resto de compañeros de aventura.

¿Quién es el culpable?

En una película de estas características no cabe una evolución elaborada de los personajes, pero sí hay espacio para la broma a cuento de rasgos ocultos de unos y otros, tal vez Dick Charleston tenga una amante desconocida para Dora, o el duro Sam frecuente más de los debido un bar para gays.

Los intentos de asesinato de los detectives –desde un escorpión en el lecho de los Charleston, al techo que podría aplastar a Perrier–, sirven para desplazar la narración hacia el último acto y su conclusión, que sigue los cánones de la revelación del asesino, pero de un modo tronchante y disparatado, que pone en solfa los trucos de las historias detectivescas.

cadaver4Porque descubrimos que Bensonmum está vivo y cree haber eliminado a todos sus invitados. Pero sucesivamente asoman al despacho donde se encuentra Wang, Marbles, los Charleston, Spade y Perrier desenmascarando su asesinato –el culpable es siempre el mayordomo, ya se sabe–, pero enmarañando cada vez más el modo en que ha actuado hasta extremos absurdos. Riza el rizo la revelación final, mientras se quita una careta, de que Bensonmum no es Bensonmum, sino Twain, que había urdido la cena sólo para desacreditar su proverbial fama, y de paso toda la industria literaria y fílmica que vive del cuento de las tramas detectivescas, todo es cartón piedra, fuegos de artificio, ni siquiera la niebla es real, tachán, final de la descomunal farsa.

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