Casa Real

Manuel Prado y Col�n de Carvajal: "El Rey no me olvid� cuando estuve en la c�rcel"

MEMORIAS

El mejor amigo del Rey
Prado, en Elcano, el buque escuela de la Armada espa�ola en el que se embarc� en varias ocasiones con el Rey. M. PRADO COL�N DE CARVAJAL

�LBUM: Las memorias de Manuel Prado y Col�n de Carvajal, en im�genes

En sus memorias p�stumas, el diplom�tico desvela sus vivencias junto a la Familia Real, a la que siempre guard� lealtad.

Tambi�n detalla su papel de "paloma mensajera" entre el Rey, Carrillo, Pujol, los reyes �rabes...

As� fue la �ltima fiesta del Rey Juan Carlos en su verano m�s complicado

Manuel Prado y Col�n de Carvajal, figura imprescindible durante el reinado de Juan Carlos I, pas� los �ltimos a�os de su vida envuelto en la pol�mica. Tras su paso por la c�rcel, comenz� a redactar unas memorias que no quiso publicar hasta, seg�n sus editores, 9 a�os despu�s de su muerte. Prado, que falleci� en 2009 a los 78 a�os, fue el hombre de confianza del Rey Juan Carlos. Sus m�s de 20 a�os de servicio le permitieron ganarse la simpat�a de la Familia Real y convertirse en uno de los referentes de la vida socioecon�mica de Espa�a. Hoy LOC resume el contenido de Una lealtad real (Editorial Almuzara), el libro en el que Prado desgrana los entresijos de su vida. Incluido su paso por prisi�n. Estas memorias, con sus omisiones y parcialidades, est�n dedicadas a entre otros nombres destacados (Leopoldo Rod�s, Jos� Mar�a Juncadella, Jes�s de Polanco...) a Mohamed Eyad Kayali, la persona que invit� al pol�mico safari al Rey em�rito en 2012.

"Rey del latrocinio"

"S� que habr� muchos que se preguntar�n por lo que tendr� que contar este probable caradura llamado Manolo Prado, el arist�crata del latrocinio al que tan bien se le han pagado los servicios prestados, sobre todo los servicios del silencio, que de alguna manera puede que hasta sean del todo impagables".

"Manco de lepanto"

En 1948 Manolo Prado acud�a a la llamada de su padre. Su hermano hab�a sufrido un terrible accidente en la carretera de Zarauz a San Sebasti�n. En el trayecto, un cami�n embisti� al veh�culo en el que viajaba: "Mientras ca�a por el aire, intent� sujetarme a la baca del jeep sacando la mano izquierda por la ventanilla. Fue en ese momento cuando sent� que casi me hab�a seccionado la mano".

De emisario del Rey a Carrillo

El primer contacto con el monarca fue gracias a Carlos de Borb�n, el primo hermano del Rey. Se reunieron con el monarca en el Nuevo Club. La comida se alarg� hasta altas horas de la madrugada: "Hablamos de todo. Si el duque y yo ten�amos la cabeza tan vac�a como un piso piloto en unas viviendas de promoci�n, Don Juan Carlos la ten�a perfectamente amueblada. Hablaba con una claridad de ideas que pronto te cautivaba". En su relato, Prado llega a afirmar que si el Rey hubiera nacido taxista, habr�a querido "ser el mejor taxista". "En pocas horas nos hab�a dado muestras de una voluntad inquebrantable de querer tirar hacia delante". A partir de esta primera toma de contacto, naci� una amistad herm�tica ajena, recalca el autor, a cualquier inter�s econ�mico.

El Rey Juan Carlos le encomend� distintas misiones. Le mand� a Ruman�a para que le transmitiera un mensaje a Ceaucescu para que le llegara a Carrillo: el l�der exiliado deb�a mantener la calma en el Partido Comunista de Espa�a mientras se iniciaban los primeros pasos hacia de la Transici�n. Una conversaci�n que grab� y que casi le vali� acabar entre rejas. "Compr� en el aeropuerto de Par�s una peque�a grabadora que at� al calcet�n durante mi encuentro con Ceaucescu. Quer�a grabar todo lo que iba a hablar con �l. Y no por ninguna aviesa intenci�n. A sabiendas de que Don Juan Carlos exig�a informaciones muy rigurosas".

Paloma mensajera de Pujol

Prado tambi�n se convirti� en el nexo de uni�n entre el Rey y Pujol. Era el encargado de llevar los mensajes m�s confidenciales a Zarzuela. En sus memorias, el autor se deshace en halagos con el que fue el presidente de la Generalidad: "Resaltar� otra vez su val�a como pol�tico y estadista. Sab�a que Catalu�a y Espa�a deb�an vivir en r�gimen convecinal (...) Dadas mis limitaciones f�sicas para las artes de la mesa en el trinchar, el propio president me limpiaba �l mismo el pescado". Prado tambi�n hizo gestiones para que Kissinger recomendara al hijo de Pujol en el formulario de ingreso de una destacada universidad americana. Asimismo, cuenta c�mo Pujol "deslumbr�" el Foro de Davos en donde le tuvo que hacer de traductor. "Pujol sol�a llamarme varias veces para que hiciera de paloma mensajera en asuntos que �l quer�a llegaran hasta Zarzuela de forma confidencial".

Las espinas De la Rosa

El diplom�tico le dedica al controvertido Javier de la Rosa tres cap�tulos. Cuenta Prado c�mo Jordi Pujol le pidi� que colaborase con De la Rosa con el fin de impulsar el parque Port Aventura. Prado explica que ni el Rey, ni Felipe Gonz�lez, confiaron nunca en el empresario catal�n, intendente de los intereses kuwait�es en Espa�a. Ten�an raz�n: en 2004 ingres� en una prisi�n de Sevilla para cumplir una condena de dos a�os. Se consider� probado el pago de 2.000 millones de pesetas (unos 12 millones de euros) del Grupo Torras por orden de Javier de La Rosa sin el consentimiento de la compa��a participada por los kuwait�es: "Me cay� la mareante cifra de 700 millones de pesetas por responsabilidades civiles. (...) �Y el Rey? �l andaba preocupado por ser amigo de Manolo, pero poco m�s. (...) No ten�a nada que temer. Por decirlo de alg�n modo, aunque yo segu�a acudiendo a la Audiencia Nacional por requerimiento de la jueza Palacios, el Rey segu�a tan pancho. Enti�ndanlo en el buen sentido. No ten�a nada que temer".

En la c�rcel

El empresario cuenta que en la c�rcel -�l lo llama el hotel- ve�a a Dios en todas las esquinas aunque la enfermer�a fuera un "moridero de enfermos de sida" y se topase con el "olor f�tido de la carne en mal estado" que le serv�an en el comedor. Tambi�n encontr� mucha solidaridad entre los presos -un compa�ero jardinero le hizo un ramo de flores para que se lo regalase a su mujer Celia- y recibi� visitas inesperadas -como el del moranco C�sar Cadaval-. �Y el Rey Juan Carlos? "En aquel tiempo infausto en la c�rcel, nunca me sent� olvidado por Don Juan Carlos. He de decir que sol�a llamar frecuentemente a mi familia para preguntar por m�. (...) Pese a la precariedad de mi �nimo, sol�a enviarme carta de forma regular, escritas en papelajos de los m�s cutres. Y a modo de broma, en el remite le escrib�a nombres de ciudades como Cannes, Saint-Tropez o Acapulco, como si yo estuviera disfrutando de unas relajantes vacaciones". Y concluye: "Si el d�a que entr� en prisi�n los reclusos m�s pr�ximos me gritaron algo as� como ���Col�n, danos un milloncito!!�, cuando sal� me cantaron las sevillanas del �No te vayas todav�a, no te vayas por favor..."

El amor

En 1986, conoci� a la mujer con la que comparti� sus �ltimos a�os, Celia Garc�a Corona, 30 a�os m�s joven que �l. Fue en El Roc�o: "Sent� por dentro la misma llama que los ap�stoles cuando el Esp�ritu Santo se les meti� dentro cual sagrada cerilla en el pecho". Tambi�n rememora el d�a que decidi� separarse de su mujer para casarse con Celia. El Rey le prohibi� que se lo comunicara a la Reina Sof�a: "�A la Reina? Est�s loco. Ya sabes c�mo es ella de �ntegra para estas cosas". Prado hizo o�dos sordos y se lo acab� contando a Do�a Sof�a, quien se mostr� comprensiva con �l.

Una lealtad real hace honor a su t�tulo pues es un constante elogio de la figura del rey em�rito. "�Y la monarqu�a? Siempre he pensado que los mon�rquicos en Espa�a cabemos todos en un taxi. Ya he sugerido en la niebla de mis recuerdos que lo que en Espa�a hay es mucho juancarlismo". Como han cambiado los tiempos.