El espíritu de la Navidad (2022), de Sean Anders

Entretenida revisitación musical del clásico “Cuento de Navidad” de Charles Dickens, con canciones de la exitosa pareja Justin Paul y Benj Pasek, que han estado en títulos recientes tan potentes como La La Land, El gran showman y Querido Evan Hansen. Supone una auténtica vuelta de tuerca al texto original, no se trata de una simple puesta al día trasladando la trama a la actualidad. Y tiene un ritmo vertiginoso, muy vivo.

Al estilo de otros títulos que imaginan a Santa Claus al frente de una gran factoría para preparar los regalos que debe repartir en Navidad de los niños de todo el mundo, este supone que detrás del esquema de que los fantamas de las navidades pasadas, presentes y futuras que se presentan ante alguien que está echando a perder su vida, esperando una rectificación, se halla un enorme equipo de fantasmas que estudia anualmente a sus objetivos. Ahora los “titulares” de pasado, presente y futuro ya peinan canas espectrales, y hay quien piensa que deberían retirarse y dar paso a personal más juvenil. Al presente le apetece además convertirse en mortal, y llevar la vida ideal que desea para sus titulados, pero antes cargará sobre sus hombros con la misión de redimir al irredimible Clint Briggs, empresario cínico, que no duda en destrozar a los demás en las redes sociales. Incluso arrastra a su bondadosa colaboradora Kimberly a ayudar a su sobrina, una niña, a destrozar a su rival en las elecciones a delegado de clase, buscando basura en internet. Presente va a descubrir que su tarea es mucho más ardua de lo que imaginó, además de que aflorarán ciertos sentimientos que esconde en lo más hondo de su corazón.

Los directores y guionistas Sean Anders y John Morris ya abordaron en Jacuzzi al pasado una trama que planteaba el regreso al pasado para asumir con más madurez el presente. También han abordado la comedia familiar con fortuna diversa, los títulos más salvables son Los pingüinos del Sr. Poper y Familia al instante. Aquí hay que reconocerles la capacidad de riesgo con una puesta en escena muy complicada, que incluye incluso revisitar el Londres de Charles Dickens y conocer al auténtico Scrooge, y abundantes y animadas coreografías en escenarios variados y vistosos, desde un cementerio del futuro, a las bambalinas de los escenarios que crean los espectros de la Navidad para tratar de lograr redimir a Clint.

Quizá todo acaba siendo excesivamente barroco, jugando con el cinismo, el realismo, el acaramelamiento disimulado, sin importar mucho qué puede significar la otra vida o la reencarnación, al final se habla de una búsqueda iconoclasta en apariencia en el interior de uno mismo, que en el fondo quiere reivindicar los valores tradicionales, el amor, hacer el bien, sacrificarse, preocuparse de los demás, pero evitando ser demasiado obvio. Y señalando que esto no se produce por arte de magia, ni sólo por un acto que nos transforma por completo, sino que se trata de trabajar día a día.

Son muy disfrutables las canciones y números musicales interpretados por los propios actores, y a veces interrumpidos por los mismos personajes que son conscientes de que se ponen a cantar para expresar sus sentimientos. Y abunda el sentido del humor. Los actores, buen reparto, parecen habérselo pasado en grande, Will Ferrell regresando al cine navideño que tantas alegrías le dio con Elf, y Ryan Reynolds que sigue demostrando que va camino, si no lo es ya, de convertirse en estrella, a veces verle nos puede hacer recordar, y que nadie se rasgue las vestiduras por la comparación, a James Stewart, o más recientes, Nicolas Cage y Ben Affleck. Por su parte Octavia Spencer saca adelante un personaje que en otras manos resultaría muy estereotipado.