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1

Halló Shakespeare el argumento de esta Tragedia en la antigua Historia de Dinamarca, llena de acaecimientos increíbles y fabulosos, como lo están igualmente todas las que abrazan épocas tan remotas.

En ella se dice, que Rorico reinó en Dinamarca desde los años de 337º, hasta el de 339º. Le sucedió Horvendilo su yerno, Príncipe de gran valor, que se había hecho famoso por la victoria que obtuvo de Coller Rey de Noruega, a quien mató en singular combate; pero Horvendilo reinó poco tiempo, porque movido su hermano Fengo de envidia y ambición le quitó la vida alevosamente, casándose después con su cuñada Gerutha hija de Rorico: valiéndose para rendirla a su voluntad, de astucias y amenazas.

Hamlet, hijo de Horvendilo, y Gerutha, deseando vengar la muerte de su padre, se fingió loco para disimular mejor sus designios; bien que no pudo ocultarlos en tal manera que su tío no llegase a sospechar que la demencia que mostraba era ficción. Para aclarar sus dudas hizo que una hermosa joven fuese a un bosque, donde Hamlet pasaba algunas horas del día, y hablase con él esperando que al verla depondría toda disimulación, y daría lugar a que notasen sus palabras y acciones los que debían ocultarse en la espesura y presenciar el suceso; pero ya fuese que alguno le advirtió de antemano, o que su prudencia sola se lo sugiriese; Hamlet no dio señal ninguna de juicio mientras se entretuvo con la doncella.

Malograda esta cautela, pensó el Rey en otra, que le salió mucho peor. Ausentose de la Corte por algunos días, y dispuso que un confidente suyo se ocultase en el cuarto de la Reina, para que cuando Hamlet fuese a visitarla le observara cuidadosamente. Vino en efecto el Príncipe y empezó a hacer locuras como acostumbraba, meneando los brazos, cantando como un gallo y examinando todos los escondites del aposento, hasta que tropezó con el que estaba escondido entre los colchones de la cama; hiriole con la espada, sacole arrastrando de allí, le mató, dividió el cadáver en trocos, los hizo cocer, y se los dio a comer a los puercos. Volvió después a verse con su madre, y asegurado ya de que no había espías que le oyesen, la reprehendió ásperamente por haberse casado con el matador de su padre, la declaró el motivo de su fingida locura y la firme resolución en que estaba de vengarse; haciéndola prometer, por último, que a nadie revelara aquel importante secreto.

Viendo el Rey a su vuelta el mal éxito de sus astucias, trató solo de acabar con el Príncipe, por cualquier medio que fuese. Enviole a Inglaterra, acompañado de dos Consejeros suyos a quienes dio cartas para aquel Rey, en que le rogaba que así que llegase Hamlet le hiciese matar. Éste, durante el viaje, mientras sus compañeros dormían, logró apoderarse de los despachos que llevaban, y al ver lo que se trataba en ellos, borró lo que quiso, y escribió encima expresiones tan diferentes de las suprimidas, que así que leyó las cartas el Rey de Inglaterra, hizo ahorcar a los dos mensajeros, acogió al Príncipe con extraordinarias muestras de amor, y de allí a poco tiempo le casó con su hija.

Un año después de este suceso volvió Hamlet a Dinamarca y halló que habiéndose esparcido la voz de que era muerto, se celebraban sus funerales. Llegó a tiempo de asistir a un banquete que daba el Rey a los señores de la Corte; Hamlet, en el desorden y alegría de la mesa, logró emborrachar a todos los Grandes, cuando los vio en estado de no poder moverse, dio fuego al Palacio, fue al cuarto del Rey, que estaba durmiendo, y le atravesó el cuerpo con su misma espada. Convocados después los Nobles del reino, justificó ante ellos su conducta, le aclamaron Rey, y ocupó el trono, hasta que habiéndosele revelado Vicleto Gobernador de Seelandia murió a sus manos en una batalla, año de 345º del mundo, 55º años antes de Jesucristo, según el cómputo vulgar.

 

2

[Acotación del traductor. Aparecerán siempre en negrita]

 FRANCISCO estará paseándose haciendo centinela. BERNARDO se va acercando hacia él. Estos personajes y los de la escena siguiente estarán armados con espada y lanza. 

 

3

Expresión muy natural en un soldado y muy ajena de la sublimidad trágica. Mr. Home, en su Ensayo sobre la crítica, se atreve a preferirla a la de Racine en el primer Acto de Ifigenia: Mais tout dort, et l´armée, et les vents, et Neptune.

Es menester mucha ignorancia o mucha pasión, para dar tal fallo.

 

4

 Vase FRANCISCO. MARCELO y HORACIO se acercan a donde está BERNARDO haciendo centinela. 

 

5

 Siéntanse los tres. 

 

6

La aparición del muerto es ociosa e intempestiva en esta escena. Cuando la introducción de tales visiones no fuese reprobada generalmente, se exigiría a lo menos que se colocaran donde pudiesen producir todo el efecto teatral de que son susceptibles. Si empieza la Tragedia con la aparición de un espectro, ¿cómo ha de acabar? ¿Qué objeto más terrible podrá presentarnos el Poeta en lo restante del Drama? ¿Por qué no se aparece desde luego al Príncipe Hamlet? ¿Sale del purgatorio a este fin y malgasta las horas en pasearse a obscuras y espantar centinelas? Si desea que su hijo le vengue, ¿no es imprudencia dejarse ver de otro que no sea el mismo? Es increíble que un alma, venida del otro mundo, la yerre tan de lleno.

 

7

 Se aparece a un extremo del teatro la SOMBRA del rey HAMLET armado de todas armas, con manto real, yelmo en la cabeza, y la visera alzada. Los SOLDADOS y HORACIO se levantan despavoridos. 

 

8

 HORACIO se encamina hacia donde está la SOMBRA

 

9

 Vase la SOMBRA a paso lento. 

 

10

 Siéntanse.