Las frases más surrealistas de Salvador Dalí

Las frases más surrealistas de Salvador Dalí

En pocas palabras

La vida de Dalí fue como sus cuadros, una distorsión de la realidad. Sus excentricidades y escándalos contribuyeron a alimentar su leyenda de genio surrealista

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El pintor Salvador Dalí en una instantánea de entre los años cincuenta y seesenta.

Getty

El rasgo de la personalidad de Salvador Dalí (1904-1989) que mejor lo defina probablemente sea su imaginación. A lo largo de su obra construyó un universo simbólico riquísimo, que gira en torno a la distorsión de la realidad, lo irracional, la interpretación de los sueños, la búsqueda del subconsciente…; todo lo que hace a un surrealista, en fin.

Fue uno de los genios de este movimiento, con un estilo muy reconocible y que, por cierto, no se circunscribía solo a las vanguardias. Con maestría de gran dibujante, mezcló las técnicas propias de su tiempo (el cubismo, el dadaísmo, el surrealismo…) con las del academicismo clásico, con una especial predilección por los renacentistas. En él hay un poco de Rafael, de Zurbarán, de Vermeer y, sobre todo, de Velázquez, al que le copió hasta el bigote.

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Este natural eclecticismo le llevó también a explorar mucho más allá de las artes plásticas, interesándose por la fotografía, el cine, el diseño, la moda y hasta la publicidad. Colaboró con Elsa Schiaparelli en la confección de un vestido, hizo el logo de la marca Chupa Chups y decoró los escaparates de unos importantes almacenes neoyorquinos, entre otras cosas.

Por este flanco vendría una de las críticas de sus colegas surrealistas, que consideraban que Dalí había entregado su arte a los intereses comerciales. Por su debilidad por el dinero, André Breton lo llamaba despectivamente con el anagrama “Avida Dollars”, y no es lo peor que se dijo de él.

La crítica más generalizada era la de que vivía una impostura, que su vida escandalosa, sus comentarios fuera de lugar y todas sus excentricidades eran una campaña publicitaria camuflada de acto surrealista, una manera de satisfacer su ambición de dinero y su personalidad narcisista y megalómana.

Luego está la política, terreno en el que la única coherencia que mostró parecen ser sus ganas de polemizar. De joven dijo ser entre anarquista y comunista, con el ascenso de Hitler mantuvo un escandaloso silencio, durante la dictadura fue elogioso con Franco –diciendo cosas como que celebraba las condenas a muerte–, y al final de su vida se definió como “anarco-monárquico”. Uno de los más duros con él fue George Orwell, que diría que Dalí era “un buen dibujante y un ser humano repugnante”.

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En este listado reunimos algunas de las citas de un artista polémico pero genial. La última, en una rueda de prensa antes de morirse, fue esta: “Cuando se es un genio no tenemos derecho a morirnos porque hacemos falta para el progreso de la humanidad”. 

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