(PDF) Resumen Carta de atenas | Michaela Donoso - Academia.edu
La Carta de Atenas es un manifiesto urbanístico redactado en el Congreso Internacional de Arquitectura Moderna (CIAM), celebrado a bordo del Patris II en 1933 en la ruta Marsella-Atenas-Marsella, siendo publicado en 1942 por Le Corbusier. El urbanismo del Movimiento Moderno, al igual que su arquitectura, supone una ruptura con todo lo anterior. Ve el tejido de la ciudad histórica como un problema para el desarrollo. Por ello proclama la necesaria destrucción de todo aquello que fuera impedimento para el progreso urbanístico. Sin embargo y a pesar de lo que en principio podemos pensar de la relación del movimiento con el patrimonio histórico, en La Carta de Atenas se encuentra éste tema muy presente. Ésto ha calado de manera subliminal en una generación, y aún hoy sigue siendo ésta la forma de entender lo que es un bien patrimonial. Aunque cada vez más, y sobre todo por las nuevas generaciones de arquitectos, ésto ha comenzado a cambiar y ampliarse lo que se entiende por patrimonio. Según lo que se desprende de La Carta de Atenas, patrimonio son aquellos grandes edificios que vienen de la antigüedad. Ejemplos de ello podrían ser castillos o catedrales. Pocos ven todavía el tejido urbano de diferentes épocas o una fábrica recientemente cerrada como un elemento patrimonial que valorar y cuidar como los primeros. En el presente artículo vamos a realizar un análisis pormenorizado de los apartados de La Carta de Atenas que tratan de patrimonio y obtendremos unas conclusiones. El patrimonio en La Carta de Atenas 7 Las razones que presiden el desarrollo de las ciudades están, pues, sometidas a cambios continuos. Crecimiento o decrecimiento de una población, prosperidad o decadencia de la ciudad, rotura de recintos que resultaban ya sofocantes, nuevos medios de comunicación que ampliaban la zona de intercambios, beneficios o desgracias de la política adoptada o de aquella cuyas consecuencias se padecen, aparición del maquinismo, todo ello no es más que movimiento. A medida que pasa el tiempo, en el patrimonio del grupo, sea éste una ciudad, un país o la humanidad entera, se van inscribiendo nuevos valores; con todo la vejez alcanza un día a todo conjunto de construcciones o de caminos. La muerte no sólo les llega a los seres vivos, sino también a sus obras. ¿Quién decidirá lo que debe subsistir y lo que ha de desaparecer? El espíritu de la ciudad se ha formado en el curso de los años; simples edificaciones han cobrado un valor eterno en la medida en que simbolizan el alma colectiva; son la osamenta de una tradición que, sin pretender limitar la amplitud de los progresos futuros, condiciona la formación del individuo tanto como el clima, la comarca, la raza o la costumbre. La ciudad, por ser una «patria chica», lleva en sí un valor moral que pesa y que se halla indisolublemente unido a ella. En el séptimo punto de la Carta de Atenas es cuando se dan las primeras pinceladas sobre lo que hacer cuando se plantee el problema del patrimonio en la ciudad. En un principio la arquitectura del movimiento moderno nos puede llevar a pensar que reniegan totalmente del pasado, es uno de sus principios. Se habla de que toda arquitectura en la ciudad va envejeciendo, se va convirtiendo en parte del legado. Pero la pregunta que plantea es cómo se decidirá cual es digna de permanecer y cual no. Da una débil aunque palpable postura al respecto. Habla de que es la arquitectura que da carácter e identidad la que debe permanecer, la que “simboliza el alma colectiva”. 24 La determinación de las zonas de habitación debe estar dictada por razones de higiene. Las leyes de la higiene, universalmente reconocidas, elevan una grave requisitoria contra el estado sanitario de las ciudades. Pero no basta con formular un diagnóstico, ni siquiera con descubrir una solución: también es preciso que las autoridades responsables la impongan. En nombre de la salud pública deberían ser condenados barrios enteros. Los unos, fruto de una especulación precoz, sólo merecen la piqueta; otros, a causa de los recuerdos históricos o de los elementos de valor artístico que encierran, deben ser parcialmente respetados; existen medios para salvar lo que merece ser salvado pese a destruir sin piedad cuanto constituye un peligro. No basta con sanear las viviendas: hay que crear y ordenar, además, sus prolongaciones exteriores, los locales de educación física y diversos terrenos deportivos, señalando de antemano en el plan general los emplazamientos que serán reservados para ello. El punto 24, habla de que la habitación debe tener el lugar privilegiado en la ciudad, para ello hay que destruir zonas de ciudad que ocupan esos lugares, sin embargo, al encontrarse con edificios de carácter patrimonial en esas zonas, se actúa con cautela, incluso se habla de que puede haber zonas en las que no se puede tocar. Pruitt-Igoe,Minoru Yamasaki. Misuri. Wikipedia, Cadastral. 40 Deben estimarse los elementos existentes: ríos, bosques, colinas, montañas, valles, lago, mar, etc. La cuestión de la distancia, gracias al perfeccionamiento de los medios mecánicos de transporte, ya no desempeña aquí un papel fundamental. Vale más escoger bien, aunque haya que ir a buscar lo que se desea un poco más lejos. Se trata no solamente de preservar las bellezas naturales todavía intactas, sino también de reparar los ultrajes que algunas de ellas hayan podido sufrir; por último, la industria humana ha de crear en parte lugares y paisajes según un programa. He aquí otro problema social muy importante cuya responsabilidad queda en manos de los ediles: hallar una contrapartida al trabajo agotador de la semana, convertir el día de descanso en algo realmente vivificador para la salud física y moral; no abandonar a la población a las desgracias múltiples de la calle. Un empleo fecundo de las horas libres forjará una salud y un espíritu verdaderos a los habitantes de las ciudades. Al parecer no es solo el patrimonio arquitectónico el que comienza a preocupar a los arquitectos, sino que es también el patrimonio ecológico el que suscita una cierta reflexión de ser preservado. Éste a sido uno de los puntos que mas me ha llamado la atención leyendo la Carta de Atenas. 57 Los trazados suntuarios, con finalidad representativa, han podido o pueden constituir graves dificultades para la circulación. Lo que resultaba admisible, o incluso admirable, en la época de los peatones y de las carrozas puede haberse convertido, en la actualidad, en una fuente constante de dificultades. Ciertas avenidas, concebidas al objeto de proporcionar una perspectiva grandiosa, coronada por un monumento o por un edificio, son, hoy en día, una causa de embotellamientos, de retrasos y acaso de peligro. Estas composiciones de orden arquitectónico deberían ser preservadas de la invasión de los vehículos mecánicos, para los cuales no están hechas, y de la velocidad, a la que jamás podrán adaptarse. La circulación se ha convertido hoy en una función primordial de la vida urbana. Exige un programa cuidadosamente estudiado que sepa prever todo lo necesario para regularizar la afluencia, crear los aliviaderos indispensables y llegar así a suprimir los embotellamientos y el malestar constante de que son causa. Este punto viene a tratar de lo que se ha ido conformando en la ciudad a modo de calles monumentales, calles en su mayoría céntricas y principales. Se habla de que se liberen del tráfico, ya que no han sido concebidas para los vehículos de alta velocidad, y de ésta manera se puedan preservar tal y como fueron pensadas. Se habla de la peatonalización en detrimento del vehículo. Vista aerea de Brasilia. Wikipedia, Caricato da Andalcant. 65 Los valores arquitectónicos deben ser salvaguardados (edificios aislados o conjuntos urbanos). La vida de una ciudad es un acaecer continuo que se manifiesta a lo largo de los siglos a través de obras materiales, sean trazados o construcciones, que la dotan de una personalidad propia y de los cuales emana poco a poco su alma. Esos testimonios preciosos del pasado serán respetados, en primer lugar, por su valor histórico o sentimental; también porque algunos de ellos contienen en sí una virtud plástica en la que se ha incorporado el genio del hombre en el más alto grado de intensidad. Forman parte del patrimonio humano, y quienes los detentan o están encargados de su protección tienen la responsabilidad y la obligación de hacer cuanto sea lícito para transmitir intacta esa noble herencia a los siglos venideros. Es ahora cuando se trata realmente en la Carta de Atenas el patrimonio propiamente dicho, un capítulo específico para el tema. En primer lugar comienza diciendo que el patrimonio de la ciudad se debe preservar porque se considera como una “virtud plástica del hombre en su más alto grado”. Se plantea como arte a conservar, además de su valor histórico y sentimental. 66 Los testimonios del pasado serán salvaguardados si son expresión de una cultura anterior y si responden a un interés general… La muerte, que no perdona a ser vivo alguno, alcanza también a las obras de los hombres. Entre los testimonios del pasado hay que saber reconocer y discriminar los que siguen aún con plena vida. No todo el pasado tiene derecho a ser perenne por definición; hay que escoger sabiamente lo que se debe respetar. Si los intereses de la ciudad resultan lesionados por la persistencia de alguna presencia insigne, majestuosa, de una era que ya ha tocado a su fin, se buscará la solución capaz de conciliar dos puntos de vista opuestos: cuando se trate de construcciones repetidas en numerosos ejemplares, se conservarán algunos a título documental, derribándose los demás; en otros, casos, podrá aislarse solamente la parte que constituya un recuerdo o un valor real, modificándose el resto de manera útil. Por último, en ciertos casos excepcionales, podrá considerarse el traslado total de elementos que causan dificultades por su emplazamiento pero que merecen ser conservados por su elevada significación estética o histórica. Este es uno de los apartados en los que se plantea de manera más clara la solución posible a un caso en el que se tenga que actuar en el patrimonio de la ciudad. En primer lugar se habla de lo que debe ser preservado y a continuación apunta posibles soluciones a tomar en casos de ésta índole: dejar un edificio y derribar los similares a este, aislarlo, o incluso trasladarlo. 67 Si su conservación no implica el sacrificio de poblaciones mantenidas en condiciones malsanas… No puede permitirse que por un culto mezquino del pasado, se ignoren las reglas de la justicia social. Algunas personas, a las que preocupan más el esteticismo que la solidaridad, militan en favor de la conservación de algunos viejos barrios pintorescos, sin preocuparse de la miseria, de la promiscuidad y de las enfermedades que éstos albergan. Eso es cargar con una grave responsabilidad. El problema debe ser estudiado, y a veces resuelto mediante una solución ingeniosa, pero el culto por lo pintoresco y por la historia no debe tener en ningún caso la primacía sobre la salubridad de las viviendas, de la que tan estrechamente dependen el bienestar y la salud moral del individuo. Este punto habla de que si el patrimonio a conservar va a ser el causante del problema y su permanencia implica el no poder solucionar esa parte de la ciudad, no se puede dudar y hay que eliminar, para dar siempre prioridad a la mejora de las condiciones que a lo pintoresco. Aquí entra tajantemente en la prioridad del progreso frente a cualquier cosa. Maqueta del Plan Voisin Paris, Le Corbusier. Flickr, Gaynoir_ Conclusión Por tanto podemos observar como en La Carta de Atenas se tiene una visión sobre el patrimonio histórico, pero muy anacrónica. La conservación del mismo es solo en casos puntuales y a modo de muestra o museo del pasado. El mantener los edificios significativos solamente. Es una visión del hecho patrimonial que todavía se mantiene en muchas ocasiones. Pero que viene siendo ampliada desde hace unas décadas. Además destaca la idea de que si dicho patrimonio afecta de manera negativa, se es tajante y se elimina.