Scrapper

A medida que avanza los personajes se definen, encuentran su lugar y eso es algo que resulta muy satisfactorio.
Lola Campbell, conmueve sin tristeza, la sientes próxima entendiendo su situación como algo natural, aunque no lo sea. Harris Dickinson, es demasiado joven para que nos creamos su papel de padre, pero encaja sin resultar esperpéntico.

Muy bien escrita, apetece seguir lo que allí se narra. Es positiva y creíble.

Al debut de Charlotte Regan, igual que a cualquier otro, se le pueden encontrar diversas sombras, como un guion a veces predecible, una trama por momentos inverosímil y algunas coyunturas forzadas. De todas maneras, a pesar de sus irregularidades, Scrapper se percibe como una película con mucho corazón.

La construcción de sus dos protagonistas, padre e hija, está muy cuidada y conforma un vínculo natural y entrañable que enternece a medida que se forja. Sin duda, el gran activo del film son las magníficas actuaciones de Lola Campbell y Harris Dickinson, que no solo convencen al espectador, sino que logran conmoverle.

Quizá a veces se centra demasiado en su estética y las interrupciones de falso documental –que tienen su gracia– entorpecen el ritmo. Pero a pesar de ello, es una propuesta emocionante e inocente que deja muy buen sabor de boca.

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Parece tan sencillo, ¿verdad? Hacer una película como esta: pequeña, intimista, con muy pocos personajes y centrándose en relaciones familiares complicadas. Y aún así, es increíblemente difícil. Tener entre manos un tema tan delicado y que da pie a tantos matices, y sacar de él una película tan buena es todo un mérito para Charlotte Regan. Scrapper emociona sin caer en el melodrama y profundiza cómo debe hacerlo, sin volverse demasiado densa pero ni mucho menos quedándose en la superficie. Está todo perfectamente medido, hasta una duración breve pero muy efectiva.
La clave son sin duda las actuaciones; la pequeña Lola Campbell está sensacional como Georgie, el centro de la historia, que se cuenta desde su punto de vista. Esto da pie además a que la propia cinta tenga unos toques de humor característicos de la personalidad de una niña, siendo un elemento que aporta una frescura y toques de comedia que le sientan de maravilla a Scrapper.
Igual de bien está Harris Dickinson, un actor que merece mucha más atención y que aquí entrega una actuación poderosa y conmovedora. La química entre ambos es excepcional, consiguiendo que su relación y cómo evoluciona se vea en pantalla en toda su complejidad.
Una joya del cine independiente británico y una de esas “pequeñas” películas que consiguen ser muy grandes.

Peliculilla. Cine indie americano hecho por ingleses para llevarse algún premio en Sundance.

Producto enlatado. Realismo mágico y trágico. Todo mascadito.

Es una mezcla de “Un monstruo viene a verme (2016)”, “Pequeña miss Sunshine (2006)” y poco de sí misma. Mismos temas, mucho peor tratados. También tiene algo de “The Florida Project (2017)”.

La niña protagonista hace gracia y tampoco es una gracia de chistaco de Eugenio. El semáforo del humor no llega casi a encenderse. No me creo ni a Ali, ni a Jason; ni al Pueblo, por supuesto. Una mezcla de dramón y comedia negra blandiblú. Todo muy predecible. Correcta, sin más. Es corta y se agradece.

De las que solían estrenarse directamente en VHS.

*Una ligera carta de amor a los vínculos familiares

En los últimos años han llegado a los espectadores diferentes cartas de amor y desamor cinematográficas ligadas principalmente a los vínculos familiares que se han convertido en un éxito absoluto. Títulos como Aftersun o La hija oscura resuenan aún con fuerza en nuestro imaginario y, aunque sería injusto, es imposible no compararlos con la obra que hoy nos ocupa. Y no sólo por la innegable elevada calidad de los predecesores, sino por la forma de abordar la temática.

Si bien es cierto que Scrapper podría contar con una atmósfera más sombría o ser plasmada como un duro drama social, la directora decide marcar distancia y convertirla en una historia ligera no sólo en minutaje, también en cuanto a tratamiento. Una apuesta arriesgada de la que consigue salir ilesa. Al final no deja de ser la historia de una huérfana de madre que vive sola, evita a los trabajadores sociales y recibe la inesperada visita del padre que la abandonó.

Como ejemplo de ese liviano éxito argumental podemos destacar la introducción del largometraje, en el que se nos presenta a la pequeña Georgie a través de su perspectiva. Técnicas como las entrevistas, donde diferentes personajes rompen la cuarta pared y opinan sobre la protagonista, no sólo sirven para ayudarnos a conectar con la niña, sino para advertirnos del enfoque más bien párvulo de la pieza.

*Un descubrimiento entre padre e hija a fuego lento

Durante el visionado, Scrapper recuerda el contexto de duelo por el que está pasando Georgie, enternecedora interpretación de Lola Campbell, el cual evade entre robos de bicicletas, amistades y actitudes adultas para demostrar su fortaleza al mundo. Sin embargo, este control se escapa de sus manos en el momento en el que irrumpe en escena su padre, un inmaduro Harris Dickinson más cercano a ser un adolescente que a un arquetipo de responsabilidad. Y es que no percibimos grandes diferencias entre ambos: juegan, tienen riñas, gastan bromas…

Y, aunque el conflicto paternofilial se convierte en el hilo conductor de la película, por momentos se desliga de ese peso dramático y antepone erróneamente la estética de los colores pastel y encuadres simétricos. No obstante, ambos actores consiguen mezclarse a la perfección con el tono elegido y logran que el acercamiento emocional no resulte tosco pese a sus menos de noventa minutos.

*Conclusión

Por mucho que intente demostrar dinamismo mediante sus escenas cómicas y la utilización de diferentes recursos audiovisuales, con Scrapper uno tiene la sensación de ver llover sobre mojado. Y es que a todos nos suena eso de padres e hijos que han de reconciliarse, entenderse y colisionan debido a su parecido.

Su cierto espíritu noventero y enérgico, sumado a las buenas interpretaciones del dúo protagonista, consiguen mantener el barco a flote, pero no salvarlo de completar el extensísimo catálogo de películas correctas, amables y olvidables. Ahora bien, se agradece la mirada inocente e imaginativa de esa niña con personalidad única que huye de su pérdida. No es compleja, aunque tampoco era su intención.

Escrito por Antonio Fuentes Belando