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Vecinos de Ushuaia y Tolhuin fascinados con las auroras australes

Cientos de vecinos de Ushuaia están compartiendo fotos de las auroras australes fascinados con el espectáculo crepuscular de anoche. También en Tolhuin se pudo observar este portento del universo y los vecinos compartieron imágenes. Se observaron al menos cinco eyecciones de masa coronal (CME) dirigidas a la Tierra y se espera que lleguen tan pronto como el mediodía del viernes 10 de mayo de 2024 y persistan hasta el domingo 12 de mayo de 2024.

Ushuaia.-  Los cortes de luz trajeron un inesperado espectáculo a los vecinos de Ushuaia que tienen un nuevo atractivo observando hacia el Monte Susana.

Se trata de las auroras australes, un fenómeno muy ligado a la magnetosfera terrestre cuando las radiaciones solares chocan contra el escudo de la Tierra.

También en Tolhuin se pudo observar este portento del universo y los vecinos compartieron imágenes.

 

Primera alerta de tormenta geomagnética severa desde 2005: ¿Con qué amenaza?

 

La primera alerta de tormenta geomagnética severa, desde enero de 2005, fue emitida el jueves por el Centro de Predicción del Clima Espacial (SWPC) de la Oficina Nacional de Administración Oceánica y Atmosférica de EE.UU. (NOAA).

“Se observaron al menos cinco eyecciones de masa coronal (CME) dirigidas a la Tierra y se espera que lleguen tan pronto como el mediodía del viernes 10 de mayo de 2024 y persistan hasta el domingo 12 de mayo de 2024”, señaló la agencia. “Se trata de un evento inusual”, destacó.

Aurora polar (o aurora polaris) es un fenómeno en forma de luminiscencia que se observa con más facilidad en el cielo nocturno, generalmente en zonas polares, aunque puede aparecer en otras zonas del mundo durante breves períodos.

En el hemisferio sur es conocida como aurora austral y en el hemisferio norte como aurora boreal (de Aurora, la diosa romana del amanecer, la palabra latina Auster, que significa sur, y la palabra griega Bóreas, que significa norte).

Las auroras son el resultado de perturbaciones en la magnetosfera causadas por el viento solar. Las principales perturbaciones se deben a aumentos en la velocidad del viento solar provocados por agujeros coronales y eyecciones de masa coronal. Estas perturbaciones alteran las trayectorias de partículas cargadas en el plasma magnetosférico. Estas partículas, principalmente electrones y protones, precipitan en la alta atmósfera (termosfera/exosfera). La ionización resultante y la excitación de los constituyentes atmosféricos emiten una luz de color y complejidad variables. La forma de la aurora, que se produce en bandas alrededor de ambas regiones polares, también depende de la cantidad de aceleración impartida a las partículas precipitantes.

La mayoría de los planetas del sistema solar, algunos satélites naturales, enanas marrones e incluso cometas también presentan auroras.

 

Origen

 

Una aurora se produce cuando las partículas solares cargadas eléctricamente (generadas por el viento solar) chocan con la magnetosfera de la Tierra. Esta «esfera» que nos rodea obedece al campo magnético generado por el núcleo de la Tierra, y está formada por líneas invisibles que parten de los dos polos, como en un imán. Además existen fenómenos muy energéticos, como las fulguraciones o las eyecciones de masa coronal que incrementan la intensidad del viento solar. Cuando esta masa solar choca con nuestra esfera protectora, estas radiaciones solares, también conocidas como viento solar, se desplazan a lo largo de dicha esfera. En el hemisferio que se encuentra en la etapa nocturna de la Tierra en los polos, donde están las otras líneas de campo magnético, se va almacenando la energía hasta que no se puede almacenar más, y esta energía almacenada se dispara en forma de radiaciones electromagnéticas sobre la ionosfera terrestre, creadora, principalmente, de estos efectos visuales.

El Sol, situado a 150 millones de kilómetros de la Tierra, emite continuamente un flujo de partículas denominado viento solar. La superficie del Sol o fotosfera se encuentra a unos 5800 °C; sin embargo, cuando se asciende en la atmósfera del Sol hacia capas superiores, la temperatura aumenta en vez de disminuir. La temperatura de la corona solar, la zona más externa que se puede apreciar a simple vista solo durante los eclipses totales de Sol, alcanza temperaturas de hasta tres millones de grados. Al ser mayor la presión en la superficie del Sol que la del espacio que le rodea, las partículas cargadas que se encuentran en la atmósfera del Sol tienden a escapar y son aceleradas y canalizadas por el campo magnético del Sol, alcanzando la órbita de otros cuerpos de gran tamaño como la Tierra. Además, existen fenómenos muy energéticos, como las fulguraciones o las eyecciones de masa coronal, que incrementan la intensidad del viento solar.

Las partículas del viento solar viajan a velocidades en un rango aproximado de 490 a 1000 km/s, de modo que recorren la distancia entre el Sol y la Tierra en aproximadamente dos días. En las proximidades de la Tierra, el viento solar es deflectado por el campo magnético de la Tierra o magnetósfera. Las partículas fluyen en la magnetosfera de la misma forma que lo hace un río alrededor de una piedra o de un pilar de un puente.

El viento solar también empuja a la magnetósfera y la deforma, de modo que, en lugar de un haz uniforme de líneas de campo magnético como las que mostraría un imán imaginario colocado en dirección norte-sur en el interior de la Tierra, lo que se tiene es una estructura alargada con forma de cometa con una larga cola en la dirección opuesta al Sol.

Las partículas cargadas tienen la propiedad de quedar atrapadas y viajar a lo largo de las líneas de campo magnético, de modo que seguirán la trayectoria que le marquen estas. Las partículas atrapadas en la magnetosfera colisionan con los átomos y moléculas de la atmósfera de la Tierra que se encuentran en su nivel más bajo de energía, en el denominado nivel fundamental.

El aporte de energía proporcionado a estas partículas provoca estados de alta energía, también denominados de excitación. En poco tiempo, del orden de millonésimas de segundo, o incluso menos, los átomos y moléculas vuelven al nivel fundamental, perdiendo esa energía en una longitud de onda en el espectro visible al ser humano, lo que viene a ser la luz en sus diferentes colores. Las auroras se mantienen por encima de los 95 km respecto a la superficie terrestre, porque a esa altitud la atmósfera ya es suficientemente densa como para que los choques con las partículas cargadas ocurran con tanta frecuencia que los átomos y moléculas estén prácticamente en reposo. Por otro lado, las auroras no pueden estar más arriba de los 500 a 1000 km porque a esa altura la atmósfera es demasiado tenue —poco densa— como para que las pocas colisiones que ocurren tengan un efecto significativo en su aspecto lumínico.

 

Los colores y las formas de las auroras

 

Las auroras tienen formas, estructuras y colores muy diversos que además cambian rápidamente con el tiempo. Durante una noche, la aurora puede comenzar como un arco aislado muy alargado que se va extendiendo en el horizonte, generalmente en dirección este-oeste. Cerca de la medianoche el arco puede comenzar a incrementar su brillo, pueden formarse ondas o rizos a lo largo del arco y también estructuras verticales que se parecen a rayos de luz muy alargados y delgados. De repente, la totalidad del cielo puede llenarse de bandas, espirales, y rayos de luz que tiemblan y se mueven rápidamente por el horizonte. Su actividad puede durar desde unos pocos minutos hasta horas. Cuando se aproxima el alba todo el proceso parece calmarse y tan solo algunas pequeñas zonas del cielo aparecen brillantes hasta que llega la mañana. Aunque lo descrito es una noche típica de auroras, nos podemos encontrar múltiples variaciones sobre el mismo tema.

Los colores que vemos en las auroras dependen de la especie atómica o molecular que las partículas del viento solar excitan y del nivel de energía que esos átomos o moléculas alcanzan. Por ejemplo no es lo mismo que la excitación se produzca en una zona con una atmósfera con niveles muy altos de oxígeno que en otra con niveles muy bajos de este gas.

El oxígeno es responsable de los dos colores primarios de las auroras. El verde/amarillo se produce a una longitud de onda energética de 557,7 nm, mientras que el color más rojo y morado lo produce una longitud menos frecuente en estos fenómenos, a 630,0 nm. Para entender mejor esta relación se recomienda buscar información sobre el espectro electromagnético, en especial el rango visible.

El nitrógeno, al que una colisión le puede desligar alguno de sus electrones de su capa más externa, produce una luz azulada, mientras que las moléculas de nitrógeno son muy a menudo responsables de la coloración rojo/púrpura de los bordes más bajos de las auroras y de las partes más externas curvadas.

El proceso es similar al que ocurre en los tubos de neón de los anuncios o en los tubos de televisión. En un tubo de neón, el gas se excita por corrientes eléctricas y al perder su energía en forma de luz se forma la típica luz rosa que todos conocemos. En una pantalla de televisión, un haz de electrones controlado por campos eléctricos y magnéticos incide sobre la misma, haciéndola brillar en diferentes colores dependiendo del revestimiento químico de los productos fosforescentes contenidos en el interior de la pantalla.

 

Causas

 

Aún no se conocen a fondo los procesos físicos que dan lugar a los distintos tipos de auroras, pero la causa básica tiene que ver con la interacción del viento solar con la magnetosfera terrestre. La intensidad variable del viento solar produce efectos de diferentes magnitudes, pero incluye uno o más de los siguientes escenarios físicos.

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