Crónica desde Berlín: la extinción de los grandes almacenes - eldia.es

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Crónica desde Berlín: la extinción de los grandes almacenes

Fachada de las Galerías Lafayette en Berlín.

Fachada de las Galerías Lafayette en Berlín. / GEMMA CASADEVALL

Gemma Casadevall

El 29 de febrero de 1996 la Friedrichsstrasse berlinesa vivió una jornada especial. De una estación de metro llamada Französische Strasse surgía de pronto una clientela inusual en una calle que durante décadas había sido el boulevard comercial del sector comunista de Berlín: ciudadanos claramente identificables como procedentes del oeste, algunos de los cuales comentaban sin rubor que era la primera vez que pisaban el este. Habían pasado seis años y unos meses desde la caída del Muro construido por el régimen comunista y que partió la ciudad hasta 1989. Pero hasta entonces había quien no había sentido ni la curiosidad de ir explorar ese "otro lado". Ese día de febrero abrió sus puertas las Galeries Lafayette, primera y única sucursal en Alemania de los célebres almacenes franceses. El antiguo sector este comunista se dotaba así de un rival para KaDeWe -el 'Kaufhaus des Westens' o los almacenes del oeste.

Las Lafayette berlinesas, con su edificio acristalado obra de Jean Nouvel, serían el corazón del llamado 'Quartier 207'. Sus cinco plantas, con un total de 8.000 metros cuadrados, no podían competir con los 60.000 de KaDeWe. Su espacio gourmet, en el sótano, tampoco haría sombra en exquisitez de la emblemática planta superior y cupula de su rival occidental. Pero el parentesco con el templo parisino compensaba esas carencias.

Sucursal única

Veintiocho años después de su estreno, las Lafayette berlinesas siguen siendo la única sucursal en Alemania de las galerías francesas. Pero le queda poco tiempo: a finales de julio cerrará sus puertas. Algunos departamentos, como la librería, se avanzaron y echarán el cierre en unas semanas; ante alguna puerta y ascensor cuelgan carteles de 'Defek-Defective', en la tradición bilingüe de la casa. La sospecha, legítima, es que nadie se molestará en repararlos ya. También se anuncian rebajas, de hasta el 40 %, aunque sin aludir al cierre.

Anuncio de rebajas en Lafayette.

Anuncio de rebajas en Lafayette. / GEMMA CASADEVALL

Del bullicioso estreno de 1996 se pasó a un ambiente mortecino. No es exclusivo de la casa, sino que se extiende por todo este tramo de la Friedrichstrasse. El Quartier 207, las galerías que parten de la planta sótano de las Lafayette, es un panorama de sucesivos comercios cerrados. Lo mismo ocurre en la planta superior y las tiendas a pie de calle. Sus cafés y restaurantes funcionan a medio gas, en el mejor de los casos.

La vieja estación de metro de la Französische Strasse -como sigue llamándose esa calle- quedó inhabilitada y sustituida por otra a unos 200 metros, junto a la avenida Unter den Linden. Aparentemente no cuajó lo que parecía el emplazamiento ideal para la sucursal berlinesa, junto al restaurante Borchardt -entre los preferidos de la elite política alemana- y la hermosa plaza del Gendarmenmarkt, con su catedral francesa de tiempos de los hugonotes.

Una milla comercial agonizante

En realidad, no puede hablarse de fracaso comercial para las Lafayette, sino de apagón en toda la zona. En pocos años la Friedrichstrasse pasó de calle con circulación 'normal' -autos privados incluidos- a vía solo para bicicletas o patinetes. Teóricamente, eso debía animar al paseo. No fue así. El experimento no funcionó y se regresó al tráfico motorizado. Tampoco el regreso de los coches reactivó la vida comercial. La paciencia de los comerciantes se agotó, en buena parte porque la especulación inmobilaria se adueñó de la capital.

Los dueños de las Lafayette negociaron con los propietario del edificio, la inmobiliaria Tishman Speyer, una prórroga para su contrato de alquiler. Sin éxito. Las autoridades de la ciudad-estado y capital alemana planean instalar en el edificio de Nouvel una nueva biblioteca central. Un proyecto sin duda loable, aunque a menos de dos kilómetros a la redonda se encuentran otras tres estupendas bibliotecas -la Stabi o Biblioteca Nacional; la Wilhelm Grimm y la de la Universidad Humboldt-.

Abrir otra biblioteca siempre es una buena noticia. Pero al margen de las ventajas de la lectura o el estudio frente al ir de compras, el cierre de las Lafayette refleja un proceso de extinción imparable: el de los grandes almacenes.

Un comprador tailandés

Ni siquiera los históricos KaDeWe parecen a salvo de la crisis. El más emblemático entre los centros comerciales berlineses abrió en 1907, se vino abajo al estrellarse un avión aliado contra el edificio, en 1943, y fue reconstruido en los años del milagro alemán como templo del consumo y el lujo. Hace unos meses presentó expediente de quiebra el propietario del edificio, Signa Prime Selection, lo que desató presagios agoreros sobre el hipotético fin de una era. Finalmente surgió un comprador -el tailandés Central Gruppe-, lo que da cierto respiro a la casa. Sus 264 empleados no deben temer por la pérdida inminente de su puesto de trabajo, como los 160 de las Lafayette.

Entrada a los almacenes Ka de We.

Entrada a los almacenes Ka de We. / GEMMA CASADEVALL

El proceso de extinción no afecta únicamente a los almacenes identificados con el lujo. Todo el sector sufre esa misma dinámica. El grupo Galeria Karstadt, lo más parecido en Alemania a El Corte Inglés, cerró ya entre 2020 y 2021 un total de 47 sucursales de todo el país. A la serie se sumó ahora el anuncio de cierre de 19 sucursales más, aunque seguirán abiertas las últimas 92. Al menos en Alemania, se apunta al fin de una era para los centros comerciales en los que uno podía acercarse a comprar desde hilo y aguja para coserse un botón a unos esquís nórdicos, un vestido de fiesta o una lavadora.

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