La historia de Rocco Siffredi: el adicto al sexo que pasó de camarero a Rey del Porno - Infobae

La historia de Rocco Siffredi: el adicto al sexo que pasó de camarero a Rey del Porno

El italiano llegó a grabar alrededor de 1.600 películas y se autodefinió como un referente del sexo duro

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Alessandro Borghi interpreta a Rocco Siffredi en "Supersex", una serie inspirada en la vida del actor porno más famoso del mundo.

El tamaño importa. Al menos en esta historia. Aunque no se sepa bien de cuántos centímetros se esté hablando: la imprecisión, la falta de certeza, es también parte del mito. Entre 23 y 26 centímetros según las distintas fuentes o los cálculos a ojo de compañeras de elenco y espectadores atentos. Rocco Siffredi es una leyenda en su ambiente. El actor más famoso de la historia del porno. Otra cosa que nadie puede precisar: ¿cuántas son las películas que filmó? Más de mil. Algunos hablan de 1.400. Otros de 1.600.

El tamaño importa. Pero no explica todo. En Siffredi, en la construcción de su estatus de gran estrella, influyeron muchas otras variables. Está claro que no es el primer prodigio anatómico que se desnuda ante las cámaras. Rocco tiene un físico trabajado –a pesar de tener 60 años-, simpatía, un halo de peligrosidad que no se disipa, magnetismo y una longevidad absolutamente excepcional en una industria que se destaca por consumir de manera muy veloz a los intérpretes que se hacen un nombre. Nadie dura demasiado en el porno, excepto Siffredi. Él reina desde hace más de tres décadas.

Italiano y con el mismo sonoro nombre que el boxeador creado por Stallone, el apodo devino obligatorio: El Semental Italiano. Aunque a diferencia de Rocky Balboa aquí no hay metáfora; tan solo una descripción literal.

Netflix estrenó recientemente Supersex, una miniserie de siete capítulos que narra –bastante libremente- la vida de Rocco Siffredi, el gran pornstar masculino de las últimas décadas. Dirigida por la italiana Francesca Manieri fija, con suerte variada, cada una de las leyendas creadas alrededor del italiano. La secuencia inicial transcurre en una convención de la industria del porno en la que Siffredi anuncia uno de sus (varios) retiros. Después de una escena hot en un pasillo y ante numerosos testigos (al fin y al cabo es por lo que es conocido), la historia viaja de inmediato a su pueblo natal y a narrar su infancia llena de privaciones y dolores.

Mucho de lo que se sabe (se repite) sobre la vida de Siffredi es parte de un relato legendario construido a lo largo de su carrera y de sus declaraciones estentóreas en las diversas entrevistas y en sus movimientos publicitarios. Estas, las que se cuentan aquí, tal vez no sean sus circunstancias biográficas sino las que él fue plantando desde finales de la década del noventa.

Rocco Siffredi cerca de cumplir 60 años ya es una leyenda del porno. Su adicción al sexo y la controversia por la violencia ejercida contra las mujeres que trabajaron con él siguen provocando discusiones (Instagram: roccosiffredi_official)
Rocco Siffredi cerca de cumplir 60 años ya es una leyenda del porno. Su adicción al sexo y la controversia por la violencia ejercida contra las mujeres que trabajaron con él siguen provocando discusiones (Instagram: roccosiffredi_official)

De camarero en París a rey del porno

Rocco Antonio Tano nació en Ordene, un pueblito costero italiano, en 1964. Una familia humilde con varios hijos. Uno de ellos, cinco años mayor que Rocco, había quedado con discapacidad después de sufrir una paliza callejera (otras versiones indican que fue una condición que padeció desde su nacimiento). Carmela, su madre, se dedicó devocionalmente a su cuidado. Cuando el chico murió a los 12 años, la familia pareció desmoronarse. El dolor se instaló entre ellos. El padre nunca pudo superar la pérdida. Después el contacto con una revista pornográfica despertó los instintos sexuales de Rocco, una mezcla de fotonovela explícita y cómic llamada Supersex. Siffredi cuenta que se masturbaba compulsivamente; una tarde debió acudir a la guardia de un hospital para que trataran la irritación en su miembro viril. La madre ansiaba que su hijo ingresara en el seminario para convertirse en sacerdote. Como una especie de simulacro, de anticipo, se convirtió en el monaguillo de las misas dominicales de Ordine; tal vez sólo para que alguien muchos años después pudiera titular: De monaguillo a estrella del porno.

A los 20 años viajó a París a tratar de ganarse la vida. Trabajó de lavaplatos y como camarero. También, según algunos de sus biógrafos, es posible que se haya prostituído. Descubrió los clubes sexuales parisinos, esos antros iluminados con luces mortecinas y rojizas, con muebles del Siglo XIX en los que todas las prácticas sexuales parecían permitidas. El joven italiano se convirtió en el favorito de los habitués del lugar. Siempre dispuesto, con una gran energía y un miembro de dimensiones descomunales. Muy rápidamente se hizo conocido en el ambiente y parejas y solteros quisieron estar con él. Una de esas noches de 1985 (o principios de 1986) se le acercó Gabriel Pontello, actor y director francés de películas porno. Lo convenció de probar suerte en esa industria. Le dijo lo que Rocco ya sabía: él tenía algo que los demás no. Y el porno era el lugar adecuado para hacer dinero con eso. Debutó en 1986 en una película filmada en París llamada: Sodopunition pour dépravées sexuelles. Le pareció un camino natural, lo que los demás hacían: monetizar su mayor talento.

Buscó un nombre artístico aunque el suyo resonara bien, fuera contundente y se grabara en la memoria de quién lo oía por primera vez: Rocco Tano. Pero él prefería, aunque sea en los primeros momentos, enmascarar su identidad, evitar que llegara demasiada rápido a los oídos de la madre lo que estaba haciendo. Un productor le dijo que sólo había que encontrar un apellido. La solidez de Rocco con esa erre y el martillazo de la ce y su claro origen italiano servían: era todo lo viril que la industria pretendía. Rocco recordó una película que había visto no hacía mucho: Borsalino, interpretada por Alain Delon y Jean Paul Belmondo y dirigida por Jacques Deray. La historia de dos hampones moviéndose en el mundo de la mafia con sus códigos cerrados, sus armas y la posibilidad de dar muerte a sus rivales y a los que obstaculizan sus objetivos, atrajo a Rocco; casi una reafirmación a su hombría. Eligió el apellido del personaje de Delon: Siffredi.

Después de ese, llegaron más rodajes a razón de dos o tres escenas de sexo por día. Los números no son precisos: 1.400/1.600 películas, 4.000 compañeras sexuales, centenares de millones de espectadores que a través del vídeo, el ordenador y el teléfono se masturbaron con sus escenas. En cambio él aclara que nunca se masturbó con sus propias escenas.

Sobre su estilo, Rocco dijo: “A mí me gusta que haya emoción, miedo, excitación. Sorprender a mis compañeras”. Como contrapartida, alguna de sus partenaires dijeron que nunca sabían bien qué podía suceder en una escena con él. Violencia, cachetazos, escupitajos, estrangulamientos, zamarreos varios, penetraciones desde atrás mientras mete la cabeza de la mujer dentro de un inodoro. Esas prácticas mostraron una faceta novedosa en la industria convirtiéndolo en estandarte del sexo duro aunque nunca haya quedado claro cuál era la frontera entre la “sorpresa” que se deseaba provocar y la falta de consentimiento de sus compañeras de escena, en una clara situación de desventaja –no sólo por la diferencia de fuerza física- sino por la asimetría de poder dentro de la industria. Cuando algunos años atrás alguien se animaba a enfrentarlo sobre el trato dispensado a las actrices, Siffredi respondía: “Lo que ustedes llaman violencia, para mí es placer doloroso”.

Muchas actrices no querían trabajar con él. Rocco suele decir que las llevaba hasta el límite. Varias creen que traspasó esos límites. En una industria donde es usual trabajar en jornadas consecutivas, las que filmaban con Siffredi debían descansar varios días por el trato recibido en el set.

Cuando alguien le dice que lo imita en sus prácticas sexuales, él parece emular a Di Sarli, el relator de Titanes en el Ring que solía repetir: “Chicos, no lo hagan en sus casas”. Les dice que lo que hace en las películas no es educación sexual, sino entretenimiento para adultos. “Es fantasía, ficción”, repite.

No se sabe con exactitud en cuántas películas participó. Algunos hablan de 1.400, otros de 1.600. Más de 30 años en la cima de la industria del porno
No se sabe con exactitud en cuántas películas participó. Algunos hablan de 1.400, otros de 1.600. Más de 30 años en la cima de la industria del porno

Siffredi tuvo algunas pocas incursiones en el cine arte. Las dos más destacables fueron en películas de Catherine Breillat: Romance (1999) y Anatomía del Infierno (2003). En ambas, vale aclarar, Rocco hace lo que mejor sabe: escenas de sexo explícito, en la que los genitales son mostrados en detalle y en todo su esplendor. También durante unos años fue modelo publicitario.

Suele hablar de otra película, de Shame, dirigida por Steve McQueen en la que Michael Fassbender batalla contra sus demonios y contra la adicción al sexo que domina cada uno de sus movimientos. Dice que la vio varias veces, que sintió que él era el que estaba en la pantalla, alguien empujado por una fuerza inexorable e invencible que lo guía y lo derrota. Después de verla sufrió pesadillas durante varias noches.

Una persona adicta al sexo

Rocco Siffredi tiene ojos voraces, desaforados. Cada una de sus miradas parece una propuesta sexual, es como si siempre estuviera esperando llevarse a la cama –o tener sexo ahí mismo: no necesita acostarse, los años en la industria desarrollaron sus habilidades como contorsionista- a su ocasional interlocutor.

Rocco se reconoció como adicto al sexo. Desde joven fue mucho más que trabajo. Una obsesión que como, todas, lo fue tomando y dirigiendo cada acto de su vida hacia la búsqueda imposible de la saciedad. Nunca era suficiente para él. Mujeres, hombres, trans. Sexo a toda hora, en cualquier lugar. En la serie, Manieri lo representa teniendo relaciones en callejones oscuros, en baños en medio de una convención con decenas de periodistas esperándolo en los pasillos y hasta recibiendo sexo oral en el funeral de su madre. No interesa si cada una de estas situaciones fue estrictamente real o no. Para Siffredi todo en la vida giraba alrededor del sexo y de apagar ese volcán de líbido que lo consumía. De poder dominar al otro con aquello que lo distinguía, que lo hacía único: su pene de grandes dimensiones. Su vida convertida en una batalla –en la que suele caer derrotado- con “el diablo que lleva entre las piernas” según sus propias palabras.

Su primera despedida del frente de las cámaras se produjo en 2004, cuando tenía 40 años, citando preocupaciones personales y familiares como su principal motivación. Sin embargo, este no sería el fin de su carrera, ya que anunció su regreso a la actuación en 2009, antes de retirarse nuevamente en 2015, para luego volver en 2017. En 2022, afirmó que dejaría de actuar pero que continuaría en la industria como director y productor, colaborando con su hijo mayor.

“Cuando empecé en este negocio estaba convencido de que no me iba a casar. Después lo hice, pero no íbamos a tener hijos. Llegaron los chicos.” Estas palabras resumen la evolución personal que experimentó este actor a lo largo de los años, marcando su primer retiro como un momento de reflexión sobre su carrera y su impacto en su vida familiar. La preocupación por cómo su hijo mayor percibiría su profesión fue un factor determinante en su decisión de alejarse de los reflectores inicialmente. Es notoria la relación de su vida profesional con sus decisiones personales, especialmente cuando menciona la preferencia de su esposa respecto a cómo manejar sus impulsos sexuales: “Mi esposa prefiere que tenga sexo en el set, como trabajo, y no que ande persiguiendo gente todo el tiempo y que desaparezca de casa durante varios días”.

La industria del porno, descrita como un mundo de excesos donde no son raros los casos de suicidios y muertes por sobredosis, es un contexto difícil para cualquier persona. En este entorno, el actor optó por retirarse voluntariamente en varias ocasiones, buscando un escape a la devoradora naturaleza de su trabajo. La decisión de retirarse no solo estaba impulsada por cuestiones familiares, sino también por un deseo de autoconservación y reflexión sobre los riesgos asociados a su profesión.

Sin embargo, su carrera ha estado marcada por una serie de regresos, a menudo motivados por la búsqueda de la fama y sus propias necesidades personales. Después de un breve retiro anunciado en 2004, se reincorporó a la actuación en 2009. Su participación en el reality italiano La Isla de los Famosos en 2015 parecía haber marcado el fin de su tiempo frente a las cámaras, especialmente después de una revelación personal durante el programa que lo llevó a anunciar otra retirada. Pero en 2017, una vez más, desafió las expectativas al volver a actuar.

La última vez que habló sobre este tema en 2022, el actor/singular figura del entretenimiento para adultos optó por una postura más reservada, eligiendo no etiquetar su decisión de dejar de actuar como un retiro definitivo. “Esta vez no digo que es definitivo porque nadie me va a creer. Iremos viendo” manifestó, reconociendo la incredulidad que sus constantes cambios de rumbo han generado entre el público y los profesionales de la industria.

Rocco Siffredi junto a su esposa Rosa Caracciolo y sus dos hijos en la premiere de la miniserie en el Festival Internacional de Berlín REUTERS/Annegret Hilse
Rocco Siffredi junto a su esposa Rosa Caracciolo y sus dos hijos en la premiere de la miniserie en el Festival Internacional de Berlín REUTERS/Annegret Hilse

La miniserie de Manieri no es la primera incursión del cine de autor en la vida del actor porno. En 2017, con premiere mundial en el Festival de Venecia, se estrenó Rocco, un documental que registró su vida durante 2015. Unos meses en la vida tumultuosa del mayor astro masculino del porno.

No tiene Oscars ni Globos de Oro pero, Rocco puede decir que recibió muchos premios por sus actuaciones. Obtuvo decenas de galardones en los diversos premios de la industria porno. En especial los AVN Awards, los más significativos. Lo reconocieron como el mejor actor masculino varias temporadas y además recibió premios por protagonizar –en diferentes años- en algunos rubros que, por el momento, los Oscars no distinguen: mejor escena de sexo anal, mejor escena de sexo oral, mejor trío y mejor escena de orgía entre otros. Un actor dúctil.

Se casó con Rosa Caracciolo. Una ex Miss Hungría que cuando Siffredi la invitó a integrar un elenco de una de sus películas aceptó de inmediato con la condición que sus escenas fueran sólo con él. Rosa no invirtió su apellido como una célebre escritora argentina; eligió como nombre artístico el de Rózsa Tassi. Tuvieron dos hijos. A pesar de haber atravesado varios periodos tormentosos, la pareja subsiste unida. “Nosotros, mis hijos y yo, lo queremos por lo que es, por cómo es. No por lo que hace”, dijo Rosa un tiempo atrás.

Rocco Siffredi sigue en la industria y su figura ya adquirió en ese ambiente un status legendario. Por el momento se dedica a producir y a dirigir. Hace poco, montó en Budapest, ciudad en la que vive, su último emprendimiento porno: la Siffredi Hard Academy, un centro de estudios y adestramiento en el que modela a las estrellas del futuro de la industria.

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