Hay veces que este trabajo te pone frente a mitos. Gente que ha sonado a través de altavoces mientras tú crecías. Canciones que sabías enteras sin saber qué significan. Balas blancas, balas blancas, para la oveja negra. Qué cantas, Luis- decían los curas. A El Drogas, de Barricada- contestaba un ignorante niño. (Muchos) años después, una llamada de teléfono desde Villacarriedo, cortada en varias ocasiones por problemas de cobertura, sirve para unir al niño con el mito. Me hace mucha ilusión hablar contigo, Drogas. A ver si piensas lo mismo cuando cuelgues- responde una inconfundible voz. Sí. Sigo pensando lo mismo.

Pregunta: ¿Cómo estas, Drogas?

Respuesta: A gusto en casa, leyendo.

R: Kutxi Romero te define como un gran lector.

R: Buen lector no sé, pero leo de forma compulsiva. Sin embargo, hay libros que no se me quedan. Tengo mucho ruido en la cabeza. Hay veces que es mejor leer menos.

P: Si hay alguien que tiene que tener ruido en la cabeza es el líder de Barricada.

R: Igual sí (ríe).

P: 40 años de carrera. Una vida entera.

R: Sigo viviendo en un entorno que es un lujo. Vivo de lo que me gusta e, incluso, puedo incluir a mi oficio hobbies como la lectura. Tengo que seguir leyendo autores y autoras para seguir el aprendizaje de escribir. El oficio también me empuja a escuchar música de diferentes estilos.

España no es que sea racista con los que vienen; lo ha sido siempre con los gitanos

P: ¿Por ejemplo?

R: Desde la banda gallega Pala, que son dos chicas que están haciendo una propuesta muy interesante hasta otro grupo como Seda. También me gusta la propuesta musical de Los Ciclonautas. Por decir algo, ¿eh? En los 80 escuchaba a The Cure y la gente me preguntaba qué hacía escuchándolos. También a Jesus and Mary Chain. Ahora no estoy tan puesto como en aquella época. Musicalmente, claro. De lo otro tampoco estoy puesto que lo dejé hace tiempo.

P: ¿Cómo ha cambiado ese chaval de La Txantrea que fundó Barricada y el Enrique Villarreal del 2024?

R: Pues hombre, no lo sé. Entonces, estaba recién salido de la mili con el nombre de un grupo y una tuberculosis que me llevó al hospital. Esas dos cosas me marcaron mucho para lo que vendría después. Tenía 22 años y ahora tengo 64. En este tiempo he tenido un hijo y una hija. Sigo con la misma compañera. Hemos pasado por todo tipo de vicisitudes vitales y ahora mismo soy abuelo, que ya es otro nivel de existencia. Dentro del oficio, me veo bien físicamente. Con movimientos más acordes con mi edad, aunque por dentro piense que puedo moverme como cuando tenía 25 años. Luego veo vídeos y me doy cuenta de la realidad.

P: Siendo un rockero de 64 años, ¿es más importante el físico que la mente?

R: La mental siempre. Y cuando eres joven, también. Lo que pasa es que no le das demasiada importancia porque no estas todo el día analizándote. Tampoco hay que intentar ser un superhombre. Tengo épocas en las que me doy cuenta de que me está subiendo la bajona. Y no pasa nada, tampoco. La vida entendida como movimiento se ha definido como crisis, pero son los dientes de sierra que todos tenemos que tener. El encefalograma plano es lo jodido. Precisamente, la fortaleza mental entra en esos momentos de bajona.

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P: ¿Es muy diferente lo que escribías antes con lo de ahora?

R: Con el tiempo, he ido mejorando la técnica de escritura. Ahora consigo definir más las historias. Pero sin lo de antes, no hubiese llegado a lo de ahora. Ha sido una munición. En cuanto a la temática, me parece preocupante que ciertas canciones sigan siendo actuales. Si hablamos de racismo, es preocupante que se haya avanzado tan poco en la proyección social entendida como humanismo. Comprender al prójimo o el por qué viene aquí. No entiendo cómo no nos analizamos más como sociedad en algunos temas como el racismo o el machismo del patriarcado. Pero hacemos más caso al ruido de personajes que tienen un desnivel intelectual bastante importante. Qué me importa más, lo que pueda decir un periodista de la altura de Pablo Motos, Iker Jiménez o un artículo de Manu Leguineche.

P: En la tierra está sorda reflexionas sobre el franquismo. Llama la atención que, un pueblo emigrante, pueda tener comportamientos tan negativos con los emigrantes.

R: España no es que sea racista con los que vienen; lo ha sido siempre con los gitanos, por ejemplo. Saber reconocer lo que hemos sido y lo que continuamos siendo es el primer paso para cambiar. Ese proceso es interesante ya que, también, es el primer paso para entender el término empatía. Quién, qué y por qué viene. Cuál es su problemática allí donde vive. A partir de ahí, debemos entender que España no sólo tuvo exiliados sino también emigrantes que se iban a Alemania y eran tratados de la misma manera. No es salir con o sin papeles sino el trato que se recibe en el país que hace que te acoge.

Mi socia es el sustento vital de todo esto y yo una anécdota en su vida

P: Simple mano de obra barata.

R: Exactamente. Encima, generalmente, los patronos que contratan, quieren esclavos. Suelen ser siempre los más ultraderechistas.

P: ¿Quedan restos del franquismo?

R: Quedan cantidad de restos en cunetas. Propiedades robadas, reconocimientos de personas enjuiciadas. Quedan muchísimas historias. También personajes públicos que nos harían mucho bien conocer su obra. Queda muchísimo por reconocer. Veo muy complicado que todo esto se arregle por cómo se estructura este país.

P: La historia de amor con tu socia, Mamen Irujo, se escapa del estereotipo de la estrella del rock.

R: Empezamos muy críos, yo 18 y ella 15. Hemos tenido muchísimas experiencias buenas y malas a lo largo de la convivencia. Sobre todo muy bonitas y, encima, muy potentes vitalmente hablando. No me importa demasiado lo que se entienda por ser una estrella del rock. Entiendo mi oficio como el lugar en el que trabajar en lo que me gusta. La farándula y el circo son incompatibles con la familia. Mi socia ha sido la artífice para sacar adelante ese núcleo familiar que me ha facilitado el andar de aquí para allá. Y no sólo eso, también mi labor componiendo. Me he pegado horas y horas en casa, metido en el cuarto, currando, escribiendo, grabando. Ella es el sustento vital de todo esto y yo una anécdota en su vida.

P: Es bonito eso.

R: No sé si para ella lo será. Ahora estamos disfrutando más del oficio. Al principio íbamos a los festivales juntos y, al tener hijos, ella no podía venir tan a menudo. Ahora hemos vuelto a viajar. Solemos ir un día antes al lugar del concierto, así disfrutamos de la estancia juntos. Nadie depende de nuestros tiempos, volvemos cuando queremos y solemos pasar por lugares relacionados con la memoria. Me toco un par de canciones y disfrutamos de una manera que nunca habíamos sido capaces. 

P: ¿Crees que la mala interpretación de las letras es por ignorancia o maldad? Pienso en No hay tregua, una canción antibelicista que quiso relacionarse con el terrorismo.

R: Igual es que esas letras no están bien explicadas. No es algo que me importe, tampoco. Sí me importa que las letras hagan pensar. El cómo las escribo depende del tiempo, el por qué, cuál ha sido la chispa que me ha llevado a escribir esa canción de esa manera. Y otra luego muy diferente es como la gente toma las historias. A veces falta también comprensión lectora y algunos necesitan ir al médico de los humores. Quiero que mis letras sean un pellizco, no sé si en el culo o en el espíritu. No me voy a preocupar de si se entiende o no se entiende. O si la de Oveja Negra es una canción racista, porque todo depende de quién la lea y cómo la quiera analizar.

P: Me pasaba a mi siendo niño. Me la sabía entera y me decían, qué cantas. 

R: Esas cosas me hacen pensar. ¿Será letra para un niño blanco de 11 años? Lo duro de esa letra le está sucediendo a un chaval negro de 11, que estará viendo ciertas reacciones de cara a él y a sus padres. Es interesante porque hasta yo tengo dudas. Pero tenemos que pasar de las personas que no quieren que esto vaya a mejor. La extrema derecha, como el Partido Popular, por ejemplo. 

P: Uno de los éxitos de Barricada es, a pesar de las diferencias culturales, la identificación de la realidad material entre una persona de La Txantrea y otro de cualquier barrio de España.

R: Llevo viajando por España un montón de años y esto es lo que me he encontrado. Mi barrio es ese lugar que me da reposo cuando lo necesito. Pero estaría igual de orgulloso si fuera de otro lugar. En todos los sitios a los que he ido me he encontrado con muy buena gente y veo las mismas historias y las mismas problemáticas en todos ellos.

P: ¿Sigues la actualidad política?

R: Hace mucho tiempo que no veo programas de televisión. Ni de Ana Rosa Quintana ni de Susanna Griso. Tampoco del que habla de espíritus ni de Pablo Motos. Hace mucho que no escucho ni a Jiménez Losantos ni a Carlos Herrera. Entonces ya no te digo nada de esa caterva de imbéciles como Cristina Seguí o el medio atontado de Javier Negre. Y digo medio, porque es imposible que llegue a ser atontado entero porque no sirve ni para eso. También tenemos gente como Eduardo Inda. Si hablamos de desnivel intelectual, estos son algunos ejemplos.

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