Son más de 33.000 trabajadores y trabajadoras en el sistema público del país, pero se necesitan más, según reclaman. Testigos permanentes de la fragilidad humana y de las transiciones de vida y muerte, cuentan aquí de su especial vocación, hacen sus reclamos y dan testimonios que conmueven. En una fecha especial, a manera de agradecimiento, aquí la charla con las enfermeras y enfermeros del turno noche del Hospital de Clínicas.

Se hace de noche en el Hospital de Clínicas y en el enorme edifi­cio, una ciudad que no des­cansa, comienzan a trajinar las enfermeras del turno. Desde las ocho de la noche a las seis de la mañana debe­rán custodiar el buen sueño de pacientes, los ánimos de los familiares que descan­san en los pasillos, una vigilia tan necesaria y muchas veces poco apreciada.

“¡Licen, licen…!”, se escuchan los llamados entre colegas que usan la forma apocopada de “licenciada” en un tono de hermandad. Se apura enton­ces Lina Quiñónez llevando un tubo de oxígeno que ayu­dará a respirar a un paciente internado.

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Castorina Areco es jefa de enfermería para Adultos en Quirófanos y Urgencias en el Hospital de Clínicas, situa­ción que vive como una coro­nación de 30 años de carrera que cumplió en abril pasado.

Una vocación que cuenta sur­gió cuando estaba en el cole­gio en su natal Loreto, Con­cepción. Estudió en Asunción y trabajó siempre en el hospi­tal universitario de referencia en nuestro país.

Esa experiencia le deja tam­bién saberes intangibles y otros emocionales que hacen al oficio: “Lo más difícil es cuando el paciente está por fallecer y nosotras podemos percibir eso bastante antes de que ocurra. Uno ya siente que la persona se va y es difícil cuando uno ya no puede hacer nada, solamente acompañar hasta su último momento”.

Satisfacción

Pero tiene compensaciones cuando se puede ayudar a sal­var la vida. “Es una satisfac­ción inmensa para nosotros los profesionales de la salud. Tuve una experiencia cuando trabajaba en clínica médica como enfermera asistencial. Los médicos no le daban ya vida a una enferma con acci­dente cerebral total. No se le podía hacer su vía central y en ese entonces no teníamos terapia intensiva y tampoco teníamos la parte de neuro­cirugía”.

Sin esa sonda, era imposible suministrarle los medica­mentos que podrían salvarla. Con intuición y pericia, Areco consiguió dar con las esquivas venas de una paciente muy obesa en situación crítica.

“Gracias a Dios, al final la paciente salió de su cuadro cerebrovascular. Estuvo internada casi dos meses la señora, pero salió caminando de la institución. Esa es mi experiencia que no puedo olvidar porque le dejaron ya en manos de nuestro crea­dor los que somos creyen­tes y entonces yo le dije a las compañeras ‘bueno, yo le voy a canalizar la vía y le voy a administrar todos sus medicamentos’. Y empezó a mejorar, a mejorar, a mejorar su cuadro y salió, con secue­las, pero salió”.

Areco valora el logro de la Ley N° 6625/2020 “De la carrera profesional de enfermería”, que mejoró los salarios y la carga horaria de un grupo importante de trabajadoras y trabajadores. Recuerda el tiempo en que cada enfer­mera, ayudada apenas por tres auxiliares, tenía a cargo hasta 60 pacientes. “En ese entonces nos apoyábamos muchísimo. O sea, el trabajo era mutuo, también los médi­cos residentes internos. Es un trabajo en equipo”.

Rosalba Oliva Cañiza Flo­res es la jefa de Enfermería de Pediatría y recuerda que la noche tiene sus dificul­tades. “Cuesta mucho más conseguir insumos, cuesta mucho más dar toda la cali­dad de atención y atención oportuna. Es frecuente que la gente tenga que salir a com­prar medicamentos. Tam­bién reforzar áreas donde se requiere más personal, mover los recursos humanos porque nuestra gente está capacitada para cualquier área”, señala.

Entonces así se entiende un poco ese tránsito de hombres y mujeres de blanco llevando por el laberinto de pasillos un medicamento que nece­sita un colega en otro sector de atención. “Nos ayuda el Whatsapp, allí tenemos un grupo y alguien sube, nece­sito adrenalina y el que tiene va y le lleva, así nos ayuda­mos”, comenta.

“De mañana y tarde es más fácil porque está la farmacia, se puede ir a buscar, pero a la noche ya no se consigue una cierta donación o que res­ponda de inmediato el sis­tema familiar que acompaña a los pacientes, en la noche hay que resolver”, apunta. “A pri­mera hora ya comunicamos las necesidades a las autorida­des en el mismo sitio”, añade.

Equipos

Osvaldo Giménez, Fernando Gómez, Angélica Villamayor, Paola Vera, Miriam Giménez, Fátima Morínigo y Zulma Rodríguez forman el equipo de turno noche en el área de Terapia Intensiva.

Osvaldo suspira para respon­der. Es un área muy sensible, la pelea contra la muerte es diaria y terrible. La vida cobra allí una dimensión espe­cial. “Si logramos salvar un paciente somos superhéroes”, dice con una sonrisa que se escapa del tapabocas.

Cuentan que se los reco­noce muy poco. “La gente se acuerda de los médicos nomás”, dice con un dejo de tristeza Angélica.

Amor y vocación de servicio

Vocación, amor, servicio son las palabras con las que defi­nen su oficio.

María Esther Armoa tiene 30 años de ejercicio de la enfer­mería y 15 de ellos los pasó en Terapia Intensiva. “Nada se compara al hecho de cuidar la vida de un semejante. Las enfermeras estamos desde que la persona nace hasta que se muere”, describe. A su turno, Elizabeth González dice que se “tiene que tener mucha paciencia” ante la exi­gencia de enfermos, familia­res, médicos, pares, un equi­librio emocional que está siempre a prueba.

Natalia Recalde, Ana Parra, Miguel Rivas, José Cza­jkowsky y Adrián Santander son del equipo de enfermeros de Pediatría.

“Es difícil hacerles entender a los padres que tenemos que hacerles llorar a sus hijos por su bien”, resume Ana sobre la lucha diaria principal. La sobreprotección paterna es un problema difícil de resol­ver. “Los niños nos perdonan rápido”, cuenta con una son­risa. Para todos es un área satis­factoria en la que los aprendiza­jes estimulan. “Tenemos que aprender a distraerlos, sacar­les una sonrisa, hacerles dibu­jos, usar juguetes, contar cuen­tos y ¡hasta les hacemos globos con los guantes!”, cuenta José. A diferencia de lo que pasa con los adultos, aquí sí hay recono­cimiento, dibujitos, cartitas, algún peluche. “También nos reconocen los padres, hay que ser justos”, apunta Ana.

Natalia muestra en la sala de internación las sillas de plás­tico blanco que compraron las enfermeras y enfermeros para que madres y padres pue­dan acompañar a sus niños. “Penosamente la gente no cuida mucho las cosas, es una pelea, necesitaríamos que nos donen sillas, es algo muy necesario. Nos preocu­pan las madres con bebés o con niños chicos que, como el plástico está viejo, se pue­den vencer las patas y caerse al suelo”, explica.

Un día con pedidos especiales

El Día Internacional de la Enfermería, que se celebra hoy 12 de mayo, brinda a los profesionales del área una oportunidad para pedir que se atiendan algunos reclamos del sector.

Guardias de seguridad para proteger el predio porque, al ser un espacio universitario, no puede ingre­sar la Policía. Esta situación devino en el crecimiento de hurtos y robos que ya son una complicación.

Mencionan también que Clínicas está recibiendo muchos pacientes de seguros privados que acuden ante la imposibilidad de hacer frente a los millonarios costos de internación que se afrontan en el sec­tor privado. A ellos se suman los que no encuentran lugar en el colapsado sistema de turnos de los ser­vicios médicos del Instituto de Previsión Social (IPS), que muchas veces imponen meses de espera, un tiempo con el que no cuentan los pacientes que requieren intervenciones urgentes. Por ello, señalan que el IPS debería reponer los costos de intervención, pero eso o demora en suceder o directamente no llega nunca, según las observaciones.

Clínicas atiende a unos 2.200 pacientes por día, tiene 550 camas de internación, realiza 80 cirugías por día y el área de Urgencias atiende a unas 250 personas por día en promedio. Sin embargo, la capaci­dad de atención podría aumentarse, ya que, por ejemplo, hay una sala de terapia intensiva que está completamente equipada, pero no se utiliza porque no se tienen recursos para contratar a médicos y enfermeros intensivistas.

“Las enfermeras que están en la urgencia y en la terapia son siempre especializadas en cuidado inten­sivo y en emergentología. Las mismas cosas con terapias de niños, neonatología, son especialidades. La urgencia pediátrica también es una especialidad. Se necesitan más enfermeras, por lo menos unas 150 más, para niños, para adultos sobre todo en las áreas críticas, quirófano, urgencia, terapia”, comen­tan al tiempo de recordar que Clínicas sigue atendiendo en el antiguo edificio de Sajonia las partes de trauma y medicina familiar.

Asimismo, consideran que la renovación del antiguo equipo de resonancia magnética es fundamental. Además de ello, rubro para salarios es otro punto esencial, así como el respeto a la ley de enfermería, que según entienden puede verse limitada por el proyecto de ley “De la función pública y la carrera del servicio civil” que estudia el Congreso.

Reivindicaciones

La Asociación Paraguaya de Enfermería (APE) se encuentra organizando una movilización para el próximo 22 de mayo que se daría en cabeceras departamentales y Asunción en reclamo de más cupos de escalafón salarial y fuentes de trabajo.

Explican que hay 4.300 enfermeras y enfermeros que ingresaron por concurso de títulos y méritos en los últimos dos años al escalafón y en el presente año ingresarán aproximadamente 2.000, pero el sistema de salud tiene 33.000 profesionales, incluyendo al IPS, el Ministerio de Salud Pública y el Hospital de Clínicas.

De ese total, el 50 % está con contratos precarios que se renuevan cada seis meses. La propuesta de la APE es que se retome la práctica de la renovación anual que rigió hasta hace poco tiempo. También reclaman el pago del turno nocturno.

También señalan que unos 12.000 enfermeros no cuentan con seguro médico, lo que constituye un alto riesgo, ya que diariamente interactúan con enfermedades contagiosas. A más de ello, también carecen de seguridad social.

Mirna Gallardo, presidenta de la APE, recuerda que esta “es una organización con 76 años de histo­ria de luchas y conquistas como la Ley 3206, que regula el ejercicio profesional y que fue promulgada en 2007, y la Ley 6625, que establece la carrera profesional (escalafón) y cuya aplicación es gradual”.

Deudas pendientes

“Hay una gran deuda con el personal de enfermería y podemos citar algunas de ellas. El 50 % del per­sonal (16.000 aproximadamente) está en situación de contrato y a partir de este año se firmarán cada seis meses, generando este hecho un ambiente de intranquilidad e incertidumbre en el personal. Los mismos no cuentan con ningún seguro médico ni seguridad social. No se abona el pago por el turno nocturno correspondiente, o sea nunca se ha percibido ese derecho por laborar en las noches. Tam­poco se abona por los días festivos, Navidad, Año Nuevo y feriados”, señala.

El salario piso es de G. 4.320.000, pero en el IPS más de 1.200 trabajadores del sector perciben sala­rios inferiores a G. 2.900.000.

“Quisiéramos que las autoridades no olviden que las enfermeras cuidan de todo un país desde siem­pre. En momentos críticos, como en la pandemia, sin haber sido inmunizados tuvieron que cuidar a los demás, arriesgando sus propias vidas y las de sus familias.En consecuencia, 72 enfermeras perdieron la vida”, expone Gallardo.

“Hace dos años lamentamos el fallecimiento de una enfermera, que dejó dos hijos huérfanos, en el Hospital de Mariano Roque Alonso por la explosión de una autoclave en un caso que aún duerme en la Justicia. Solicitamos que las autoridades coloquen en su agenda trabajar en mejorar las condiciones laborales para todo el personal de enfermería del país”, pide.

“El 22 de mayo una vez más salimos a las calles, pero garantizamos la atención en los diferentes servicios. Pedimos se incluya en el anteproyecto de presupuesto 2025 los recursos para la aplicación del año cua­tro y la promoción. También pedimos la desprecarizacion de los contratados y el concurso para el primer empleo. Rechazamos la resolución que incrementa a 120 meses de salario para el cálculo de la jubila­ción en el IPS porque es importante respetar los plazos que establece la ley de enfermería”, concluyó.

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