La insoportable deslealtad del ser

Opinión | LA RÚBRICA

La insoportable deslealtad del ser

Huimos a menudo de la vida, pero nos fugamos poco de la realidad. La huida es un escape descontrolado, mientras que la evasión planificada tiene una finalidad. Nos cuesta retirarnos porque cualquier retroceso se percibe como un fracaso. Tanto insistimos, de perdidos al río, que preferimos ahogarnos en las penas de su corriente. Lanzamos la caña contra los demás, con energía incansable, pero nos agota recoger carrete sin el cebo de nuestros intereses. Desplegamos los propios señuelos para engordarnos como buñuelos, y acabamos henchidos de nada y llenos de vaciedad. El problema de las espantadas no está delante de nuestro hocico, sino en que tomemos la dirección equivocada. Los cobardes huyen y los hábiles se repliegan, aunque todos hagan lo mismo. Los pretenciosos de la valentía acusan al resto de pusilánimes para atiborrarse con medallas de orgullo. Vivir es el objetivo más humano que debería alejarse tanto del desenfreno como de la subsistencia. No pasa nada por dar rodeos, abandonar o rendirse, ya que la vitalidad es el único estado que nos permite una nueva oportunidad. Siempre será mejor ir dando tumbos que probar tumbas.

El consumo nos lleva a huir del dinero, las redes sociales nos alejan de la cercanía, la precariedad en el empleo lleva al sufrimiento, la carestía relega el ocio y las amenazas de las religiones nos convierten en fugitivos de la felicidad. Nos sentimos tan perseguidos por tantos que, con esta celeridad, si no estamos escapando lo parece. Huimos porque nos sentimos culpables, y sabemos que los que huyen son culpables por definición. Este círculo nos encierra en una jaula carcelaria en la que deambulamos como presidiarios.

La huida es un comportamiento instintivo, lleno de naturalidad, que la ansiedad puede convertir en patología. El Trastorno de Personalidad Evasiva se corresponde con un patrón de inhibición social, sentimientos de incompetencia e hipersensibilidad a la evaluación negativa. Comienza al inicio de la edad adulta y aparece en diversas situaciones personales, sociales y laborales en las que los sujetos huyen y evitan relacionarse con otras personas. No hablamos de una fobia social que rechaza el contacto humano. En este caso, la persona desea acercarse a los demás, pero está tan asustado que huye de esa posibilidad. La Terapia de Aceptación y Compromiso (ACT) es una terapia de tercera generación, que está siendo muy eficaz desde el punto de vista conductual y cognitivo para lograr un alto índice de éxito en estos diagnósticos.

Los resultados electorales analizan las fugas de votos y provocan huidas de candidatos. En Cataluña hemos visto reacciones similares, y a la vez contrapuestas, en los cabezas de lista de las formaciones independentistas. Aragonès se va, Oriol amaga y Puigdemont huye hacia adelante. Se vinculan decisiones políticas a supuestas heroicidades personales para que sea el electorado quien refrende o repudie liderazgos. Pasamos de lo racional a lo emocional para acabar degenerando en lo meramente visceral. Así, las decisiones terminan girando en torno al ego y no al oigo. En Cataluña crece la sensatez, sube el PP y pierde Feijóo, enredado en sus contradicciones. Triunfa el PSC, se refuerza Pedro Sánchez y gana Illa, el hombre que susurraba a los murmullos. La pacificación de la amnistía desactiva el tremendismo del PP y los de Génova están en deuda con La Moncloa y con los Ciudadanos extintos.

Las ideas divergentes pueden llevar a comportamientos convergentes. Lambán ha protagonizado una huida paralela a la del líder de Junts. El catalán ha intentado que su espantada parezca una persecución de Estado. En cambio, el todavía responsable de los socialistas aragoneses ha convertido su hostigamiento a Sánchez en una deserción. Se escabulló del Senado, sin votar con su grupo sobre la amnistía, para huir de la insoportable deslealtad con su ser. Prefiere serlo con su partido y deja en mal lugar a los suyos de cara a su sucesión. Lo insoportable es, por definición, inasumible, y nadie debería ser prófugo de su lealtad. No sabe que el propio líder del PP en Cataluña, y un buen puñado de senadores populares, hubieran deseado estar en la bancada del ejeano, votando a favor de una amnistía que tan bien le ha sentado a esa comunidad, y a España, vistos los resultados.

Dicen de esa pareja de huidos que han protagonizado una collonada. No lo creo. Me parece más acertada la frase de Milan Kundera: «hay situaciones en las que la única forma de salvar la dignidad es hacer el ridículo».

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