(CNAd/InfoCat�lica) El �esc�ndalo de abusos� es s�lo una de muchas razones para la crisis. �Tampoco es suficiente se�alar con el dedo al 'mundo malvado' y a la secularizaci�n de nuestras sociedades occidentales�, dijo en una entrevista con �Communio� el jueves.
�El pesimismo apocal�ptico y la lamentaci�n en la Iglesia tambi�n pueden ser signos de que hemos olvidado que el Se�or resucitado y exaltado est� en medio de nosotros�, explic� Kasper. �Solo de Jesucristo, exaltado a la derecha de Dios y presente en el Esp�ritu Santo, puede surgir un nuevo comienzo y nueva esperanza, alegr�a de la fe, consuelo, aliento, confianza y orientaci�n.�
�Sin la verdad que es Jesucristo, estamos desorientados en las turbulencias y r�pidos desarrollos del mundo�, afirm� convencido el cardenal. �Por lo tanto, una proclamaci�n adecuada a las necesidades de los tiempos es una de las tareas m�s urgentes de los obispos y sacerdotes. Tiene prioridad sobre todas las dem�s.�
�Muchas otras tareas de liderazgo deber�amos hoy, como ya en tiempos apost�licos, delegarlas a di�conos o a laicos capacitados, mujeres y hombres�, demand� Kasper. �La primera reacci�n de los disc�pulos y disc�pulas despu�s de la Ascensi�n fue reunirse un�nimemente en oraci�n, para pedir la venida del Esp�ritu Santo. Hoy m�s que nunca, necesitamos lugares y centros de oraci�n com�n y de vida contemplativa como fuentes de fuerza espiritual y renovaci�n interna.�
�Jes�s nos recuerda en sus discursos de despedida en la par�bola de la vid y las ramas: el mero activismo se queda r�pidamente sin aliento y sin fruto�, dijo Kasper. �Una iglesia dividida y polarizada repele m�s de lo que invita. Solo el testimonio un�nime y la pr�ctica del amor, el compromiso con los pobres y aquellos que viven en los m�rgenes, as� como contra la injusticia flagrante, la guerra y la violencia pueden hacer que nuestro mensaje del amor y la misericordia de Dios sea nuevamente cre�ble.�