El ácido retrato de la alta sociedad de José Miguel Fernández Sastrón, exmarido de Simoneta Gómez-Acebo
El ácido retrato de la alta sociedad de José Miguel Fernández Sastrón, exmarido de Simoneta Gómez-Acebo
NUEVA NOVELA

El ácido retrato de la alta sociedad de José Miguel Fernández Sastrón, exmarido de Simoneta Gómez-Acebo

El que fuera presidente de la SGAE publica '¡Menos protocolo y más patatas!', donde habla de personajes fácilmente reconocibles pertenecientes

Foto: José Miguel Fernández Sastrón, en una imagen de archivo. (EFE)
José Miguel Fernández Sastrón, en una imagen de archivo. (EFE)

José Miguel Fernández Sastrón es músico, compositor y fue presidente de la SGAE durante varios años. No quiso renovar porque quería vivir tranquilo sin presiones por todos lados.

Le gusta escribir y tiene dos historias de corte policíaco, que define como intensas, aún sin publicar. Para descansar la mente se ha editado su propia novela con el título ‘¡Menos protocolo y más patatas!’. Retrata con sentido del humor esa alta sociedad que conoce muy bien.

Foto: Simoneta Gómez-Acebo, hace unos meses. (Gtres/José Ignacio Viseras)

Hay personajes que son fácilmente reconocidos. Un barón que juega al backgammon y se enfada si pierde, una cantante latina que le gusta beber tequila, señoras de apellidos compuestos que tienen su propio capellán, hijos vagos en consejos de administración de empresas familiares y personal de servicio con mando en plaza. Una novela costumbrista, divertida, que tendrá su continuación en un segundo libro.

placeholder José Miguel Fernández Sastrón, en una imagen de archivo. (EFE/Luca Piergiovanni)
José Miguel Fernández Sastrón, en una imagen de archivo. (EFE/Luca Piergiovanni)

Estuvo casado con Simoneta Gómez-Acebo, hija de la infanta Pilar, de la que siempre habla con mucho cariño y admiración. Recuerda los almuerzos dominicales en la casa de Puerta de Hierro, donde coincidía con los Reyes eméritos y el príncipe Felipe y las Infantas.

Asegura en esta entrevista que nunca se sintió extraño ni se lo hicieron parecer.

Este libro, ‘¡Menos protocolo y más patatas!’, es una sorpresa.

La verdad es que sí. Me gusta escribir y tengo otras en la retaguardia. Unas novelas más intensas y complicadas. Esta la escribí en medio de las dos porque me divertía la trama. Una manera de refrescar y relajar la mente. Desde el principio, Tristán, el protagonista, era el hilo conductor. Es la suma de muchos personajes. Vive sus circunstancias y le tomas cariño. Disfruta de su existencia lo mejor que puede.

¿Cómo se te ocurrió esta historia? Eres un hombre al que se le relaciona con la música y esta novela no tiene nada que ver.

La imagen pública mía y de mucha otra gente es muy diferente a la real. Es simplemente lo que yo he vivido. Me ha divertido abrir el ojo de la cerradura. Al final, todos somos muy parecidos.

¿Cuánto hay de historias personales?

Decir que no hay sería mentir. Escribo sobre un ambiente que conozco muy bien. Hay mucha experiencia personal. Es una sucesión de distintos escenarios.

¿Tus hijos lo han leído?

Sí, y se han reído igual que amigos que conocen ese ambiente. Hay algunos que sin figurar su nombre aparecen en la novela con un rasgo característico y ellos mismos se han buscado y encontrado en la novela.

¿Y a tu familia política? ¿Sabes si lo tienen?

No lo sé. No les he perseguido para que lo lean. Se lo envíe a mi excuñada, Laura Ponte, con la que me llevo muy bien y se río bastante.

placeholder La portada del libro. (Cortesía)
La portada del libro. (Cortesía)

Pintas un ambiente donde al servicio doméstico se le sigue denominando criado.

Quien lo dice es gente de una generación anterior a la mía. Hoy no creo que sea así salvo en un entorno muy determinado y clasista.

Son historias domésticas como la serie ‘Arriba y Abajo’.

En realidad, la serie británica lo que hace es exponer un entorno social en su propio ambiente y en mi libro lo que hago es describir cómo es aquí, en España. Es una novela costumbrista. Es difícil definir lo que es alta sociedad porque en realidad quienes lo llaman así son los demás. Es una mezcla de la antigua aristocracia con la del dinero y a su vez con las celebrities. Gráficamente son esos grupos que acuden a la presentación de un perfume. Unos cobran, otros no y siempre hay quien paga.

En la introducción dices que hay personajes a los que retratas de una manera subconsciente. ¿Una excusa?

No pretendo reflejar a nadie en concreto. Lo que hago es describir un tipo de personaje que conozco muy bien, aunque con alguno de ellos sí lo hago conscientemente. Lo que quiero dejar claro es que no es ningún ajuste de cuentas. No hablo mal de nadie porque nunca he tenido una mala experiencia y me lo he pasado muy bien. Por ejemplo, hablo de empresas que pueden ser cualquiera del Ibex. Eran familiares y cuando llegan los de Harvard, como les llamo, tampoco cambian mucho.

Haces un retrato de esos familiares sin currículum que entraban en las empresas sin saber muy bien para qué servían.

A los hijos y sobrinos vagos se les metía en los consejos de administración y ni se leían la documentación. Ahora ya es diferente porque no saber lo que se firma puede complicar la vida y acabar en la cárcel.

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José Miguel Fernández Sastrón, en una imagen de archivo. (EFE/Ángel Díaz)

También das un perfil divertido del cuñado. Tú lo fuiste.

Yo fui el primer cuñado que llegó a la familia de Simoneta. Aunque no tengo nada que ver con el personaje que describo. Los cuñados tienen un papel muy vistoso. Esa figura es muy típica y muy descriptiva.

La duquesa protagonista es insufrible.

Es una mujer de su generación. Es muy lista. Tiene una estructura de vida y no da la lata. Es la que marca los horarios porque está en su casa. Es la autoridad. No está inspirada en la que fue mi suegra, la infanta Pilar, porque ella era una royal. Y quiero decir que lo bueno y las virtudes que tiene la duquesa en el libro son los de la abuela de mis hijos. Una mujer excepcional. Las comidas de los domingos sí que las organizaba mi suegra en su casa y siempre se ha comido de maravilla.

¿Tuviste en tu vida una tata Aurora? Describes muy bien su papel.

Tuve una. Y la hubo en muchas casas que conozco. Tenía mando en plaza y regañaba a los adultos porque, como dice ella en el libro, “te he cambiado los pañales, así que espabila”. Entraban jóvenes y veían nacer a los miembros de la familia.

Aparece un matrimonio de conveniencia.

El protagonista no aspira a un matrimonio pasional. Lo que no quiere es responsabilidad y salir del nido, que le resulta muy cómodo. En cambio, cuando aparece un posible competidor, le da un ataque de celos. Hay una parte emocional. Son casos que he conocido.

placeholder La infanta Pilar. (Getty)
La infanta Pilar. (Getty)

Cuqui Bordallo es muy identificable.

Cuqui Bordallo es la mezcla de varios personajes. Lo dejo a la imaginación para que identifique a esta activista que lo que le gusta es mezclar y presentar a gente. Y con la condesa influencer pasa lo mismo. En este caso, el abanico es más grande. Lo mismo podía ser la hija de la infanta Elena que otras de este mismo perfil. Antes era impensable que un royal o un aristócrata se dedicara a eso.

El restaurante Horcher es un punto de encuentro.

Es una especie de sede de toda la vida de los viejos y nuevos ricos. Las conversaciones que mantienen entres entre ellos las podríamos imaginar, desde fuera, relacionadas con las altas finanzas y no lo son. De lo que en realidad hablan es de la amante del otro, del vino carísimo que beben y de la próxima montería o viaje. Y acaban los almuerzos con la frase típica de “lo tuyo ya te lo arreglo después”.

Describes un circuito de locales de ocio y uno de ellos es Snobi (Snobisimo), donde uno de los cachorros del poder comenta: “Ahí no voy porque me encuentro con todos los colegas divorciados de mi viejo”.

Es tal cual. Cuando yo me divorcié volví a salir y efectivamente había sitios en los que me encontraba gente de mi edad y divorciados. Con lo cual, lo que reflejo en el libro es que los hijos no querían ver cómo sus padres y madres ligaban.

placeholder José Miguel Fernández Sastrón, en una imagen de archivo. (EFE)
José Miguel Fernández Sastrón, en una imagen de archivo. (EFE)

Hablas de un ministro del que el protagonista dice: “Estos tienen que justificar sus cargos y son más peligrosos”. El reducto de la alta sociedad se burla de esos nuevos ricos que son los que pagan sus excesos gastronómicos y sus vinos carísimos, como el Pingus 95.

Los ridiculizan aunque son los que se encargan de la cuenta de los restaurantes y de las vacaciones. Esa anécdota es real. Un personaje muy conocido me contaba esa historia. “Yo me di cuenta de que me había equivocado cuando fiché a un personaje el mismo día en que firmó”. Estaban en Horcher y pidió un vino carísimo. “Presidente, ya verás cómo es este Pingus 95, la hostia”. Y resulta que estaba picado. Esta anécdota que figura en el libro es real.

Aparece un personaje muy sugerente, el tío Max, que podría identificarse con Alfonso Hohenlohe.

Lo dejó a la imaginación de cada cual.

En un capítulo surge la iglesia en forma de sacerdote. Se trata del capellán de familia que se encarga de oficiar las ceremonias y acude a los almuerzos dominicales para comer bien.

Se trata del padre Rubén, que es el encargado de fomentar la fe y tiene mucha presencia con las generaciones anteriores. Era el confesor oficial, el guardián de los secretos y quien a veces complicaba la vida cuando había una boda o un bautizo con el párroco titular.

Tristán pasea por Marbella, República Dominicana, Sotogrande, Mallorca, donde se encuentra con personajes internacionales como Pierre Godin, Zoltan, que hacen negocios poco claros.

Son perfiles muy representativos Es una realidad. Hay un aristócrata que se enfadaba muchísimo cuando perdía jugando al backgammon. Su comentario es que si están invitados en su barco y él paga todo tendrían que dejarle ganar.

Se echa de menos algún capítulo dedicado al fútbol, a las terceras esposas, más clasistas que nadie, a las monterías...

Ya tengo el segundo libro en preparación.

José Miguel Fernández Sastrón es músico, compositor y fue presidente de la SGAE durante varios años. No quiso renovar porque quería vivir tranquilo sin presiones por todos lados.

José Miguel Fernández Sastrón
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