Xulab, la gran hormiga maya que devoraba al Sol y traía infortunios durante los eclipses

Xulab, la gran hormiga maya que devoraba al Sol y traía infortunios durante los eclipses

Xulab era temida por su hambre insaciable: cada cierto tiempo, no lograba contenerse y, en un arranque de ira, devoraba al Sol maya. Ésta es su historia.

Xulab, la gran hormiga maya que devoraba al Sol y traía infortunios durante los eclipses (Andrea Fischer)

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Los mayas no eran ajenos al cielo nocturno. Por el contrario, planearon ciudades enteras para reflejar el cauce cósmico que podían ver en la bóveda celeste. Uno de los fenómenos que estudiaron con más cuidado fueron los eclipses. Para su cosmovisión, no eran buenas notifcias. Especialmente, porque anunciaban la llegada de Xulab: la gran hormiga roja que venía a devorar el rostro del Sol. Ésta es su historia.

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El hermano mayor del Sol

Venus en todo su fulgor, observado desde Nueva Dehli, India.

Venus en todo su fulgor, observado desde Nueva Dehli, India.Foto Marco Mons / Unsplash

Xulab’, en maya antiguo, es sencillamente el término para referirse a las hormigas. Como uno de los insectos más comunes en la selva, formaron parte de la cultura culinaria maya durante siglos. Sin embargo, cuando se referían a Xulab con mayúscula, se les erizaba la piel: era la criatura devoradora de estrellas, que podría traer calamidades a la población.

El mito de Xulab nace de la observación astronómica aguda que desarrolló la civilización durante su auge. Principalmente durante verano, a lo largo del mes de julio, el planeta refleja la luz solar con toda su fuerza en la bóveda celeste. Tal era su fulgor, que los mayas lo consideraban el ‘hermano mayor del Sol’, de acuerdo con los registros de El Colegio Nacional . Lo tenían tan presente en el desarrollo científico, que “calcularon su ciclo en 584 días”.

Luna creciente (16,55%), Venus y las Pléyades (cerca del borde superior) al anochecer, vistas en 2020.

Luna creciente (16,55%), Venus y las Pléyades (cerca del borde superior) al anochecer, vistas en 2020.Jacek Rużyczka/Wikimedia Commons(Creative Commons Attribution-Share Alike 4.0)

Venus no es una estrella en sí mismo. Hoy sabemos que es el segundo planeta de nuestro Sistema Solar, y que ‘brilla’ en el cielo nocturno porque está reflejando la luz del Sol (que sí es una estrella, y sí emite su propia luz). Aún así, en la cosmovisión prehispánica —no sólo para los mayas—, a este elemento natural se le consideraba el astro de la mañana. No sólo eso: era la encarnación celeste de Xulab, la bestia cósmica que estaba ávida por devorar al Sol.

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Xulab: devoradora de estrellas y mensajera de catástrofes

Vista de un eclipse de sol saliendo de su fase total.

Vista de un eclipse de sol saliendo de su fase total.1001slide/iStock

“Para los antiguos mexicanos”, escribe el investigador Jesús Galindo Trejo, de la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM), “el eclipse resultaba ser una manifestación nefasta de la cercanía del fin del mundo”. Y no es casualidad: el disco solar era, para muchas civilizaciones, la encarnación de su dios patrono: aquel que daba calor, luz y vida a la superficie terrestre.

Este terror quedó documentado en el Chilam-Balam de Chuma Yel, explica el especialista, donde los sacerdotes alertaban a otros estudiosos sobre la venida de Xulab, la hormiga cósmica. En estos registros, se refieren a este monstruo como una ‘gran hormiga roja’, famosamente venenosas y gigantescas en la Península de Yucatán. Ahora: los mayas no se limitaron a explicar los eclispses solares. Por el contrario, interpretaban de la misma manera los eclipses de Luna.

Un ejemplar de hormiga roja.

Un ejemplar de hormiga roja.Faris Mohammed / Unsplash

Incluso en los textos coloniales, como el Códice de Desde, se apela a este entendimiento de este par de eventos astronómicos. Aunque está incompleto, y en forma de biombo, aparece la representación de un personaje con torso de insecto, y por rostro el glifo de ‘Venus’, que se acerca para devorar al Sol. Los historiadores contemporáneos relacionan a esta figura con Xulab, porque cumple con las características iconográficas del mito.

Por la connotación negativa que tenía la llegada de Xulab, algo del mito se conserva en el lenguaje informal maya de hoy. Cuando las familias dicen ‘ya me cayó el xulab’, se refieren a que llegó un invitado no deseado a casa, como una amistad o pariente cercano que viene a ‘gorronear’. Así de poderosa es la influencia de la hormiga cósmica que, en la actualidad, en lugar de devorar al Sol, llega sin invitación a las casas ajenas para comerse todo a su paso.

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