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Todo sobre mi madre luego de 25 años

Como es habitual en su filmografía, Pedro Almódovar se inspiró en sus intérpretes favoritas

Autor:

Beliza Ramos Fernández

Cada año celebramos el segundo domingo de mayo el Día de las madres, y a consecuencia, solemos rememorar todo lo relacionado con el tema de la maternidad en todos los contextos posibles. La industria cinematográfica, siempre al pie del cañón, no se ha quedado atrás. Es por eso que hoy recordamos un filme cuyo título ya es muy sugerente: Todo sobre mi madre

Su estreno tuvo lugar hace ya un cuarto de siglo en España, el 8 de abril de 1999, y con una duración de 101 minutos, se nos presenta a Manuela, una enfermera que vive en compañía de su hijo Esteban, con el cual se muestra amorosa y atenta. Él es un apasionado del cine, la literatura y el teatro, y le encanta estar con su madre. Para el día de su cumpleaños 17, Esteban decide ir con ella a una noche de teatro para ver Un tranvía llamado deseo. Los dos disfrutan de la obra y a la salida esperan bajo la lluvia a Huma Rojo, la actriz protagonista. Al salir ella del teatro, Esteban no lo piensa dos veces y corre tras su taxi para conseguir su autógrafo. Cruza la calle a toda velocidad y, en ese lamentable momento, es atropellado. 

De este modo, Manuela presencia la muerte de su propio hijo, pérdida de la que no podrá recuperarse en toda su vida y que la conduce, tras revisar el cuaderno de notas de Esteban, a viajar a Barcelona en busca del padre, puesto que antes de morir ansiaba saber quién era, independientemente de lo que había sucedido en el pasado. Este viaje supone para Manuela una nueva etapa de su vida, lleno de sorpresas y desajustes que está dispuesta a asumir sin contemplaciones.

Uno de los aspectos que llaman la atención en la cinta es la constante huida de Manuela, quien lo hace siempre en tren, atravesando túneles interminables, y todas las ocasiones están marcadas por algún Esteban. La inolvidable secuencia de Cecilia Roth en el tren, mientras suena de fondo la canción Tajabone de Ismael Lo, es solo uno de los vértices sobre los que se articula una trama que cierran Madrid y Barcelona.

La primera vez que se fue, escapaba de Esteban, el padre del hijo que llevaba en el vientre y al que también llamó Esteban. La segunda vez que huye igual lleva consigo a Esteban, su hijo, pero esta vez en forma de foto en un cuadro enmarcado, pues ha muerto. En la tercera travesía, también en tren, el Esteban es un bebé de pocos meses, hijo de la hermana Rosa (Penélope Cruz), al que tiene que proteger de su abuela.

La actriz argentina junto a Penélope Cruz en uno de los momentos del filme.

Todo sobre mi madre está dotada de algunos excesos: la exaltada defensa de la libertad sexual, la florida liberación del lenguaje coloquial y la desaforada adscripción al melodrama de mujeres. El propio Almodóvar la define como «un drama grotesco, disparatado, barroco y con personajes extremos». Sin embargo, logra mantener casi intacta la entrañable y desvalida humanidad de sus espléndidos personajes femeninos, que delimitan a su manera un sugestivo fresco sobre la maternidad como suprema manifestación de la «capacidad de fingir, sufrir y amar de las mujeres».

Este enfoque lo cimenta en un refrán griego que dice que «solo las mujeres que han lavado sus ojos con lágrimas pueden ver con claridad». Inunda los perfiles de esa claridad a través de múltiples referencias externas que hace propias. Por Eva al desnudo, de Mankiewicz, Huma Rojo entiende que «el éxito no tiene sabor, ni olor, y cuando te acostumbras a él es como si no existiera». De Un tranvía llamado deseo, de Tennessee Williams, Rosa aprende a «confiar siempre en la bondad de los desconocidos». Con Música para camaleones, de Truman Capote, intuye que «cuando Dios te da un don, también te da un látigo para autoflagelarte». La vida misma le muestra insospechadas formas —algunas ciertamente inaceptables— de transformar el dolor en amor hacia los demás.

No dejes de saber

El brevísimo personaje que interpretó Kiti Manver en La flor de mi secreto fue el germen del que nació la Manuela de Cecilia Roth en Todo sobre mi madre. En aquella película, Manver daba vida a una enfermera que participaba con los médicos en un seminario de transplantes donde fingía recibir la noticia de la muerte de su hijo. «Mi idea, al principio, fue hacer una película sobre la capacidad de actuar de determinadas personas que no son actores», explicó Pedro. «Entonces no lo sabía, pero la capacidad de la mujer para fingir iba a ser el tema de mi película número 13».

Actriz y director se rencontraron 13 años después de ¿Qué he hecho yo para merecer esto?, donde la argentina tenía un pequeño personaje como la protagonista de un anuncio de televisión. «Ha madurado, se ha agigantado», decía entonces el director. «Para mí, no hay mayor espectáculo que ver llorar a una actriz. Y Cecilia ha tenido aquí sus dosis de lágrimas. Transparentes, torrenciales. La sacuden como vomitonas. Y, cuando llegan, tienen una cualidad catártica. No sé cómo, durante los tres meses que duró el rodaje, ella supo contenerse y estar más allá del dolor, pero reflejándolo siempre». Por muchos años que pasen, Roth siempre recordará este personaje como uno de los más intensos de su filmografía: «Quise mucho a Manuela. Ella, como yo, venía de un país lejano, quería inventarse una vida en otro lugar y logró, poniendo un ladrillo sobre otro, armar esa vida más o menos parecida a la de sus sueños».

La Gena Rowland de Opening Night, la Bette Davis de All About Eve, la Romy Schneider de Lo importante es amar… Como es habitual en su filmografía, Pedro se inspiró en sus intérpretes favoritas. Sin embargo, en esta ocasión quiso dedicar la película a las actrices que han interpretado a otras actrices en el cine. «Siempre me han interesado las películas que reflejan el mundo del cine. No me refiero a las que hablan del lenguaje, sino a las que cuentan historias de actores, directores, escritores, productores, estilistas… Películas cuyo argumento es el propio cine y las personas que lo hacen, su magnificencia y su sordidez». El homenaje cobró forma a través de Huma Rojo, el personaje interpretado por Marisa Paredes. «Pedro lo escribió pensando en mí. Es un auténtico regalo en el que él puso la fascinación que siente por el teatro», declaró la actriz.

«Me llaman la Agrado porque solo he pretendido hacerle la vida agradable a los demás»… El monólogo recitado varias veces por Antonia San Juan se convirtió en todo un ícono de la película. Sin embargo, no fue una idea original de Almodóvar, sino que estaba inspirado en una anécdota real ocurrida con la actriz Lola Membibres en Argentina. «El sistema eléctrico del teatro donde actuaba falló a la hora de la función. Membibres, que no se arredraba ante nada, decidió ser ella misma la que, desde el escenario y alumbrándose con una vela encendida, diera la noticia al público. “Ya que están aquí, les pediría que se quedaran y prometo entretenerles contándoles la historia de mi vida”, dijo. Aquella tarde, doña Lola hizo la función de su vida», recuerda Pedro.

«Siempre he confiado en la bondad de los desconocidos», decía Blanche Dubois en Un tranvía llamado deseo. El texto de Tennessee Williams tiene una importancia clave en la película, y no solo por las múltiples referencias que se hacen a él y a su obra en varias secuencias. Para Pedro, la solidaridad espontánea entre las mujeres se convirtió en el nexo de las diferentes historias que se entrecruzan en Todo sobre mi madre.

Almodóvar inventó el término screwball drama —haciendo referencia a la alocada screwball comedy americana— para encuadrar su película dentro de un género. «Como contrapunto, decidí que la actuación debía ser radicalmente sobria, incluso árida. Esa era la llave y el reto que el magnífico grupo de actrices asumió enseguida».

Todo sobre mi madre se convirtió en la primera película española en ganar tanto el premio Óscar en la categoría de Mejor película extranjera, como el Globo de Oro. Además, también conquistó el BAFTA, seis premios Goya y el Fotogramas de Plata a la Mejor actriz de cine para Cecilia Roth.

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