El Colegio Príncipe Felipe de Albacete cumple con una de las actividades que se ha convertido casi en una tradición en el centro. Desde el curso escolar 2015-2016, los alumnos de sexto de primaria, que abandonarán el centro para pasar al Instituto de Educación Secundaria, dejan una parte de ellos en el colegio y no solo lo hacen metafóricamente. Después de pasar más de nueve años en este centro escolar de Albacete, los alumnos se despiden de las aulas que han sido su casa durante prácticamente toda su vida hasta ese momento. Entre estas paredes han aprendido sus primeras lecciones y se han desarrollado tanto personalmente como académicamente. Con una peculiar actividad artística dejan un trocito de ellos que quedará en el centro como legado. Eso sí, hasta el año siguiente, cuando será el turno de graduarse de la siguiente promoción.
Los alumnos y exalumnos del Colegio Príncipe Felipe se llevan algo más que ese himno, que de vez en cuando aparece en sus mentes con la clásica estrofa ‘Eres Aneja querida, nuestro colegio ideal’. De este centro educativo de Albacete los alumnos salen preparados para el futuro, pero también dejan atrás muchas cosas como los amigos del recreo, sus profesores, y en este caso, murales pintados en las paredes del patio del centro que los ha visto jugar y crecer, con mensajes de diversa índole como la inclusión, el no a la guerra o la importancia de cuidar el medio ambiente.
Desde el curso escolar 2015-2016, el AMPA del centro propuso una particular iniciativa que va camino de su novena edición. Un proyecto que arrancó en sus inicios “para conmemorar el Día de la Paz en el colegio”, tal y como indica la presidenta del AMPA del Colegio Príncipe Felipe, Mari Nieves Calero. Con esta intención, que nació “principalmente para decorar los muros del colegio”, como explica la presidenta, el proyecto se ha reestructurado para que “quede un legado de los alumnos de sexto, que se marchan del colegio cada año”, como señala Mari Nieves Calero a El Digital de Albacete.
Este proyecto también contaba con otra intención, relacionada para evitar actos vandálicos, ya que muchas mañanas el colegio amanecía lleno de pintadas. “Había chicos del barrio que se colaban y fue también una manera de parar los grafitis”, tal y como apunta Mari Nieves.
Un legado a pinceladas
Poco a poco, la iniciativa ha ido tomando forma hasta convertirse en toda una tradición para alumnos, profesorado y padres y madres, que esperan redecorar cada año el patio del colegio que los ha visto crecer. “Los motivos de los murales van en función de temas que acontecen cada año”, señala Asunción Martínez, secretaria de la Asociación de Madres y Padres del Príncipe Felipe. “Este año hay murales con motivos inclusivos, para dar visibilidad a la importancia de incluir a todos los niños”, manifiesta la secretaria. Sin duda, un buen lugar, como es el patio del colegio, para tener presente la inclusión.
Otro de los murales protagonistas de esta nueva edición cuenta con unas alas, que aluden a la diversidad de género, tal y como explican desde el AMPA. Además, en esta ocasión también han llenado de color el patio del colegio con un mural que coincide con otro proyecto que está en marcha en este centro educativo de la capital albaceteña, para motivar a los alumnos a decantarse por medios de transporte como la bici para acudir a clase. Aprovechando la iniciativa de los murales decorativos, han hecho una obra señalando dónde se pueden dejar las bicis a modo parking, para que quede perfectamente indicado, y se animen el resto de compañeros del colegio.
Una de las obras más importantes, que además permaneció varios años en el colegio, fue un mural en honor a Antonio Andújar, “profesor del centro que falleció hace unos años”, como señala Mari Nieves Calero. Un pequeño homenaje de sus alumnos que quedó plasmado en las paredes de lo que fue su colegio y su casa.
Convivencia y trabajo en equipo
Además de dejar su legado a pinceladas entre los muros del colegio, este proyecto “también se lleva a cabo como jornada de convivencia y coordinación”, manifiesta Asunción Martínez, que enfatiza en la importancia de que los niños aprendan a trabajar en equipo y a coordinarse. Eso sí, los pequeños también cuentan con una mano amiga que les guía para pintar estos murales y que queden perfectos. “Con la estructura del dibujo nos ayuda un papá del cole, Pedro”, explica Asunción, que manifiesta que “también tenemos a Ana, que es pintora y también mamá del cole”. De esta manera, codo con codo, padres y alumnos se ponen manos a la obra para realizar estos dibujos, que “primero marcan y después van rellenando”, tal y como indica Mari Nieves Calero.
Unos murales muy especiales, con motivos educativos diversos, y unas jornadas de cooperación que cada año esperan impacientes los alumnos de este centro de Albacete, para dejar su pequeño legado en las paredes del patio del colegio que los ha visto crecer, aprender y despedirse.
