Los poetas cantan a la palma real

Por: Fernando Rodríguez Sosa (frsosa52@gmail.com)

No creo posible que alguien piense en el campo cubano sin recordar a la palma real, ese erguido y espléndido árbol que señorea hasta en las más recónditas regiones de la isla, para así embellecer e identificar el paisaje de la mayor de Las Antillas.

Son numerosos los libros de divulgación científica que se encargan de develar los rasgos característicos de la Roystonea regia —nombre científico de la palma real—, desde su origen y expansión por varios territorios del mundo hasta sus usos y propiedades.

Lo que no es posible encontrar en esas obras es lo que, en realidad, ha significado —y significa— para varias generaciones de cubanos esa planta, considerada el árbol nacional, uno de los símbolos de la isla, que aparece representado en el escudo de la patria amada.

Me atrevería a afirmar, sin temor a la exageración, que tales consideraciones pueden hallarse en las páginas del libro Música de las palmas. Poetas cubanos ante la palma real (Editorial El Mar y la Montaña, Guantánamo, 2019), selección de versos que ha preparado el también poeta y editor José Raúl Fraguela.

Se han reunido en este volumen ochenta y ocho poemas que, con diversas formas estróficas, cantan al singular árbol, textos firmados por autores de varias generaciones, estilos, tendencias, nacidos entre los siglos xix y xx en distintas regiones de la isla.

Las palmas «nacen del sol a la sonrisa, y crecen, / Y al soplo de las brisas del Océano, / Bajo un cielo purísimo se mecen», escribe José María Heredia, el gran cantor en el siglo xix de lo cubano, en su emblemático poema «Niágara», uno de cuyos fragmentos sirve para abrir esta entrega.

Amplio es el universo lírico aquí agrupado, en que se incluyen textos de poetas imprescindibles dentro de las letras insulares, como José Jacinto Milanés, José Martí, Mercedes Matamoros, Regino E. Boti, Nicolás Guillén, Dora Alonso, Carilda Oliver Labra, Fina García Marruz, Roberto Fernández Retamar.

Junto a esas voces aparecen otras —entre ellas Clara Lecuona Varela, Maylan Álvarez, Carlos Ettiel Gómez Abreu, Elaine Vilar Madruga, Antonio Herrada Hidalgo—, pertenecientes a más recientes promociones, quienes, con mayor o menor acierto, se han inspirado en la palma real.

Como cierre de esta colección de versos, aparece «Palma», en que Karla Gil Peña, desde la frescura de sus apenas veinte años, afirma convencida que «sigues luchando contra el viento que desgarra tu vestido, para enseñar a quienes nacen en la fortaleza de tus raíces».

Revelador resulta comprobar, indudablemente, luego de una atenta y cuidadosa lectura de esta selección, la forma, el tratamiento, el modo, en que los poetas de la isla han reflejado en sus versos, a lo largo del tiempo, a este símbolo identitario de la nación.

A ello se refiere, precisamente, José Raúl Fraguela, quien, al comentar la génesis y propósitos de Música de las palmas. Poetas cubanos ante la palma real, escribe que «hay en estas páginas lo suficiente como para aquilatar la evolución de la manera en que los cubanos han mirado y miran este árbol utilísimo…».

Así, como puede descubrirse en algunos de estos poemas, la palma real constituye solo un pintoresco elemento del bucólico paisaje insular; mientras que, en otros, se convierte en estandarte de lucha por la independencia de la patria o, simplemente, en referencia secundaria del discurso lírico.

Complementan —y enriquecen— la entrega, a manera de epílogo, dos textos en prosa, en que sus creadores, desde el ejercicio del periodismo, iluminan el conocimiento del tema que ocupa la aten­ción de esta obra.

«La palma en Martí», publicado por Nydia Sarabia en la revista Revolución y Cultura, en 1985, es el primero de esos textos, en que la reconocida historiadora estudia la presencia del árbol nacional en la obra del Maestro.

Ese texto evidencia que la palma real es referencia constante en la papelería del Héroe Nacional, tanto en su correspondencia como en sus discursos y artículos, aunque, paradójicamente, solo aparezca en un poema inconcluso, que se reproduce en esta selección.

El periodista, narrador y poeta Luis Sexto es quien escribe el se­gundo de los materiales incluidos en esa sección que, bajo el título «Ay, las palmas», propone un interesante acercamiento al reflejo, en la lírica insular, de tan auténtico símbolo de la nación. Breve crónica en que el autor evoca y recrea a esas «sílfides guajiras con sus melenas echadas al viento en un vapuleo de aquelarre, de sainete mágico, bajo el cielo purísimo que la nostalgia de Heredia vislumbró desde el Niágara».

Uno de los textos que puede encontrarse en este volumen es «Variaciones sobre la palma», que su autor, el poeta, ensayista y periodista Ángel Augier, cierra con esta estrofa:

 

Te quiero siempre así,

viva, vibrante, única.

decorativa estrella

que tiñe de sus verdes los verdes,

y el azul.

Y la tierra y su escudo.

 

He recordado estos versos, al concluir la lectura de Música de las palmas. Poetas cubanos ante la palma real, esta selección que propone José Raúl Fraguela. No solo un hermoso tributo a ese vivo y vibrante símbolo, sino también un eterno homenaje a la propia identidad de la nación cubana. W

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